domingo, 2 de diciembre de 2012

Corresponsal de guerra





Parte correspondiente al 12 de mayo de 2013
Ubicación: Avenida Las Américas con Viaducto de la 26. 
Hora: 17:30horas
Tipo de documento: secreto

Estoy grabando…Uno, dos, tres…

Cubrir esta guerra no estaba en mis planes. Sabía que la antipatía entre los conductores de vehículos y los motorizados iba creciendo, pero nunca pensé que podría llegar a esto. Nadie lo pensó.
Ahora estoy aquí, escondido entre unos matorrales, cerca de lo que había sido un centro comercial,  observando un panorama desolador. Tengo que reportar lo que está pasando. No me agrada este asunto pero alguien tiene que contar lo que ocurrió en esta ciudad tranquila. Mérida ya no existe y no por la basura, que fue, no lo niego, un problema gravísimo pero que era, digamos “democrático”: la podredumbre la padecíamos pobres y ricos de esta ciudad.
Pero esta guerra entre los que conducen carros y los que manejan sus motos, nadie la había imaginado. Quedan pocos de cada bando, es cierto, pero en número suficiente como para mantener sitiado el centro.
Ayer escuché que unas tropas del ejército, venidas desde Táchira y Zulia, intentaban superar la Cuesta del Ciego y la Vuelta de Lola. Nada que ver. Los bandos en guerra saben que la intervención militar externa puede suponer apoyo para el bando contrario, así que ambos – motorizados y vehiculizados – se encargan, con vehemencia, de repeler a los uniformados con frases de buscapleitos con tragos encima: “Este asunto es entre ellos y nosotros. ¡Aquí no entra nadie más!”.
Y nadie ha entrado desde hace semanas.
Yo estoy en medio del conflicto, muy cerca del campo de batalla. En verdad lo de campo es relativo, ya que siguen siendo calles y avenidas pero la rabia entre unos y otros llegó a tal punto que el asfalto es ahora territorio de muerte. O estas con unos o con los otros. Nadie puede intentar dialogar. La gente de la Cruz Roja lo intentó y nada. Así están las cosas.
Allá veo venir a unos conductores. Parece que quieren embestir sus carros contra un grupo de motos. Lo de carros es mucho decir: son pedazos de metal ambulantes que apenas ruedan. Cacharros que han sido semi destruidos por grupos de motorizados. Igual las motos. Apenas se distinguen por las dos ruedas. De resto, puras latas despedazadas cuya única misión en acabar con la mayor cantidad de conductores posible.
Ahora que reflexiono en este rato de soledad, escondido acá para que no me detecten los violentos, recuerdo que nadie le prestó atención a la rabia. Es decir, cuando un motorizado estaba involucrado en un accidente de repente llegaban 6,10 ó 20 y rodeaban al desafortunado conductor. A veces el conductor tenía la culpa, otras no. Pero eso no valía de nada. Los primeros linchamientos sucedieron a comienzos de este funesto 2013. Y nadie hizo nada. Los conductores juraron venganza. Y allí comenzó todo. Unos y otros se empezaron a liquidar. Se suponía que el mundo terminará el 21 de diciembre de 2012 pero creo que será en algún día de mayo de este 2013.
La noche cae sobre Mérida, sin luz, sin agua, sin gente. Sólo un puñado de conductores y otro de motorizados. La ciudad quedó para librar la última gran batalla. Si el ejército llega a entrar en algún momento, tal vez no encuentre a quienes preguntar sobre tanta locura.
Pienso ver si  puedo llegar a la Don Tulio, lo intentaré. Ayer escuché gritos por allá, a lo lejos. Y frenazos. No quiero ir pero alguien tiene que informar sobre esto. Tuve el infortunio de no salir cuando dieron la última oportunidad y ahora estoy aquí escondido, pasando hambre y, lo admito, con bastante miedo. Pero que más, soy periodista y me toca hacer lo que hay que hacer. Si me agarran no habrá perdón. Ya ellos lo dijeron: “aquí no cabe más nadie. O eres motorizado o eres conductor”. Escucho ruidos bajando por las Américas. Me quedaré aquí a ver qué ocurre. Si encuentran esta grabación cuenten lo que vi: una ciudad en la que los que manejaban carros y los que conducían sus motos un día se declararon la guerra. Y nadie los paró.

Luz sobre la basura






El anuncio de crear una empresa que se encargue del barrido, recolección y disposición final de los desechos sólidos de la ciudad de Mérida es una buena noticia en medio del desespero ciudadano desde que la basura se convirtiera en el nuevo emblema de esta hermosa urbe. Llevamos medio año en esta crisis y hasta ahora, a más de los operativos especiales y la buena voluntad que expresan los distintos sectores, nadie había propuesto una estructura que asuma un trabajo que no puede ser atendido con operativos porque los desechos son un tema de todos los días. Por lo tanto, saludamos la iniciativa del candidato Alexis Ramírez y deseamos que la propuesta vaya más allá y se convierta en un ejemplo para el país de manejo serio y eficiente de la basura. Lea AQUÍ la noticia completa.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Todo en uno





De vez en cuando a la tecnología le da por poner orden a las cosas. Si tienes un aparato, para esto, otro para aquello y uno más para lo otro, en un momento la tecnología los agrupa bajo el concepto de “todo en uno” u “All in one” para decirlo con un sentido  más publicitario y  por lo mismo llamativo y muy mercantil.
La verdad, lo anterior no es nada nuevo. Recuerdo de mi infancia la vez cuando llevaron a la casa un portento de la tecnología musical y del entretenimiento bautizado “Tres en uno” (lo que en este tiempo tendríamos que llamar entonces “three in one”). Se trataba, ni más ni menos, de un tocadiscos de vinilo, acompañado por un reproductor de cassette y un radio AM. Entonces uno agradecía la genialidad de los diseñadores de equipos electrónicos por poner todo en un solo aparato, proeza que permitía disfrutar mejor de la tecnología.
Sin embargo, hay algunos “todo en uno” que nadie desea porque significan algo así como vivir el infierno en la tierra. A veces a nuestra ciudad le da por presentarnos todos sus males, empaquetados en un solo lugar, en un solo momento. Vaya usted a saber porque hay quienes se empeñan en hacernos pagar nuestros pecados en el centro de Mérida, pero cuando nos toca entrar al casco central por obligación, no hay otra cosa que podamos hacer sino resignarnos. Y les cuento:
Fui víctima el pasado viernes de un  “todo en uno” en plena avenida 4, entre calles 19 y 20.  En este caso el “all in one” al que me refiero incluía protestas en la Plaza Bolívar, cierre parcial de la avenida 2 por una tarima para un concierto, choque de un taxista con otro vehículo (precisamente delante de mi) y un basurero obstaculizando parte de la vía. Lo único que faltaba para complicar más el tránsito era un desfile de elefantes pintados de rosado. Por suerte esto último no ocurrió.
Atrapado allí en medio de ese caos del tránsito y, digamos, con algo de tiempo para reflexionar sobre mi situación (no podía ni subir, ni bajar a ningún lado) observé algunos importantes detalles que, ahora lo comprendo, pueden ser entendidos como una revelación urbana.
Para empezar, el caos no le pertenecía a nadie. Así de sencillo: eran tan variadas las causas del pandemónium, que, sencillamente, era imposible apuntar el dedo hacia autoridad alguna, lo cual no dejaba de ser algo frustrante cuando la rabia nos pide soltar algunos sapos y culebras podridos contra una autoridad en particular. Ese caos, amigas, amigos, era de todos nosotros. Allí lo teníamos regado por las calles, aceras, avenidas y cuanto espacio urbano exista, a disposición de nuestro tiempo, para que cada quien haga con su caos lo que mejor quisiera, o, para decirlo con palabras de la filósofa Diosa Canales, para hacer lo que a cada quien le diera la “perra gana”.
Y, por supuesto, cada quien siguió los consejos de la susodicha, ya que a falta de algún agente de la Policía Municipal (por cierto… ¿Existe la Policía Municipal?) algunos conductores optaron por subirse a las aceras, retroceder arbitrariamente y, como el mejor de los faquires, tragarse las flechas de algunas calles.
Como era mediodía, el sol pegaba sobre aquella escena, especie de cuadro no descubierto de Dalí.  Hacía rato había apagado el carro con la esperanza de que se refrescara (usted sabe que a veces a uno le da por  tratar al carro como un animal que se cansa y se fatiga). Mi hijo de nueve años aprovechó la tranca para ir a jugar con un perro mientras yo lo miraba con ternura. Sin saberlo, él me dio la clave para entender, y saber enfrentar,  nuestro muy merideño “todo en uno”. Los mensajes de Don Miguel Ruiz, el de los Cuatro Acuerdos, y de Deepak Chopra, el de las Siete Leyes Espirituales, vinieron a mi mente como una brisa fresca, como un vaso de agua helada en medio del fatigoso desierto. “No te tomes nada personalmente”, aconseja Don Miguel; “Deja que fluya la ley del menor esfuerzo”, afirma el maestro Chopra.
Supe pues que esta es la ciudad que hemos construido con nuestras omisiones, nuestras decisiones políticas y nuestras acciones. El caos es nuestro momento. Claro que todo esto debe cambiar, de eso no hay duda, pero mientras todo confluye y se hace uno, toca bajarse del carro y ponerse a jugar con los perros.

La renuncia como respeto






Ayer leí una noticia dolorosa: 47 niños murieron en Egipto, como consecuencia de un accidente que involucró al autobús donde viajaban y a un tren. Aparentemente, el chofer que conducía el autobús repleto de niños intentó cruzar la vía del tren. No tuvo éxito y él conductor murió junto con sus pequeños pasajeros. Hay 18 heridos que luchan por sus vidas en los hospitales.
Sin embargo, no es del accidente que deseo precisar esta nota, sino de la decisión del Ministro de Transporte de Egipto, Rashad Al Metini de renunciar al cargo. El funcionario afirmó que “acepta la responsabilidad”. Con el ministro, también renunció el responsable del sistema de trenes de ese país. Valga decir que más allá de las razones de fondo de la renuncia (es decir, si se hace por verdadera consciencia o por presiones) lo cierto es que en ciertas circunstancias éste será siempre un acto de mínimo respeto para con la víctimas y sus familiares. Cabría reflexionar sobre las tantas tragedias nuestras y la posición que suelen asumir muchos funcionarios públicos, sean estos del color político que sea, sean estos de gobiernos municipales, estatales o nacional.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Kilómetros per cápita





Hacía un buen rato – un rato largo como dicen ahora – que no leíamos una noticia en la prensa local relacionada con una obra de vialidad de regular o gran envergadura, para el área metropolitana de Mérida. Pero, para nuestra grata sorpresa, el pasada sábado el actual Gobernador informó sobre el inicio – reinicio cabría decir – de las obras para la segunda etapa del bautizado Enlace Don Pedro.
¿Qué es el enlace Don Pedro? Se trata precisamente de una vía que interconecta dos alternativas viales, en este caso el Puente de La Pedregosa (al final de la avenida Los Próceres, o Panamericana como algunos la llaman), hasta la parte posterior de La Mata, específicamente  las residencias Serranía Casa Club Serranía, una urbanización vecina del sector F de Los Curos.
Según los datos aportados por el Gobernador Marcos Díaz Orellana, este enlace tendrá una longitud de mil 200 metros y se constituirá en una de las obras fundamentales para aliviar el tránsito en la zona sur de la ciudad de Mérida. Será particularmente útil para los vecinos de Los Curos, La Pedregosa y zonas aledañas.
Cuando decíamos que había una ausencia de buenas noticias sobre vialidad, es porque la última obra que recordamos construida en la zona metropolitana (es decir en los municipios Santos Marquina, Libertador y Campo Elías) fue el enlace vial de acceso al estadio Metropolitano, con mucho la obra de infraestructura vial más importante de la última década en la ciudad.
Por supuesto que gracias a los trabajos del trolebús Mérida ha contado con algunas obras y mejoras bien importantes. Por ejemplo, el enlace que permite comunicar la avenida Andrés Bello con la avenida 16 de septiembre. La referida es una vía del sistema trolebús pero que beneficia la transitabilidad de la ciudad en ese nodo en torno a Pie del Llano.
Si bien el enlace Don Pedro, que suma una nueva inversión de 5 millones de bolívares (antiguos 5 mil millones) debía estar terminado, al menos debemos agradecer que no lo hayan olvidado. Por cierto, la información que leímos no indica para qué fecha piensan inaugurar la obra, tal vez porque nadie sepa ese dato fundamental.
Más allá del enlace, no debemos olvidar que la actual gestión de gobierno había anunciado y prometido los recursos para una vía que comunicaría Las Américas con la Pedregosa Sur (presumimos que por algún lugar detrás del cementerio La Inmaculada). En el mismo estante de obras emblemáticas está la Perimetral Sur y la entrada norte de la ciudad de Mérida, un viaducto que eliminaría el cuello de botella en el sector de La Vuelta de Lola.
Sería muy importante saber hasta qué punto las obras que tiene en mente la gobernación y la alcaldía de Libertador se compaginan, acompañan y soportan con las obras de Tromerca, la empresa responsable de la construcción y operación del trolebús que, quiérase o no, es el elemento urbano sobre el que gira la ciudad presente y de seguro la que debemos erigir con un mínimo de sapiencia e inteligencia.
Más aún, cabría preguntarse hasta qué punto los tres entes mencionado, saben, conocen y manejan, la información que desde la Universidad de Los Andes (ULA) se ha atesorado durante décadas de estudio, cálculos, mediciones, diseños y propuestas, de decenas de investigaciones sobre vialidad e ideas para mejorar el tránsito de la ciudad y, en general, la movilidad toda.
Siempre se ha dicho que en Mérida no se pueden construir nuevas vías porque “no hay espacio”. Me parece que tal aseveración esconde una pobre consideración de la creatividad y el “ingenio de la ingeniería” y de los hombres que la hacen posible. Veamos  como en otras latitudes hay ciudades más densas, más complejas y con la misma precariedad de espacio, que retan con empeño las limitaciones que creíamos insalvables.
Por ahora, y sin que esto suene a una promoción del uso de los vehículos, ojalá terminen el enlace Don Pedro y nos regalen más kilómetros per cápita a los habitantes de esta ciudad. He allí una tarea clara para el nuevo gobernador.

Como dato de lo que puede hacer la ingeniería, los invitados a ver este sitio donde se puede observar como el espacio es vencido por ingenio. Se trata de Autopistas Elevadas en Osaka, Japón. No es que quiera ver a Mérida como semejante embrollo urbano, sino que no es posible levantar la bandera de las limitaciones topográficas para no hacer nada.