domingo, 24 de noviembre de 2013

¿Estamos de acuerdo?




El texto que sigue fue escrito el 30 de septiembre del año 2012, previo a las elecciones presidenciales del 7 de octubre de ese año, acto en el que resultaría victorioso el ahora fallecido Presidente Hugo Chávez Frías.
Desde aquel momento hasta ahora han pasado situaciones políticas que pudiéramos calificar, si bien no necesariamente extremas, al menos, sí, complejas y de delicadas repercusiones para el cuerpo social del país.
Cada vez que los  venezolanos acudimos  a votar lo  hacemos, como es de esperarse, con distintas visiones. Lo que buscamos con este escrito es que  pese a las diferencias políticas, el destino de la patria esté soportado en la posibilidad de reconocernos como habitantes de un país que no puede fragmentarse en función de las pasiones de un momento político que, a fin de cuentas, es sólo un   paso más en el largo camino de una vida mejor.
Aquí reproducimos el texto -  con las correcciones de  fecha que el caso amerita – ya que entendemos que siempre necesitamos recordarnos que la violencia no es una opción. 



El escritor mexicano Miguel Ruiz escribió el mundialmente famoso libro Los Cuatro Acuerdos, un texto de gran impacto humano surgido de las interpretaciones hechas a partir del legado filosófico encerrado en la sabiduría tolteca.
Los cuatro acuerdos del Doctor Ruiz pretenden ser una guía para conducirnos sin sufrimientos en nuestro tránsito por la vida.
Nuestros cuatro acuerdos electorales no tienen, ni remotamente, tan ambiciosa meta, pero creo oportuno manifestarlos dada la cercanía del proceso  electoral planteado  para  el domingo 8 de diciembre acto que implica la movilización multitudinaria de distintas visiones de país pero, confío en lo más profundo, todas movidas por la creencia de que podemos vivir mejor no sólo en términos materiales sino también desde la perspectiva espiritual, mental y afectiva. Es decir, también el propósito debe ser, sin más, alcanzar un país alejado de los factores que pueden activar el sufrimiento en sus distintas acepciones.

El primer acuerdo: votar
Ese debe ser el primer acto natural de quienes participamos en democracia. El 8 de diciembre implica levantarse temprano y acudir al centro de votación que nos corresponda y, civilizadamente, esperar nuestro turno de ejercer el voto por aquel que consideremos interpreta nuestra aspiración de vivir mejor. Pese a que no pronunciemos ni una sola palabra, votar, plasmar nuestro voto, implica un poderoso verbo, un discurso de lo que pensamos y deseamos. Por tanto, quien vota, más allá de los resultados, debe sentir que hizo su parte, colocó su ladrillo en la pared. Es un acto democráticamente liberador.


El segundo acuerdo: confiar

Si usted va a votar es porque confía en la posibilidad de que su voto se concrete tal cual lo ha expresado. Votar conlleva a depositar un mínimo de confianza en el proceso comicial. Además, no sólo las propias autoridades lo han dicho sino también las partes políticas que acuden al acto y algunos analistas internacionales serios: todo indica que el sistema electoral es capaz de producir resultados confiables. O lo que es lo mismo: la opción ganadora se corresponderá con la voluntad popular, más allá de cualquier elemento perturbador que se genere que, no obstante, no llegaría a empañar el resultado final.



Tercer acuerdo: respetar

Tal vez sea el acuerdo  electoral que más cueste concretar. Una vez conocidos los resultados, tanto ganadores como no ganadores deben exhibir su total capacidad cívica y madures democrática. Es el momento cuando se mide el talante pacífico y de respeto al otro, expresado por aquellos que han estado durante meses debatiendo y promocionando a sus candidatos. Respetar es más duro para aquel que no ha obtenido la victoria. Pero si hemos votado, hemos confiado, debemos comprender que el resultado es una expresión de una mayoría cuya decisión merece nuestro aval como partes actuantes en el juego democrático.


Cuarto acuerdo: trabajar

Aquellos que resultaron ganadores como opción política, me refiero a los ciudadanos que votaron por el candidato que sencillamente obtuvo más votos, tendrán al día siguiente de las elecciones el mismo país que habitan los que no pudieron alcanzar la mayoría. Eso implica hermandad, vecindad, unión entre iguales. La celebración, el festejo, al igual que la tristeza, e incluso la rabia, son compresibles emociones humanas pero deben tener su momento, su proporción. Luego, pasada la página de la historia electoral,  cada quien tiene una sola opción: trabajar para vivir y para construir aquello que justifica nuestra transito por el mundo: su felicidad, la de los suyos, la de un país mejor. Los que ganaron ciertamente lo harán con el ánimo y la esperanza de tiempos mejores. Los que perdieron siempre tendrán la opción de soñar pero, al igual que a los otros, les toca trabajar para alcanzar lo que desean.
Son cuatro a cuerdos sencillos pero cuya aplicación permite transitar una nueva etapa en paz y respeto, tal como se supone es el signo de los venezolanos. Votar, confiar, respetar y luego trabajar...Ese debe ser el acuerdo.


viernes, 22 de noviembre de 2013

20 mil veces gracias



El Blog MI CIUDAD alcanzó sus primeras 20 mil visitas.  Desde que decidiéramos darle vida a este  espacio, se generó, como todo en la vida, la responsabilidad de alimentarlo. Ya van más de 250  entradas (o post)  cada uno, una intención de generar discusión, opinión, comprensión  y  debate  sobre  los temas que nos llenan a Mérida que, a fin de cuentas,  es MI CIUDAD,  tu ciudad, nuestro espacio. Con Mérida como pretexto, podemos abordar los problemas que llaman la atención  de los  espacios urbanos  modernos. Es por ello que vemos a Mérida como un laboratorio donde se pueden analizar esos asuntos que   marcan   tendencias en todas nuestras urbes.

Claro,  20  mil es sólo un número. Pero para nosotros significan personas con el interés en estos temas. A ustedes gracias por las visitas y  por los encuentros que vendrán.

Un decorado navideño le hace marco a la cultura ciudadana



Como parte del Proyecto Interinstitucional Cooperativo Vida Pública y Cultura Ciudadana  el Grupo de Investigaciones sobre El Espacio Público (Gisep),  de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Los Andes, y la Empresa Venezolana de Teleféricos (VENTEL) invitan a los merideños a participar en las actividades organizadas para celebrar la llegada de las festividades navideñas. 
En tal sentido este sábado 23 de noviembre, a partir de las 9:00am, las citadas instituciones estarán sumando  su   alegría pre  decembrina junto a miembros de las comunidades adyacentes al Parque Ruíz Fonseca, ubicado en la Avenida Urdaneta, cerca del Colegio Fátima.  Todos estarán elaborando en forma participativa la ornamentación del mobiliario del Parque utilizando para ello materiales de desechos. 
Más adelante, el día sábado 30 del mes en curso, se realizará una   nueva  reunión,  abierta a todo aquel  que  desee  participar, a efectuarse en el mismo Parque Ruíz Fonseca para regalarle a la ciudad un espacio para el encuentro y la convivencia, colocando los adornos y disfrutando de un programa artístico musical con diversas agrupaciones provenientes del Sector Santa Rosa, el Sistema de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles del Estado Mérida, la Universidad Politécnica Santiago Mariño, AMEPANE y la Dirección de Cultura y Extensión de la Universidad de Los Andes, entre otros.   
Se trata del   inicio   de una   serie de acciones centradas en el rescate de  los espacios  públicos  como herramienyta  pata vida  pública  y  el  engradecimiento de  nuestra cultura ciudadana.

domingo, 17 de noviembre de 2013

En el 2014… ¿Seguirá reinando la basura?



Una de las ciudades más importantes de Europa estuvo, durante casi dos semanas, viviendo en  cuerpo y alma lo que los merideños padecemos desde hace meses: la acumulación de basura en cada esquina, en cada calle, en cada  plaza, en cada rincón de la ciudad.
Me refiero a la crisis de salubridad que mantuvo a la  capital española, Madrid, a un paso de declararse en  emergencia sanitaria. Este domingo 17 de diciembre, tras largas deliberaciones, las autoridades del ayuntamiento madridista y los sindicatos en pugna por lograr mejoras laborales, llegaron a un  acuerdo  que ha permitido suponer la vuelta a la normalidad, esto es: una ciudad que destaca por su limpieza y pulcritud pese a ser una las más pobladas del viejo continente con más de 3 millones de habitantes  (cantidad que  asciende a más de 6 millones si se incluye la  zona metropolitana).
La pestilencia, la presencia de alimañas, roedores así como el mal aspecto y aversión que semejante escenario produce en cualquier ser humano, fueron la nota resaltante de Madrid estos días de noviembre y pese a que ya el problema haya sido conjurado, puso en relieve algunas claves importantes sobre la   trascendencia del servicio de aseo urbano y domiciliario en las ciudades modernas.
Un primer aspecto que resulta evidente a partir de la crisis de la basura sufrida en Madrid durante estas dos semanas es que una ciudad -  sobre toda una de las proporciones de la capital de España - necesita de un servicio permanente y, digamos, profesional, de limpieza y recolección de desechos. Es decir, más allá de la conciencia cívica que los ciudadanos puedan manifestar llegará un momento en el cual se hará inviable la autorregulación de la producción de los desperdicios que diariamente genera la dinámica de la vida moderna, por lo que será impostergable la activación inmediata de los servicios de limpieza, so pena de terminar enterrados, literalmente, bajo la inmundicia.
Lo segundo es que los seres humanos, dados nuestros  hábitos de consumo actuales, somos verdaderas máquinas de producir desechos y que la huella que dejamos sobre el territorio, en cuanto a impacto ambiental, es proporcional al consumo y poder adquisitivo de los habitantes.
La crisis española demostró que pese a la vital necesidad de mantener la limpieza, la decisiones políticas, la gerencia, la gestión pública, juegan un papel  muy destacado en el camino de atender con urgencia este tipo de situaciones que puede golpear a cualquier ciudad y que la coloca contra las cuerdas en cuanto a su viabilidad como espacio para la vida. O sea: las crisis con la basura no son hechos anecdóticos sino verdaderas situaciones límites que deben ser atendidas. La clase política de Madrid lo comprendió a tiempo.
Ahora bien ¿Qué podemos tomar los merideños, Mérida como ciudad, de este ejemplo reciente de atención a una crisis generada por la basura, en este caso más allá de la inmensidad del océano Atlántico?
Parece claro que en nuestra ciudad el problema sigue campante, con la basura aún como dueña y señora de los espacios públicos.
Como los hábitos de consumo siguen siendo poco amables con el ambiente y como es imposible suponer una conciencia ciudadana que mitigue el impacto del mal servicio (asunto que de conseguirse sería a muy largo plazo) no queda otra opción que la acción decidida en el campo  de las decisiones políticas y de los entes de gobierno.

A las autoridades – sobre todo a las que asuman  la alcaldía de Libertador – les toca decidir en estas semanas si recibimos el 2014 con el rostro limpio o si las bolsas negras llenas de desechos sustituirán a las personas como los nuevos ciudadanos que caminan como si nada por las aceras. 

La fuente de La Vuelta





Es impresionante lo que una fuente puede lograr como elemento urbano.
En varias ciudades del mundo las fuentes son de los espacios más concurridos y visitados.
Por ejemplo, la Fontana di Trevi es un símbolo de Roma y por lo mismo está anotada en la mayoría de los recorridos de los turistas.
Otra fuente icónica es la llamada fuente Buckingham, aunque no está en Inglaterra sino en Chicago, en Estados Unidos.
Una fuente impresionante es la del Rey Fahd,  situada en Arabia Saudí, la  cual, por cierto, es considerada la fuente con el chorro de agua más alto de todo el mundo, ya que alcanza los 300 metros de altura.

Los merideños disfrutamos desde hace unas semanas de la fuente de la redoma 5 Águilas Blancas, en la Vuelta de Lola, ubicada en la entrada norte de Mérida. Su columna de agua, que se eleva 25 metros, es todo un espectáculo y ya se ha ganado la atención de los turistas. Ojalá la mantengamos, la cuidemos y mejoremos. 

Si quieres leer más sobre el tema, acá te dejo el siguiente enlace para que conozca más sobre las FUENTES

domingo, 10 de noviembre de 2013

Estamos hechos de lo mismo




Cuando salimos al supermercado, o a hacer las compras en cualquier establecimiento comercial, no somos rivales. Me refiero a quienes solemos llamar chavistas, oficialistas o vinculados al gobierno – presuntamente ubicados de un lado del país – y los que se denominan o suelen llamarse opositores, antichavistas o cualquier otra etiqueta – colocados, falsamente, en el extremo contrario de los otros -. No somos rivales porque, sencillamente, pagamos con la misma moneda, en las mismas condiciones inflacionarias, los mismos productos que la escasez y la especulación nos permiten adquirir. Allí no somos rivales, en ese momento cuando enfrentamos la caja registradora y nos dicen “son 2 mil 300 bolívares” y miramos el carrito y sólo hay “tres bolsitas”. Allí somos iguales. Iguales, igualitos.
Tampoco somos rivales, ni especies diferentes, cuando salimos a caminar por la ciudad y un par de tipos nos apuntan con una pistola y nos quitan todo lo que cargamos encima. Allí no hay distinciones: la delincuencia, sépalo de una buena vez, no ve diferencias.
Tampoco somos distintos cuando – Dios no libre – tenemos un accidente y vamos al hospital. Allí la sangre es del mismo color y al aliento de vida lo sostienen los mismos hilos. Le imploramos y rezamos al mismo Dios y si no nos escucha derramamos las mismas lágrimas, iguales, igualitas.
No somos rivales, no somos distintos, cuando vamos a la funeraria. Ni al cementerio. En esos lugares la democracia suele gobernar o al menos un sistema justo donde todos, más allá de las flores plásticas o las naturales, terminarán en polvo.

Nos parecemos mucho, demasiado, cuando se va la luz en nuestra cuadra o cuando la buseta no pasa temprano. Tampoco nos diferencia el funcionario matraquero, que ante la taquilla del organismo nos pide el pago de un peaje injusto por hacer lo que el Estado le paga. No somos rivales o, más bien, no deberíamos serlo, porque, en esta vida somos demasiados parecidos: jugamos para el mismo equipo, usamos la misma gorra. Son otros los que nos quieren separados.

domingo, 3 de noviembre de 2013

El extraño síndrome del edificio recién pintado




Vivo en una zona muy urbanizada en la que hay más edificios que árboles. Es el Conjunto Residencial Cardenal Quintero, un pequeño espacio donde en once edificios se apiñan más de 400 apartamentos, en cada uno un hogar, en cada hogar una familia. Una familia, debo aclarar, en el sentido amplio: tres estudiantes compartiendo el alquiler, son una familia. La señora que cuida a su madre anciana, es una familia. Incluso es una familia la pareja del mismo sexo que decidió que más allá de los chismes de ascensor era preferible compartir amores de estos tiempos.
Claro, hay las familias  “típicas”  con el papá, la mamá, los  hijos, la mascota y las deudas.
Lo que quiero decir es que donde vivo es un sitio común, una comunidad normal en toda ciudad  venezolana. Pese a algunos rasgos negativos descritos  más arriba, me gusta mi sector,  me siento bien con la mayoría de los vecinos y   porque,   además, aún mi ventana no ha sido tapada por otro edificio, por lo que de vez en cuando puedo mirar la montaña y hacer  el ejercicio mental de imitar el vuelo liberador de los pájaros.
Por lo tanto, en mis elucubraciones ciudadanas estimo que lo que pasa en Cardenal Quintero puede ocurrir muy parecido en otros espacios urbanos de    Venezuela y ¿por qué no?, de Latinoamérica.  Eso para no ir más allá de estas amplias fronteras culturales que representa nuestro continente.
Pero volvamos a Cardenal Quintero. Hace no más de tres años los vecinos  de una de las torres decidieron pintar su edificio. La decisión desató, como era de  esperarse, opiniones encontradas.  Alguien criticó la   decisión “unilateral”  de esos vecinos por pintar su edificio cuando en reuniones previas, entre todas las  juntas de condominio, se había decidido que habían  problemas de inversión más urgentes como, por   ejemplo, reparar la loza superior del  estacionamiento la cual muestra claros signos de deterioro y que   incluso pudiera venirse abajo el día menos pensado.
En resumidas cuentas, los vecinos de la torre en   cuestión decidieron pintar haciendo una  cuantiosa inversión para que el trabajo quedara lo mejor posible. Pintaron su edificio de una bonita  combinación de blanco y amarillo.
Sin que nadie lo advirtiera se desató el síndrome del   edificio recién pintado. La torre lucía como una flor   en medio del pantano. La presión visual que se generó  empezó a producir cambios de actitud en vecinos  de  otras torres. 
La torre vecina a la recién pintada, inició sus trabajos  de pintura eso sí, con colores propios. Y así la otra   torre, y la otra, y la otra.
En  cuestión  de meses la  totalidad de los  edificios  estaban pintados y aún hoy  el  efecto trascendió las fronteras  del Conjunto Residencial para  replicarse   en comunidades aledañas.
Lo acontecido aún hoy me parece un interesante comportamiento social en cuya genética pudiera  encontrarse  la clave de un tipo de participación y  acción a partir de nuestras virtudes  y nuestros  defectos. Pienso que en las iniciativas para pintar los  edificios hubo algo de cierta “envidia”  y el típico  planteamiento de “nosotros no somos menos que   nadie” como gráficamente me lo espetó por todo el   cañón una vecina  para lo   cual  su  edificio  no  podía verse peor que el de la vecina de la torre 5.  Cuestión de una extraña alcurnia, pues.   
Es bueno advertir que la inversión para la pintura - necesaria por lo demás  -  era bastante superior a otras urgencias de nuestra  comunidad.  Pero una sola pieza produjo un efecto dominó que dejó a un lado lo caro,  lo costoso de la inversión y las incomodidades.

¿Cómo participamos?, ¿Qué nos anima a hacerlo?, ¿Cómo lograr la unión de todos por un proyecto?... Me   quedan esas preguntas y, les confieso, no sé si las respuestas están en el síndrome del edificio recién pintado.

Ciudad y Navidad



Por ser diciembre el mes de la Navidad y el preámbulo   del Año Nuevo y por ser Mérida uno de los destinos preferidos por los venezolanos para pasar unas vacaciones familiares, creo que la oportunidad se   pinta para terminar de hacer lo que faltó durante la Fitven.
Me refiero a que, por ejemplo, sería buen momento para poner en funcionamiento la Plaza de Las Heroínas, una obra que, por cierto, había sido prometida por las autoridades para ser inaugurada el pasado 24 de octubre, en el inicio de la Fitven.

Y así como Las Heroínas, recuperar  y mejorar otros  espacios,  terminar de atacar las rayas de la agresión  electoral y darle luz a una ciudad que de noche no puede mostrar lo bella que es.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Ecuador se atreve a soñar con una "Ciudad del Conocimiento"


No es broma: Ecuador se ha tomado muy en serio un proyecto que denomina Ciudad del Conocimiento, una apuesta Gubernamental por hacer de la investigación científica, el conocimiento, la tecnología, la innovación, el combustible para apuntalar su futuro económico. Les dejo una nota   informativa (tomada del sitio   Web  del   proyecto: http://www.yachay.gob.ec/) que habla de  la visión que personajes tan  afamados   como Steve Wozniak, de Apple, ven  en  la iniciaitiva. Además un video  que explica el ambicioso proyecto.

boletin_wozniak
Quito, 16 de octubre de 2013.- Héctor Rodríguez, Gerente General de Yachay EP, compartió la iniciativa del proyecto ‘Ciudad del Conocimiento, Yachay’, con Steve Wozniak, creador del primer computador personal y co-fundador de la compañía Apple, durante la conferencia magistral que se efectuó en el hotel Marriot de Quito y que tuvo a Wozniak como invitado especial. La iniciativa contó con el respaldo de varios auspiciantes del sector público y privado, dentro de los que Yachay EP tuvo destacada participación.
 “Me encantaría dar clases en Yachay” fue una de las respuestas de Steve Wozniak ante las inquietudes de los asistentes que se dieron cita para conocer a uno de los hombres que promovió la Revolución Tecnológica en el mundo. Durante la conferencia, recordó que en la universidad, al conocer a uno de sus mejores amigos, Steve Jobs, empezaron a soñar y se esforzaron por convertir sus anhelos en realidad. “Al inicio se empieza con poco, hay que ir paso a paso persiguiendo nuestros sueños. Pero deben existir lugares donde esos sueños se pueden hacer realidad. Me alegra ver la iniciativa del gobierno, al crear YACHAY, ya que este lugar dará impulso al desarrollo de esos sueños”, indicó Wozniak.
El norteamericano es reconocido a nivel planetario por ser protagonista en el desarrollo de la Revolución Tecnológica de Silicon Valley (ubicado en California – Estados Unidos). “Estoy muy entusiasmado al ver que Ecuador, mi país favorito de Sudamérica, haya emprendido el proyecto para crear una ‘Ciudad del Conocimiento’. El concepto es fantástico porque muestra la mentalidad que tienen sobre el futuro, ahora los jóvenes con destrezas serán motivados para que puedan desarrollar sus ideas”, enfatizó ‘Wozniak’, de 63 años de edad.
 Héctor Rodríguez, apuntó que el proyecto Yachay está direccionado a cambiar la matriz productiva del Ecuador, en base al desarrollo del conocimiento y apuntó como ejemplo que los países desarrollados cuentan con una matriz  económica especializada. “Impulsamos la generación de conocimiento con infraestructura de calidad para el desarrollo de ideas innovadoras, con un modelo de gestión eficiente para fomentar el progreso tecnológico y, sobre todo, impulsando la capacitación y desarrollo de conocimiento”, apuntó.