domingo, 29 de junio de 2014

De las plazas refundadas



A mediados del año 1991 (o sea, hace poco más de dos décadas) leí un trabajo periodístico que indicaba que Mérida era la ciudad de Venezuela con mayor cantidad de plazas y parques.
La verdad era que un paneo, un otear sobre la Mérida de inicios de los 90, revelaba que era del todo cierta esa información sobre la gran cantidad de espacios públicos disponibles. Plazas por aquí, parques por allá.
En son de broma, en una oportunidad el ex alcalde Fortunato González afirmó que Mérida era también la ciudad con más estatuas y bustos del país, y que llegado el momento cada uno de nosotros (¿por qué no?) tendría su propio legado en cemento, para no decir bronce u otro mineral más codiciado.
Así, una plaza dedicada al fútbol (allí, junto a Glorias Patrias) con un balón coronando el pedestal, hasta un inquieto Charlot pedestre – como todo Charlot - allá en la avenida 1, hasta un avión militar, un tanque, una trucha, heroínas y héroes, escritores, artistas y hasta un Orlando Paredes, especie de gurú local de la belleza o también el “Osmel Sousa merideño”, todos tienen aquí en Mérida su espacio para el homenaje, su plaza, su busto.
Pero bien, el tema de la cantidad de espacio público disponible es crucial en los registros modernos más exigentes para determinar puntajes sobre calidad de vida. Para decirlo más claro: a más espacios públicos, mejor calidad de vida. No es la única variable, se entiende, pero sí es una que con el correr de las décadas y la presión demográfica sobre las ciudades, se vuelve más determinante.
El caso es que nuestra cantidad puede ser motivo de orgullo pero la calidad de esos espacios, sobre todo en lo referente al mantenimiento y conservación, es una prueba que dudosamente podríamos pasar.
Hay plazas, incluso, que fueron tragadas por el olvido gubernamental. Por ejemplo, el Paseo Luciano Noguera Mora, que comunicaba a la avenida Andrés Bello con la entrada a la urbanización Belenzate, usando las riberas del río Albarregas: éste espacio desapareció por falta de mantenimiento.
Eventualmente una administración en la alcaldía corta el monte, recoge la basura de esos espacios olvidados y es como si, cual hallazgo arqueológico, hubiesen dado con una plaza perdida de una civilización remota. Entonces, con toda pompa, “inauguran” la nueva plaza, tal vez con nuevos bustos u otros motivos. Pero no es más que un espacio que ya estaba allí, sólo que la refundación, por lo visto, aporta mucho para el prestigio de la gestión del gobierno local o regional.
Dada la situación de precariedad de algunas plazas, cualquiera agradecería el  “rescate”, más allá de que un operativo de limpieza, iluminación, arreglo y pintura sea catalogado de inauguración. Eso es lo de menos: lo importante sería que realmente existiera un proyecto completo que monitoree de norte a sur y de este a oeste, todos los espacios públicos que existen en la ciudad y se le mantenga en condiciones de uso, para que puedan ser sumados, computados, a los metros cuadrados que requiere Mérida para su desarrollo humano.
Valga agradecer al sistema de transporte masivo Trolebús (puntualmente a Tromerca) el mantenimiento de áreas verdes pertenecientes a esta red. Sabemos que muchos consideran que el Trole no mejoró los espacios públicos sino que, por el contrario, los afectó, los disminuyó. Eso es un tema para la discusión pero debe reconocerse que el servicio al menos aplica una política de mantenimiento que permite disfrutar de cierta estética visual en las área verdes, cosa que se agradece en una ciudad en la que, como hemos apuntado, la basura, el monte, los escombros y la desidia gubernamental y en cierta forma ciudadana, atentan contra esa tradición de espacios verdes por la cual Mérida se ha hecho famosa.

Ahora que el Parque Beethoven va a ser objeto de remodelación y mejoras, una revisión de todos los espacios verdes sería un gran aporte para la Mérida turística.

Sigue la oscurana


 Vista de la avenida Don Tulio, una de las más oscuras de la ciudad


Sorprende la oscuridad que reina en las principales calles y avenidas de la ciudad. Sé que este es un tema difícil para Corpoelec, en el sentido de que se ha hecho pública la dificultad de la empresa eléctrica de contar con suficientes postes, luminarias y cableado para reparar los daños o reponer los frecuentes robos.
Pero algo se debe hacer. La ciudad a oscuras es un atentado contra el turismo y un factor incitante de la criminalidad, ya de por sí desbordada.

Necesitamos, como ciudadanos, que la alcaldía, la Gobernación, Corpoelec y el gobierno central, se unan en una cruzada por devolver a Mérida la iluminación perdida antes de que nos caiga la noche eterna.

domingo, 22 de junio de 2014

Proyectos más claros




Hay buenas noticias rondando el ambiente. En lo personal considero que cada vez que se habla de mejorar la vialidad, las carreteras o facilitar la movilidad, se está dando un impulso fundamental al desarrollo, ya que en esa movilidad eficiente está una de las claves de las sociedades que progresan. No en balde aquel refrán que dice “donde hay movimiento hay vida”.
Hace un mes fue anunciado un paquete de nueve obras o soluciones viales que se desarrollarán en una labor conjunta del Ministerio del Poder Popular para el Transporte Terrestre (Mpptt) y la Gobernación del estado Mérida, en distintos puntos de la geografía regional. Esos nueve proyectos son:
Elevado y mejoramiento del Distribuidor La Vuelta de Lola, en el municipio Libertador, contempla una inversión de 120.000.000,00 y se estima un ahorro de 30 minutos.
Enlace de la Pedregosa, en el municipio Libertador, contempla una inversión de 10.000.000,00 y se estima un ahorro de 40 minutos.
Perimetral de Tovar, en el municipio Tovar, contempla una inversión de 30.000.000,00 y se estima un ahorro de 50 minutos.
Enlace de la Tabay, en el municipio Santos Marquina, contempla una inversión de 8.000.000,00 y se estima un ahorro de 60 minutos.
Enlace Pedro Meza, en el municipio libertador, contempla una inversión de 80.000.000,00 y se estima un ahorro de 40 minutos.
Elevado en el sector centenario – 5 Águilas, en el municipio Campo Elias, contempla una inversión de 100.000.000,00 y se estima un ahorro de 90 minutos.
Mejoramiento del Distribuidor Iberia, en el municipio Alberto Adriana (El Vigía), contempla una inversión de 150.000.000,00 y se estima un ahorro de 80 minutos.
Perimetral Timotes, en el municipio Miranda, contempla una inversión de 10.000.000,00 y se estima un ahorro de 40 minutos.
Puente Santa Cruz de Mora, en el municipio Antonio Pinto Salinas, contempla una inversión de 30.000.000,00 y se estima un ahorro de 100 minutos.
Como lo hemos expresado en anteriores comentarios, no dudamos de la buena fe e intención del Gobernador del estado Mérida, Alexis Ramírez, en  cuanto a que de su gestión surjan obras, proyectos y soluciones para los merideños. Consideramos que toda autoridad pública desea dar respuestas efectivas a los problemas más acuciantes que sufren los ciudadanos a los que sirven.
Lo anterior lo ratificamos una vez más. No se trata de rechazar acciones, de cuestionar trabajos o de dudar de las obras.
Pero estimamos que una de las primeras acciones que puede y debe hacer el gobierno nacional y regional para ganar apoyo a estos proyectos necesarios, es informar cabalmente de la dimensión de estas soluciones viales.
Lo anterior se traduce en presentar ante los merideños y más aún ante las comunidades específicas donde estas obras se desarrollarán, los planos, renders, maquetas u otros elementos que permitan visualizar la escala de la obras.
Es fundamental que la población beneficiaria se entere de otros detalles fundamentales de las obras como: ¿Cuándo se inicia cada una?, ¿Cuál es el cronograma de ejecución?, ¿Cuándo se estima su entrega? Sobre los recursos: ¿Se tienen ya asignados?, ¿De dónde provendrán?
A lo anterior se le deben sumar datos de fácil manejo público como la respuesta de esas soluciones a los flujos vehiculares, materiales constructivos y obras paralelas o colaterales que se requerirán.

Cómo se puede observar, son preguntas con el ánimo de que las buenas noticias no sean interpretadas como proyectos que violenten a la comunidad o se impongan por decisiones centralizadas y ajenas a las expectativas de los ciudadanos.

El reto de la buhonería





Los merideños tenemos un problema fundamental que ningún alcalde – desde que se creó esta figura en 1989 – ha logrado resolver: la presencia de buhoneros en las calles del centro de la ciudad y en otros puntos críticos (como los alrededores del Centro Comercial Vessada II, en la avenida Las Américas).
Hace un mes el gobernador Ramírez habló, textualmente,  de “reubicar a 514 buhoneros del casco central a la estación del Chama del Trolcable, donde se hará un mercado artesanal”.

Nuestra legítima solicitud de aclaratorias sobre este nuevo intento de hacer frente a la buhonería incontrolada, apunta a tres preguntas: ¿Se incluye en esta respuesta al problema la acción y participación de la Alcaldía de Libertador?, ¿Se han revisado todas las experiencias de reubicación anteriores que han terminado en fracaso? Y, finalmente, ¿Se ha considerado que la mayoría de los buhoneros no están interesados en la artesanía ni en la venta de elementos asociados a la cultura local, sino a la venta de artículos que ellos consideran les aportan más ganancias (forros de celulares, prensas íntimas o chucherías?

domingo, 15 de junio de 2014

La batalla de la eficiencia





Me han dicho que en la ciudad de Mérida se empieza a librar la mejor de las batallas, una en la que no hay muertos ni heridos, ni muchos menos destrucción y caos. Todo lo contrario: es la batalla de la eficiencia en la atención de los espacios públicos.
Los ejércitos: por un lado la Alcaldía de Libertador, quien tiene  al frente al joven Carlos García, responsable de atender a la ciudad de Mérida en sus requerimientos de limpieza y ornato. Por el otro lado: la Gobernación del estado Mérida, encabezada por su titular, el gobernador Alexis Ramírez, claramente preocupado por demostrar que a través de la acción de organismos como Cormetur, se puede lograr que los ciudadanos vean quien trabaja y quién no.
Esta misma semana, en una conversa informal, el propio alcalde García me lo confirmaba: “Bueno, yo no sé si hay una batalla pero he notado que junto a los operativos y acciones de recuperación que emprendemos en la Alcaldía, casi siempre aparecen cuadrillas de la Gobernación haciendo un trabajo en la misma zona”.
Episodios de esta guerra afortunada, los hemos visto en la avenida Gonzalo Picón Febres. Allí, la Alcaldía efectuó un trabajo en tiempo record, de recuperación de la intersección con la calle Los Eucaliptos, frente al Mercado Periférico. Por su parte, la Gobernación sembró de plantas ornamentales, limpió y recuperó la llamada isla central de esa histórica avenida, una de las primeras de la ciudad.
¿Qué motiva a dos entes a enfrascarse en una demostración de quien trabaja más que el otro? Evidentemente la opinión pública. Es decir, ambas dependencias del poder – la una municipal, la otra estadal – buscan dejar en claro ante los ojos de los ciudadanos quién se está ocupando del trabajo, en un intento por crear un mecanismo de comparación que evidencie las deficiencias del otro. Y nada mejor que la calle para hacerlo.
Claro, puede ocurrir que éstas sean sólo especulaciones y en el fondo cada organismo simplemente esté obrando con seriedad ante sus responsabilidades.
Sea como fuere, lo interesante es que en cuestión de un mes la ciudad empieza a mostrar unos cambios evidentes en cuanto a mejoras en la limpieza de calles y avenidas, pintura de paradas, mantenimiento de áreas verdes y plazas, entre otras intervenciones que se agradecen.
De todas formas, de que exista un mano a mano entre una alcaldía y una gobernación no es cosa extraña en Venezuela. Podemos citar muchos ejemplos de estas batallas por el orden, el ornato, la eficiencia que se han protagonizado en distintos estados del país e incluso en la capital donde se mezclan acciones directas del gobierno central.
Un caso emblemático ocurrió desde mediados de la década de los noventa y durante 10 años sostenidos en la ciudad de Maracaibo. Alcaldía y Gobernación desplegaron sus mejores armas para  ocuparse de los espacios públicos y, en cuestión de pocos años, convirtieron a la Ciudad del Sol Amada en una tacita de oro.

¿Podemos estar en presencia de un escenario similar en Mérida? No tengo la respuesta pero, les juro que desearía que las exhibiciones de acciones públicas y de eficiencia se prolongaran por años. Y que gane el mejor…

Mantener: buena señal





A pesar de los pesares, siempre he considerado que en Mérida hay una mínima conducta gubernamental a favor del mantenimiento. Lo demuestran obras como el propio Trolebús que a más de un lustro de operaciones, muestra, en general, un buen mantenimiento de sus equipos y estructuras.
Por supuesto que el estado de la infraestructura del trolebús no se debe a un comportamiento ejemplar de los usuarios. Aquí se debe ser crítico y asumir que el maltrato de los espacios del trole destaca y sobresale  por encima de la conciencia. Como en todo, hay gente muy respetuoso de los bienes públicos y hace el esfuerzo por no rayar, no arrojar basura, no entrar con paquetes y no afectar las unidades.

El buen estado se debe, entonces, a una política más o menos constante que permite que las vías, los equipos y las estaciones funcionen y den una impresión de orden. Bien por la gente de mantenimiento.

domingo, 8 de junio de 2014

Las calles que nos faltan






Una de las evidencias de que  las ciudades crecen y se desarrollan la podemos encontrar en sus calles y avenidas.
He visitado pueblos en Venezuela, en los que solía pasar las vacaciones de mi infancia y me sorprendo de que las mismas callecitas por la que corríamos alegres tras un balón, sean las mismas que en aquel tiempo.
Por el contrario, algunas ciudades lucen irreconocibles: hay puentes, elevados, viaductos, nuevas avenidas, calles ampliadas y, en fin, toda la infraestructura que delata que estamos en presencia de una ciudad viva. Creo que Barquisimeto, Maracaibo y Valencia muestran algunos de estos rasgos positivos aunque, de seguro, no en la proporción ni en la magnitud que los habitantes de esas urbes desearían.
En el caso de Mérida hay buenas y malas noticias en este tema del desarrollo vial. Una amiga, que se fue a los Estados Unidos alrededor de 2005 y que en diciembre pasado regresó de visita por unos días a Mérida, quedó gratamente sorprendida de los cambios que observó en su recorrido desde Ejido a Mérida, en especial por las transformaciones urbanas generadas por el sistema de transporte masivo.
Le expliqué a esta amiga que la construcción del Trolebús había alebrestado las lógicas polémicas que las grandes obras de infraestructura suscitan entre los habitantes de las ciudades, y que había personas que deploraban los efectos que el trole acarreó a avenidas como a la Andrés Bello. Le dije que, sin embargo, otros consideramos al trole una obra que puede deparar muchos aspectos positivos para Mérida y que aún falta por alcanzar el ideal de “sistema” que la obra prometió para, solo así, ponderar el impacto que tendrá para la ciudad.
Lo que quiero apuntar es que si bien es cierto que en Mérida es larga la lista de obras viales necesarias y urgentes que le faltan al inventario urbano, también es cierto que en comparación con muchas otras ciudades del país, la nuestra ha sido una urbe con cambios evidentes en parte de su trama vial, fundamentalmente por el impacto que el trolebús ha generado. En pocas palabras, sino fuese por el trolebús Mérida mostraría casi un nulo avance en materia de evolución de su oferta de calles y avenidas.
De esa lista de las calles que nos faltan, destacan algunos proyectos que, como era de esperarse, se comenzaron a ejecutar y un buen día fueron entregados a ese dios que nos gobierna que es la falta de continuidad administrativa.
Por ejemplo: la perimetral sur, una vía a manera de variante, que partiría de la entrada sur de Ejido (más o menos frente a Makro, en Pozo Hondo) y que, trazada en paralelo al río Chama, desembocaría en Tabay, enlazando con la Trasandina. Es decir, permitiría llegar a la vía hacia el Paramo sin pasar por el centro de Ejido ni por la meseta de Mérida.
Otra obra: el viaducto norte de la Vuelta de Lola. Aunque poco publicitada, los últimos gobernadores han anunciado en algún momento que se ocuparían de este sistema de vías que permitiría ingresar a la ciudad sin pasar por Mucujún ni tener que enfrentar el minúsculo espacio de entrada y salida frente a la sede de Tránsito Terrestre. Se trata de una obra compleja pero necesaria.
Sobre lo anterior Vicente Alarcón, de la Dirección de Infraestructura de la Gobernación del estado Mérida, recientemente explicó que la obra en cuestión es un elevado, denominado Cinco Águilas Blancas, en la zona norte, entrada a la ciudad de Mérida por el sector La Vuelta de Lola, cuya inversión es de 82 millones de bolívares, “y el cual se iniciará en aproximadamente 15 días, una vez se cumpla el proceso de licitación y contratación de la empresa que la ejecutará; el mismo tendrá una longitud de alrededor de 200 metros”.
Una tercera obra que se  cuenta en la lista de las urgentes es el sistema de elevados para al menos tres nudos críticos de la ciudad: Pie del Llano, Las Américas con Calle 26 y Las Américas con Los Próceres.

Esperemos que la actual gestión pueda entregar al menos una de estas grandes obras. Sería un gesto para la ciudad que crece.

Cuidar la Creación desde la Ciudad: Misión Humana (*)




El presente trabajo de la profesora Marlene Morales forma parte de una serie de artículos elaborados por el Grupo de Investigación sobre el Espacio Público (Gisep) de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Los Andes, en el marco del Proyecto “Revalorización de la identidad del merideño a partir de su cultura, espacios y vida ciudadana” que emprende en conjunto con la Empresa Venezolana de Teleféricos C.A.  (Ventel). El objetivo de esta iniciativa es contribuir a la formación de ciudadanía a través del enriquecimiento de la vida urbana de la ciudad de Mérida, mediante el desarrollo de actividades culturales y turísticas en sus espacios públicos.


Por:   MSc. Marlene Morales Sueke

Una vez me dijo el Anciano Uitoto Don Víctor Martínez, del Amazonas colombiano: “Uds. También tienen su historia sagrada, deben estudiarla y narrarla cada día, como nosotros hacemos en las noches. A Uds. también El Creador les dijo cómo comportarse.” Si. Es cierto. El Dios que dialoga a través de la Creación toda, Dios Creador de la Belleza visible e invisible, Dios de la Palabra Creadora: El sexto día creó al hombre y la mujer, a Su imagen y semejanza, “procread y multiplicaos.” (Gn 1,20-2,4). . . Y dijo: Sean señores de los animales que he creado y sobre todo cuanto vive sobre la Tierra. . . Nos dio entonces las semillas para cultivar y que sus frutos nos sirvieran de alimento. . .

Si aún nosotros y los gobiernos, seguimos sin tener claro qué significa ser Señor, y decidimos que domini: es dominar avasallando a los otros seres de la Creación, continuaremos en ese error que ya tiene consecuencias sobre nuestras propias vidas. Para entender qué significa ser señor, en esta otra cosmovisión occidental, podríamos reflexionar sobre la vida del Hijo de Dios entre nosotros, como hecho histórico. Es un Señor de Vida, Fiel en su Amor hacia su Creación, Señor que dialoga, que nos creó con libre albedrío y por tanto responsables, que nos comprende en nuestra esencia. Las culturas originarias americanas coinciden con la visión creacionista occidental en que la Creación es un acto sagrado de Dios. Coinciden todas esas culturas originarias en que “la Creación se hizo para ser espacio de oración.” (Ratzinger, J. 2001. En el Principio Creó Dios). Que en palabras de la modernidad significan espacios de respeto y convivencia. La Creación como acto de Amor mutuo. “Todos los pueblos (y sus culturas) han sido sabedores de esto. He constatado siempre cómo en las grandes tradiciones de los pueblos perdura una profunda unidad con la Fe bíblica (milenaria también como las americanas). . . El peligro existente en nuestras civilizaciones técnicas consiste hoy en que nos hemos apartado de este saber original. . . (lo que) nos impide escuchar el mensaje de la Creación.” (Ratzinger, J. 2001. En el Principio Creó Dios). Y lo que nos aleja de hacer ciudades que respeten los saberes y patrimonios culturales, históricos y naturales de sus territorios.



La cultura de la modernidad, sabemos, tiene aún como característica la desacralización, mientras las culturas milenarias americanas y algunas occidentales plantean lo sagrado como parte de sus diseños de ciudades. De ello, queremos rescatar aquí: ¿Cuál es entonces nuestra tarea con la Creación?: “La tarea que dio Dios al ser humano es que debe cuidar del mundo como creatura de Dios, siguiendo el ritmo de la lógica de la Creación. . . Todos somos una humanidad, creada por Dios de la misma Tierra.” (Ratzinger, J. 2001. En el Principio Creó Dios). ¿Cuáles paradigmas necesitamos incorporar en el diseño de ciudades-verdes y la conservación de nuestros patrimonios? Es necesario que las gobernaciones y alcaldías piensen en ampliar sus paradigmas e incorporar estas visiones que promueven el cuidado de la tierra desde nuestras culturas y legados.

La Escuela debe asumir un rol protagónico, junto a la Familia, en crear experiencias de convivencia y cuidado. Las instancias gubernamentales también necesitan funcionar como guardianas de la Creación, del patrimonio cultural y natural. Promover su conocimiento para valorarlo. Nuestra ciudad, Mérida, es nuestra responsabilidad personal y colectiva. Hacer de la ciudad un jardín y que se respeten los bosques, parques nacionales, monumentos naturales que rodean las ciudades. Mérida, donde el Creador regó Lagunas a su paso, ríos de agua pura de la Sierra, espacio donde la pareja Arco Iris gusta pernoctar. Somos responsables de cada uno de los otros seres que comparten este hermoso espacio: de las caobas, araguaneyes y bucares, de sembrar sus semillas aladas; responsables de la presencia o no de nieve en la Sierra Nevada, los árboles de las plazas, la posibilidad de la neblina una tarde cualquiera, la presencia o no de los pájaros que nos cantan aún cada amanecer, los cóndor y osos frontinos que aún sobreviven, las lagunas y sus encantos; de los 4 ríos que surcan a Mérida de quienes depende nuestra vida; del frío merideño o sus ausencias, de los espacios públicos de concreto o adornados de arbustos y árboles, las construcciones de troles y centros comerciales a costa de los espacios verdes. Apreciar animales, árboles y plantas endémicos, recuperar las enseñanzas que nos ofrecen. Somos responsables de la solidaridad y el respeto hacia el otro.
Tenemos en Mérida Grupos de Rescate y Andinismo, la Facultad de Ciencias Forestales, Facultad de Arquitectura, Facultad de Humanidades, el legado invaluable de estudiosos como Pedro Durant y tantos otros, Ministerio del Ambiente, Inparques, Mintur, Ventel, Inpradem, Bomberos, la Tradición de pueblos indígenas de la región, Teólogos, innumerables personas e instituciones que pueden enriquecer el aprendizaje en escuelas y liceos. A su vez, Escuelas, Liceos, Universidades pueden profundizar actividades de apoyo a los entes gubernamentales para cuidar el regalo que El Creador nos ha dado en custodia.
Una alcaldía, una Gobernación, debe ser creadora de plazas y jardines, espacios culturales y de intercambio; formadora de consciencia, salvadora de árboles, diseñadora de ciudades-verdes y ciudadanos conscientes. Deben ser creadora de eco-urbanismos, bosques, escuelas-verdes; defensora de las culturas, el saber, las universidades y sus investigaciones; cuidadora de los ríos que bendicen sus ciudades; apoyo para los artistas, estudiantes, escritores, agricultores; colaborar con los mercados para que nuestros campesinos vendan sus cultivos. La gobernación, sus fundamentales instituciones públicas, las alcaldías de su estado, deben trabajar conjuntamente para promover los talentos de los seres humanos y promover las iniciativas de trabajo y servicios que sus ciudadanos pueden ofrecer para todos vivir mejor. Para que uniendo esfuerzos, competencias, y funciones, cuiden la Creación toda y sus seres, las ciudades, sus culturas y, sobre todo, a cada ciudadano, a cada ser humano.

(*) Parte 2 de 2


miércoles, 4 de junio de 2014

Cuidar la Creación desde la Ciudad: Misión Humana (*)





El presente trabajo forma parte de una serie de artículos elaborados por el Grupo de Investigación sobre el Espacio Público (Gisep) de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Los Andes, en el marco del Proyecto “Revalorización de la identidad del merideño a partir de su cultura, espacios y vida ciudadana” que emprende en conjunto con la Empresa Venezolana de Teleféricos C.A.  (Ventel). El objetivo de esta iniciativa es contribuir a la formación de ciudadanía a través del enriquecimiento de la vida urbana de la ciudad de Mérida, mediante el desarrollo de actividades culturales y turísticas en sus espacios públicos.



Por:   MSc. Marlene Morales Sueke

Cuando se trata de reeducar, reflexionar, rediseñar, la relación del ser humano con el resto de la Creación, la interacción de las ciudades con su patrimonio natural y cultural, creo necesario profundizar en nuestras herencias culturales y en el sentido trascendente de la vida. La actuación de cada ciudadano, y de las distintas instancias de gobierno, forma parte de la responsabilidad compartida que tenemos en lo que sucede y en lo que convertimos nuestra casa, escuela, vecindario, lugar de trabajo, la ciudad, nuestro país.

La naturaleza no es un saco de recursos a la disposición de una especie. La ciudad debe diseñarse pensando en ciudadanos con historia, culturas, que a la vez son ciudadanos de la Tierra. Es evidente ya, en nuestra Era, que todos estamos conectados. Sabemos, lastimosamente por propia experiencia, que mientras más descuidamos y abusamos de los otros seres de la Creación, no solamente dejamos de cumplir con nuestra misión como especie, dentro de la grandeza de la Creación, sino, además, nuestra vida personal y colectiva, nuestras ciudades, pierden calidad, riqueza, variedad, historicidad, estética, bioética, libertad, sentido.

La visión tecnocrática, cortoplacista, funcionalista, desarrollista, mecanicista y antropocéntrica del ambiente, aislada de las tradiciones culturales de los pueblos que respetan la Creación, ha sido condición y causa del deterioro de la vida en la Tierra, en la ciudad.  La Escuela, la Familia, como instituciones formadoras de consciencia, junto al gobierno (diseñador de políticas, planes urbanos y ciudades) necesitan superar el concepto mecanicista y tecnocrático de Naturaleza, Medio Ambiente o Ambiente, que cosifican y tecnifican al resto de la Creación, desvitalizándonos, y trabajar con una visión que incorpore el concepto holístico de Creación en la realidad urbana, cultural y natural, en la que está inserta la ciudad. Esto nos ayudaría a entender que somos co-dependientes, parte de una Unidad: la Creación toda. Tenemos historia y culturas compartidas en el espacio territorial en que vivimos; tenemos patrimonios naturales, artísticos, arquitectónicos, espirituales, que le dan identidad y arraigo a la ciudad que habitamos. Somos responsables de la existencia y continuidad de los otros seres de la Creación, así como de nuestros acervos culturales. La ciudad es una con su entorno natural, se cualifica así misma en el tipo de relación que establece con los demás seres de la Creación, su entorno natural, con sus diversos patrimonios culturales, su historia como pueblo. Formar consciencia en relación a esa visión de la ciudad no es responsabilidad solamente de las escuelas y los maestros, sino también de las familias, y de las distintas instancias gubernamentales.

En 1997 visité una Reservación indígena Návajo-Dinnee en Arizona, era un urbanismo de casas con jardines, con todos sus servicios, vialidad, comodidades, en equilibrio con su entorno natural y de extraordinario arraigo cultural ancestral. En 1998 la India hizo una prueba nuclear en el subsuelo. Ocurrió un fuerte temblor en Bolivia, en esos mismos días, que produjo pérdidas humanas y urbanas. Viajé allí a un Encuentro cultural con el pueblo indígena Aymara. Esa mañana, los abuelos y guías espirituales Aymaras hicieron una ceremonia. Fue allí cuando los escuché hablándole a la Tierra. . . como a una persona. Le decían: “Abuelita, sabemos que estás molesta porque te hirieron, perdónanos, abuelita. Tienes razón de estar molesta. Pero no te pongas tan brava. Perdónanos. Vamos a cuidarte.” Cada uno le hablaba a la Tierra desde la más espontánea ternura. Fue la primera vez que supe que la Tierra no era apenas un planeta con gente, ciudades y animales adentro. Ni tampoco un espacio lleno de recursos naturales renovables o no, lo cual ya es mucho decir. La Tierra era además, es, un ser, otro tipo de persona, que siente dolor, que ansía cariño, que necesita de nuestro cuidado. Necesitamos bajarnos del pedestal de la tecnocracia y la burocracia, y ser humanos. Si queremos sobrevivir y tener una vida trascendente.
Creo que uno de los grandes aportes de las culturas indígenas al mundo es, precisamente, su cosmovisión y su práctica asertiva del cuidado de la Tierra, de diseñar conglomerados urbanos en armonía con la Tierra. Es una enseñanza continua, en todos los ámbitos culturales, presente en su cotidianidad. El Amazonas ha podido sobrevivir gracias a la cultura respetuosa de toda vida, practicada por esta diversidad de pueblos indígenas a lo largo de siglos y milenios. Ha habido tantos tipos de urbanismos-verdes como culturas indígenas hay en América. En sus Mitos, están las semillas que traen enseñanzas para el día a día. Pueblos, como el Pueblo Wayuu, con preciosas y complejas cosmovisión que tienen como su deber cuidar a plantas y animales como a sus hermanos. Los Whötuja del Amazonas venezolano hablan siempre de la necesidad de pedir permiso a los Dueños (el Creador) antes de visitar, habitar, o usar lugares, animales o plantas. Otro Mito de Creación de pueblos indígenas del Amazonas colombiano, luego de narrar cómo los distintos seres han sido creados por el Creador Moo Buinaima, dice: “Entonces el Creador decidió hacer a un ser, el último, éste se encargaría de cuidar a sus hermanos: plantas, animales, piedras, ríos, montañas. Entonces se le dio el pensamiento para que pudiera cumplir su trabajo bien, para que se comunicara con el Creador.” Allí, la enseñanza. Venezuela, país donde existen más de 35 diferentes culturas indígenas tenemos muy a la mano la posibilidad de que nuestros niños y jóvenes se cultiven en este legado cultural de respeto y cuidado. El hábito de cuidar la ciudad y sus patrimonios, pasa por aprender a cuidar la Creación de la que somos parte. / Continúa.

(*) Parte 1 de 2



domingo, 1 de junio de 2014

Mejoran las perspectivas del Trolebús


A continuación reproduzco una nota informativa en la que se hacen unos interesantes anuncios sobre  la inauguración de varias rutas del Bus Mérida, que van a cumplir con la misión de alimentar la columna vertebral del sistema de transporte de la ciudad de Mérida, como lo es el Trolebús. Noto que esto pudiera apuntar a la sustentabilidad del servicio y, de paso, cumple con los planes de integrar de una mejor forma la Zona Metropolitana. Coloco la información y en una próxima entrada, comentaremos estos aspectos.





El ministro para Transporte Terrestre, Haiman El Troudi, puso en funcionamiento el vigésimo segundo sistema de transporte masivo en Venezuela, denominado BusMérida, el cual integrará inicialmente a los municipios Julio César Salas, Tulio Febres Cordero, Caracciolo Para, Obispo Ramos de Lora, Alberto Adriani, Tovar, Antonio Pinto Salinas, Santos Marquina y Rangel, al sistema Trolebús Mérida (Tromerca).

“El Bus Mérida viene a ser el sistema de transporte tipo metrobús número 22 que el Gobierno Bolivariano del Presidente Nicolás Maduro pone en funcionamiento” indicó el titular de la cartera de Transporte Terrestre.

Señaló que con este sistema que se incorpora en Mérida están atendiendo 52 centros poblados en toda la geografía nacional. “Más de un millón de personas diariamente, que hasta hace muy poco tiempo no contaban con sistemas de transporte público moderno, ahora están disfrutando de un servicio a precio justo y bien planificado” agregó.  

“El Bus Mérida va a ser una nueva modalidad del sistema de rutas alimentadoras del Trolebús de Mérida. Como ustedes saben, este sistema, que se vertebra en función de una vía expresa, demanda rutas alimentadoras para que las comunidades de la periferia puedan acercarse hacia esa columna vertebral de transporte masivo” explicó Haiman El Troudi.

Cinco rutas interurbanas desde El Vigía, Santa Cruz de Mora, Tovar, Arapüey y Mucubají llegarán al Terminal de Rutas Alimentadoras del Trolebús en Ejido y dos rutas urbanas llegarán a la estación San Jacinto del TrolCable desde los sectores El Chama y Don Perucho, en el municipio Libertador de Mérida, con una movilización estimada en 12 mil 500 personas diariamente.

El nuevo Bus Mérida cuenta con 52 unidades que poseen aire acondicionado, cámaras de grabación permanente, botón “antipánico”, rampas de acceso para personas con capacidad reducida, pantallas para información al usuario y validadoras de boleto, para beneficio deunas 500 mil personas que habitan toda la entidad andina.



Avanza el Tercer Tramo del Trolebús

En cuanto a los trabajos del tercer tramo del Trolebús por la avenida Don Tulio Febres Cordero, que se iniciaron hace una semana, el ministro para Transporte Terrestre informó que existe un avance del 8 por ciento y aspira que para el 2015 esté culminada en su totalidad.

“Ahora si le dará (el nuevo tramo) un mayor sentido utilitario al Trolebús, porque va a conectar,  sin interrupciones, por una vía expresa a Ejido con el centro de la ciudad de Mérida, habilitando 4 estaciones, para completar 25 estaciones en todo el recorrido”. / Prensa Tromerca.

Vienen más motos



Pese a que algunos de mis amigos dicen estar hastiados de la presencia de motorizados – y se enfurecen cuando en las esquinas o frente a los centros comerciales ven amontonadas decenas de motos – en lo personal no tengo ningún sentimiento en contra de las motos como vehículo.
Estar en contra de las motos (de la máquina) es como estar en contra de los cuchillos. Un cuchillo, su existencia, no implica necesariamente que su destino será, de forma inexorable, la garganta o el pecho de algún desafortunado, como tampoco una moto significa que su poseedor es una persona con intenciones de chocarnos o robarnos. Como decía mi difunta abuela: “una cosa no lleva a la otra”.
Lo que sí está claro es que mientras más motorizados perciban que tienen puerta franca para cometer ciertos excesos por las calles, avenidas, aceras y hasta plazas de la ciudad, seguirán aumentando su influencia en la mala vida que ahora nos toca vivir en los espacios públicos.
Es decir,  si las condiciones sociales, institucionales, de gobierno, lo permiten, la moto - como máquina - será usada como el criminal que usa el cuchillo para delinquir.
En el fondo no es, pues, la moto e incluso tampoco el motorizado,  los responsables del caos (aunque suene desconcertante decirlo de este modo) sino las condiciones urbanas creadas que llevan a que tales niveles de incivilidad se perciban en el tránsito de las ciudades venezolanas, Mérida incluida de forma cada vez más protagónica.
Debe sumarse, adicionalmente, una extraña y a veces injustificada empatía política entre los motorizados organizados, y ciertos sectores del gobierno central,  relación que parte de la premisa de que mientras más libertad (libertinaje) se permita entre los motorizados, más apoyo político ganarán los que ostentan el poder. Allá ellos con sus relaciones en las que, si a ver vamos, no gana el pueblo, sino ciertos sectores que imponen su postura- en este caso una evidente anarquía vial – sobre los demás.
El tema de los motorizados debe estar en las discusiones urbanas del momento porque constituye un factor determinante de las relaciones actuales y futuras en el espacio público.
Para no ir muy lejos, en algunos conjuntos residenciales, donde funciona la figura de condominios, uno de los temas que toma forma en las conversaciones de los copropietarios es el relacionado con la motos, su ubicación y disposición, en espacios construidos hasta hace un par de años, para vehículos. Ahora, en no pocas residencias, varios copropietarios hablan de cómo colocar las motos en sus puestos: si delante del carro, si atrás o si a los lados. O si las motos deben ir en otro lado…
Si eso es así en los espacios residenciales, en la ciudad el debate es igual, o debería serlo.
Es decir, se debe discutir el papel de la moto y por ende del motorizado en la trama de la ciudad.
Hay varios aspectos a considerar para este tema: todo el mundo es libre de tener moto, así que cualquier intento por ir en contra de los deseos de alguna persona de poseer su moto es, de entrada, inconveniente y atenta contra la libertad de cada persona de comprar el vehículos que le venga en gana (carro, moto, bicicleta, caballo, etc.)
Otra cosa: todos pueden tener más de un vehículo. Aquel que tiene un carro, puede, si ese es su antojo o necesidad, comprase una moto.
Tampoco estoy de acuerdo con regulaciones extremas como aquella que limita a un pasajero por moto: ¿Qué decir de las cientos de madres que ahora pueden buscar a su hijo en el colegio con más comodidad y rapidez?
Pero por otro lado están las evidencias de un problema mayúsculo generado por el uso de las motos en ese ambiente de “dejar hacer, dejar pasar” que se ha construido gracias a la falta de acción gubernamental, de los organismos y, porqué no, de la poca reflexión ciudadana.
Allí están las revelaciones del Ministerio del Interior, Justicia y Paz, que indican que el 70% de los delitos urbanos son cometidos por personas que se desplazan en pareja y en moto.
Ni que hablar de los accidentes viales: hasta un 80% de los traumatizados en los hospitales son motorizados.
Lo cierto de este panorama es que ante la crisis económica y el deterioro de la capacidad adquisitiva de  muchas familias, la moto se asoma como un medio de transporte al alcance de quienes no pueden aspirar a un vehículo, de esos que no existen en los concesionarios.
Añádale usted las cada vez más precarias posibilidad de transito en las ciudades y tendrá mayores justificaciones para que la moto termine apareciendo como la extraña de la película.
Y lo otro, y que es lo que por cierto le da título a este escrito, es el anuncio que hizo el Ministerio del Poder Popular para Industrias de aupar la producción de motos de la empresa Bera, de 548 motos diarias a por lo menos mil 200 por día, con la idea de llegar a 2 mil diarias en un mediano plazo.

Vienen más motos y por ende deberían venir más discusiones para que las motos no sean un cuchillo para nuestras gargantas.

La familia sana como escuela de ciudadanía




Este artículo forma parte de una serie de artículos elaborados por el Grupo de Investigación sobre el Espacio Público (Gisep) de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Los Andes, en el marco del Proyecto “Revalorización de la identidad del merideño a partir de su cultura, espacios y vida ciudadana” que emprende en conjunto con la Empresa Venezolana de Teleféricos C.A.  (Ventel). El objetivo de esta iniciativa es contribuir a la formación de ciudadanía a través del enriquecimiento de la vida urbana de la ciudad de Mérida, mediante el desarrollo de actividades culturales y turísticas en sus espacios públicos.


Dra. Nancy Freitez de Sardi (*)

Crecimos sabiendo que la familia es la unidad fundamental de la sociedad. Después supimos que la palabra se deriva del latín familia con que, en las sociedades esclavistas se denominaba el conjunto de criados de una persona. Luego se le dio el sentido de linaje y relación consanguínea en las sociedades monárquicas, hasta que llegamos al concepto antropológico-social de familia nuclear como el grupo formado por un padre, una madre y unos hijos, que se convierte en familia extendida cuando incluimos a los abuelos, nietos, tíos y sobrinos. También se ha adoptado para la clasificación taxonómica de especies vegetales y animales.

Pensar en Familia Sana, nos obliga a pensar en salud como el “completo estado de bienestar físico, mental y social y no solo la ausencia de afecciones o enfermedades” (Organización Mundial de la Salud, Preámbulo de su Constitución, 1948).Tener bienestar físico implica el disfrute de todos nuestros órganos y sistemas a la máxima capacidad de nuestro cuerpo, salud mental que se disfruta cuando logramos un equilibrio con nuestro entorno socio-cultural, donde está en primer lugar el núcleo familiar. Éste mundo de relaciones nos permitirá el disfrute del bienestar social y nos debe llevar al logro de la máxima armonía con el ambiente socio-cultural ya la valoración y respeto por la naturaleza.

Siendo así, la familia es la fuente fundamental de la siembra de valores que nos lleven hacia la salud  y para esto, deberá basarse en el amor que debe unir de manera indisoluble a un hombre y una mujer que asuman la creación de un ser vivo, como un acto responsable y sublime, acto que involucre el concepto de “maternidad y paternidad”, no como un  “accidente fortuito”, sino como lo más noble que nos permite nuestra naturaleza humana: dar vida a un hijo o hija a quien debemos desarrollar primero en el paraíso uterino del vientre materno y luego del parto, en el seno de una familia que sabe dar amor, protección, seguridad y alegría. Y es allí donde deben sembrarse los valores que permitirán la integración responsable a los nuevos escenarios: la escuela, donde los maestros deben mantener y reforzar los valores que los niños deben traer de su hogar y luego deben regir su conducta en los niveles educativos superiores, en el campo laboral y en cualquier ámbito de la sociedad y así merecer el digno calificativo de ciudadanos.

Pero… ¿Cuáles deberán ser esos valores? El respeto a su propia condición de ser humano y evitar cualquier riesgo que pueda hacer peligrar su salud física, el reconocimiento de las condiciones físico-naturales del paisaje, la existencia de otros seres vivos de la flora y fauna tanto visibles como microscópicos que cumplen un rol en el inconmensurable misterio de la vida y sobre todo la conciencia de la importancia de la convivencia con los otros seres humanos donde están presentes factores de riesgo como la pobreza, la discriminación y cualquier tipo de inequidad.

Es imprescindible el reconocimiento de las diferentes conductas individuales y los estilos de vida relacionados con los valores culturales que deben favorecer el fomento de su salud y la responsabilidad ciudadana que deberá ser asumida como una actitud permanente. Todas estas conductas individuales deben ser respaldadas por la acción responsable de un Sistema de Salud eficiente e integral que cumpla con su deber de garantizar dicha salud como Derecho Humano Fundamental, que es letra de la Constitución de muchas naciones del mundo y por tanto, es deber de los gobiernos y compromiso social del Estado, generar, propiciar y  sustentar todos los mecanismos para que éste derecho llegue a todos los ciudadanos favoreciendo las  mejores condiciones de educación, trabajo, vivienda, recreación y seguridad pública.

Solo así, con la siembra de valores y conductas saludables desde el núcleo familiar, podremos enfrentar la diversidad de factores que determinan la multicausalidad de los fenómenos mórbidos y lograr el mayor nivel de salud física, mental y social posible de una población para el disfrute de nuestros derechos con criterio de equidad en cualquier rol que nos toque desempeñar como ciudadanos responsables.

(*) Facultad de Medicina ULA