domingo, 25 de octubre de 2015

Sobre un bagre y el bachaquero más chiquito del mundo



I

Mientras las autoridades gubernamentales buscan culpables de la crisis económica hasta en la Patagonia, los pocos bolívares que quedan en el bolsillo se encogen con el paso de las horas o tal vez de los minutos.
Sí: de los minutos. En el mercado, un vendedor de pescados, un hombre algo gordo, con bigotes mexicanos y  modales de hiena, respondió a la pregunta necesaria: “Señor… ¿Cuántos cuesta el kilo de bagre?”, con un sonoro y claro número “450 bolívares”.
Quien esto escribe, persuadido por los consejos de los economistas, quienes advierten de lo económicamente incorrecto de comprar “a primera vista”, decidió irse de tour entre los puestos, preguntando aquí, conversando allá, entre manamanas, bocachicos y uno que otro jurel. El precio del bagre siempre fue superior a los 500 bolívares, así que aquellos iniciales 450 del vendedor entrado en kilos era la mejor oferta.
Y así fue: parado una vez más frente al puesto para comprar el kilo de bagre a 450 bolívares, y contando ya los malogrados billetes, un pensamiento retumbó a lo lejos y nos llevó a solicitar de nuevo el precio, por si las moscas: “A 450 bolívares el kilo… ¿no?”. El hombre agitó sus bigotes y respondió como un general que ordena a sus tropas  entrar en batalla. “Son 500 bolívares”.
No hubo forma de recordarle que hacía 15 minutos había dicho 450. O sí la hubo pero la respuesta, tan odiosa como agría, fue: “Eran 450 y usted no aprovechó”. Miré la mesa de los pescados y juro que vi a uno de los bagres esbozar una sonrisa burlona y cruel.

II

La idea era sencilla: comprar tres “jabones de tocador”, que es la forma elegante de referirse  a tres pastas de jabón azul de Las Llaves.
Pero en el mercado no se divisaban los bachaqueros con sus productos. Un temor flotaba en el ambiente.
Nos acercamos a la única persona que había decidido exhibir parte de su ilegal mercadería. Una mujer morena, de pelo negro brillante y mirada triste.
Le pregunté por los jabones y lanzó un no como respuesta. Sin embargo, no sé de donde salió, una mujer mayor, casi anciana, me susurró cerca del oído: “Yo si tengo jabones, pero debemos andar con cuidado. La Guardia está cerca”.
Me sentí en una escena de película, en una donde se negocian diamantes o armas de guerra, entre mafiosos, gánster y otros miembros de la fauna criminal.
“Bueno, sí, dije dudoso: deme tres jabones”. Pensé que la mujer tomaría el dinero y saldría a buscar el producto en algún remoto recoveco del mercado. Pero no: se acercó a un bebé que dormía plácido entre los olores del mercado, metió la mano bajo del colchón de la cuna y sacó tres jabones. Me los entregó y casi de inmediato, con una fuerte mirada,  me ordenó irme.
Me di media vuelta y caminé. Unos metros más adelante volteé para ver a la mujer quien aún miraba agitadamente a la derecha y a la izquierda, como esperando que llegaran un helicóptero de las fuerzas especiales.

Me fui del mercado sin bagre y con tres jabones entregados en una extraña operación en la que, por cierto, participó el bachaquero más chiquito del mundo.

Aeropuerto caliente

La calidad del servicio en el Aeropuerto de El Vigía no debe desmejorar por asuntos técnicos.

No es que haya un incremento de la actividad aérea del aeropuerto Juan Pablo Pérez Alfonso de El Vigía. Lo de caliente es por el muy mal funcionamiento del aire acondicionado.

En una ciudad que se caracteriza por sus altas temperaturas, el aire acondicionado no es un lujo sino una necesidad casi fundamental. Y si hablamos del servicio que debe prestar una terminal de la categoría de El Vigía, pues tener el aire acondicionado funcionando de forma efectiva es una obligación.


Pero pasa lo contrario: el aire no da abasto y la gente se queja, con razón. 

Amén de la necesidad de cambiar la disposición de los mesones para la atención de los pasajeros ya que actualmente las colas obstaculizan la entrada, quedando el lobby convertido en un enredo monumental. Dos acciones que no deberían esperar demasiado.

sábado, 17 de octubre de 2015

Mérida: ¡ya viene el habitante 1 millón!



A finales del 2016 el estado Mérida alcanzará la emblemática cifra de un millón de habitantes


A los que nos apasiona el tema demográfico, nos parece siempre que los números tienen gran significado simbólico y pueden ser el pretexto para animar políticas, obras o discusiones públicas importantes.
En ese sentido, recuerdo una campaña que desplegó en su momento el gobierno del estado Zulia y que aparecía reflejada –entre otros medios – en grandes vallas en las principales carreteras del vecino estado occidental. Una frase que recuerdo, por acentuar ese valor simbólico y servir de fórmula regionalista y de poder, era una que rezaba: “Somos 3 millones”. De eso hace ya varios años.
En el caso merideño, la página del Instituto Nacional de Estadística (INE) en su sección de proyecciones de la población, muestra las cifras estimadas para el estado Mérida, en lo que al año 2016 se refiere.
Según esas estimaciones o proyecciones, el estado Mérida en algún momento del último trimestre del año 2016, alcanzará la simbólica cifra de un millón de habitantes. ¡Eso es muy importante!
El hecho de que el merideño un millón nazca de aquí a un año, debería ser motivo (aquí sólo dejamos la idea a ver si alguna autoridad la hace suya y la pone en práctica) para iniciar una serie de acciones de cara a emprender, por ejemplo, obras para la niñez, la infancia.
Tener un millón de habitantes implica para el estado Mérida, reconocerse como una entidad en crecimiento, dinámica, pero entraña también una respuesta oficial para una población en aumento.
Nos parece que, por ejemplo, la educación, vale decir la infraestructura escolar, debería tener un impulso en obras.
La mitad de ese millón de habitantes estará viviendo en la llamada zona metropolitana de Mérida, esto es en los municipios Libertador, Campo Elías, Sucre y Santos Marquina. Los cuatro municipios sumarán cerca de 500 mil habitantes (492.238 según las proyecciones INE). Entre los cuatro municipios, Libertador con 280.511 habitantes seguirá siendo el líder en cantidad poblacional aunque Alberto Adriani (El Vigía) y Campo Elías seguirán su trepidante crecimiento.
El primer millón de habitantes debería servir de marco para que Mérida también se replantee aspectos de inversión e infraestructura fundamentales.
Tener un millón de almas entre estas montañas obliga a plantearse entre otras interrogantes asuntos como ¿Tenemos las vías suficientes para movernos?, ¿Nuestra producción alimentaria nos satisface y permite mantener los ritmos de aporte al sistema nacional?, ¿Tenemos hospitales, suficientes policías….?

En fin, el millón, nuestro primer millón de habitantes, nos debe encontrar con la suficiente responsabilidad gubernamental y ciudadana para atender los requerimientos de una población “millonaria”. Es como cuando una familia se prepara – cuarto, ropita, artículos de uso infantil, cuna, bañera y juguetes – para recibir al nuevo miembro que llega a casa. El primer millón de merideños es una noticia para celebrar. De aquí a un año, sacaremos las cuentas.

Por favor: algo más de precisión

El Teleférico ciertamente avanza como obra. Pero la información sobre su terminación sigue siendo ambigua.

La última visita que realizó a Mérida, a finales de esta semana, la ministra del Poder Popular para el Turismo, Marleny Contreras, puede calificarse como positiva, en el sentido de que asomó – ese es el verbo – la posibilidad de que las estaciones 2 y 3 puedan, en algún momento del 2016, abrirse al público.

Decimos que en algún momento porque, aparte del anuncio del cual toda Mérida estuvo pendiente, la precisión en cuanto a fechas no parece ser el fuerte de los máximos titulares del área turística.

En tono probabilístico, la titular de turismo afirmó que “pronto podríamos iniciar pruebas y ajustes en las estaciones del teleférico merideño”. Esa frase – textualmente tomada de la nota oficial de la visita – indica a las claras que no será este año que veremos abierto el Teleférico ya que de ser este año, pues las declaración oficial hubiese sido del tono “antes de que el año 2015 finalice los merideños tendrán abiertas las estaciones 2 y 3 del Teleférico”. ¿No les parece?


martes, 13 de octubre de 2015

457 AÑOS DE MÉRIDA / Fecha para repensar una ciudad de parroquias




La Ciudad de Santiago los Caballeros de Mérida, una ciudad de parroquias con historia y tradición, un asentamiento humano para repensar en pleno siglo XXI.


José Gregorio Delgado Herrera

El 9 de octubre de 1558, el Capitán Juan Rodríguez Suárez funda la ciudad de Santiago de los Caballeros de Mérida,  Rodríguez Suárez había nacido en Mérida, España y en recuerdo de su ciudad natal, la bautiza con este nombre. El asentamiento se realiza este día en los alrededores del caserío indígena, meseta habitada por algunos grupos indígenas, siendo los tateyes o tatuyes los más conocidos. Éstos dependían de la agricultura para su subsistencia, en especial del cultivo del maíz y de algunas raíces; además obtenían distintos rubros gracias al trueque con indígenas asentados en otros espacios de lo que hoy día es el Estado Mérida, conmemoramos la fundación, al recordar cuando Suárez, y un grupo de 50 a 70 soldados «clavó el rollo jurisdiccional, eligió a los funcionarios del Cabildo y declaró ante la tropa que fundaba una ciudad».

En 1628 los padres jesuitas abren un colegio en la ciudad, el mismo funciona excelentemente por casi un siglo y medio hasta que los Jesuitas son expulsados de América en 1767 por orden del rey de España, Carlos III.

A principios del siglo XVII la población de la ciudad alcanzaba cerca de 3.300 aborígenes y unas 150 familias de origen español, cifra que para mitad del siglo XVIII, en el año 1763 aumentaría a más de 2.000 ciudadanos de origen español y otros miles más aborígenes.

En 1778 la ciudad fue elevada a sede Episcopal por el Papa Pío VI ante la petición que hiciera el monarca de España. Se nombra a Fray Juan Ramos de Lora como Obispo de la nueva Diócesis, el nuevo Obispo llega a la ciudad en 1785 procedente de México, luego de ver los problemas que presenta la región, decide crear, sin permiso real, el Seminario de San Buenaventura el 29 de marzo de 1785 a fin de dar educación eclesiástica y de legua latina a los jóvenes de la ciudad. El Seminario sería más tarde, la base de la Universidad de los Andes.
La parroquia colonial penetró íntimamente en la vida económico-social de la región donde se asentó, provocando una verdadera integración entre los agentes constitutivos y la población; integración que funcionó tanto para la época como para el ulterior desarrollo de la región. Como se sabe, la parroquia delimitó el territorio de su jurisdicción. Esa delimitación, hecha por la diócesis, marcó la pauta para la división político territorial de la etapa republicana. De esta manera, la jurisdicción parroquial sentó las bases para la configuración político-administrativo del territorio post-colonial.

En el territorio parroquial, el gobierno eclesiástico tuvo autonomía dentro de su jurisdicción, pero la autoridad estuvo compartida con el gobierno civil que, en el caso de Mérida, estuvo representado por un Teniente de Justicia Mayor y un cabildo, ya que la parroquia careció de Cabildo. Éste era un organismo de carácter netamente civil que se estableció en villas y ciudades y no en las parroquias por ser de territorio y jurisdicción eclesiástica.
En las parroquias eclesiásticas encontramos un componente jurídico, un elemento poblacional y un aspecto económico, valorado como el origen del gobierno local, compartido en lo religioso y lo civil, así se reconoció desde las bases constitucionales de la República en 1811 hasta nuestros días, donde las parroquias se asocian al Poder Público Municipal, en los términos de la Constitución de 1999.

El Gobierno de la ciudad, históricamente correspondió a los cabildos, transformados en concejos municipales, con sucesivas jurisdicciones parroquiales y comunales, desde 1984 con la legislación nacional, el antecedente de las actuales parroquias, se encuentra en los municipios foráneos, administrados por las juntas comunales, a partir de la ley de régimen Municipal de 1989, se incorporan los alcaldes y las parroquias administradas por las juntas parroquiales, electas mediante votación popular a partir de 1992.
En los municipios la jurisdicción parroquial, como demarcación político-territorial, encuentra su base legal en las leyes estadales, hasta la reforma municipal de 2005, cuando se sustentan las parroquias en la iniciativa vecinal expresada mediante ordenanzas, con estructura y funciones propias señaladas en la Constitución y Ley nacional.

 En el Municipio Libertador, cuya capital es la ciudad de Mérida, se establece la existencia de quince -15- parroquias, lo que coloca a nuestro municipio en un rango importante de régimen parroquial, comparado a nivel nacional, Existen un total de 1.136 parroquias en Venezuela, el estado con más parroquias es el Zulia con 108 y el de menos parroquias es Vargas con 11. El municipio con más parroquias del Distrito Capital es el Municipio Libertador con 22 parroquias; el municipio con más parroquias entre los estados es el Municipio Maracaibo del estado Zulia con 18.

 En el Estado Mérida encontramos 23 Municipios con 86 parroquias, cada una con su respectiva junta parroquial, de cinco o tres miembros, según su carácter urbano o rural, en el caso de Mérida, trece parroquias del Municipio Libertador la indican como  capital, y solo dos corresponden a El Morro y Los Nevados, poblaciones fuera de la ciudad de Mérida.

En relación a la titularidad, es decir, los nombres que identifican a las parroquias podemos decir, que hay una estrecha relación con personajes históricos de Mérida o del país -10- que resultan desconocidos para la gran mayoría de los vecinos de la ciudad, y lugares o sectores de la ciudad, incluyendo la referencia eclesiástica –5 – (El Llano, Milla, Sagrario, El Morro, Los Nevados)

En consecuencia, nuestras parroquias en el Municipio Libertador, partiendo de la identidad histórica, reivindican el aporte de personajes a la construcción de la ciudad, de allí la toponimia parroquial merideña, reconocida en personas  como:
•             Antonio Spinett Dini. Migrante italiano. Escritor. Poeta.
•             Carraciolo Parra Pérez. Historiador. Diplomático. Abogado.
•             Domingo Peña. Campesino. Baquiano de la Sierra Nevada / Escalador del Pico Bolívar.
•             Gonzalo Picón Febres. Escritor. Poeta. Filólogo. Periodista.
•             Jacinto Plaza. Campesino. Indígena / Comerciante.
•             Juan Rodríguez Suarez. Militar / fundador de Mérida
•             Rafael Hilarion Lasso de la Vega. Sacerdote. Doctor. Obispo de Mérida/Maracaibo. Vicepresidente del Congreso de Cúcuta. Senador
•             Mariano Picón Salas. Escritor. Historiador. Diplomático. Académico.
•             José Jesús Osuna Rodríguez. Político / Senador. Funcionario Público.
•             Buenaventura Arias Vergara. Sacerdote. Obispo de Mérida. Doctor en Teología. Rector del Seminario / Universidad.

Cuando aprovechamos la fecha de los 457 años de la fundación de la ciudad, para repensar su gobierno y administración desde las parroquias, es una oportunidad para que los vecinos merideños presenten propuestas de gestión, atendiendo a la demarcación territorial en parroquias, para mejorar la calidad y el contenido de los servicios municipales, incorporando el carácter participativo para los planes y las acciones, pero, garantizando desde la alcaldía y el concejo municipal una apropiada política de coordinación y desconcentración en el ámbito parroquial.


Repensar el gobierno de la ciudad de parroquias, en estos términos, pasa por recuperar las parroquias y las juntas parroquiales, instancias de rango constitucional, asociadas a la participación ciudadana y la ejecución de servicios públicos y obras locales, que, se reconocen como un factor de mejoramiento de la calidad de vida en las comunidades de cada parroquia del Municipio Libertador, entidad local responsable del gobierno de la ciudad de Mérida, una cumpleañera que debe repensar su futuro como asentamiento humano. Una ciudad de parroquias que promueve identidad, pertenencia, participación, información y organización ciudadana.

domingo, 11 de octubre de 2015

OPINIÓN / No somos enterradores de Mérida

Mérida y su amalgama de iglesias y edificios. Fotografía tomada desde la Av.3 / Foto: Adelfo Solarte


Mérida llegó a sus 457 años. Los recibe de pie. Como una ciudad que de alguna manera ha logrado mantener el cordón umbilical que la ata a sus códigos identitarios.

Mantiene, en medio del desconcierto urbano de los nuevos tiempos,  rastros de su génesis que se logran visualizar, opacados tal vez, pero presentes con la suficiente fuerza como para justificar los esfuerzos por rescatarlos y tomarlos como guía de la ciudad futura.

Mérida no se ha estancado. Me ha tocado visitar algunas ciudades del país que en la última década han tenido dificultades para reinterpretarse.

Claro, no todo cambio es para bien, pero una ciudad, que es la suma de la vida humana, no puede quedarse como agua de estaque, sino como agua de río, que fluye y va enfrentando los retos del camino, con caídas, piedras, lluvias, obstáculos, pero que fluye y busca el destino que es el de seguir hacia adelante.
En ese sentido nuestra Mérida, es escenario de transformaciones. Aunque criticadas por muchos, obras como el Trolebús, la radical renovación del Teleférico de Mérida (ahora Mukumbarí), los nuevos bulevares,  los esfuerzos privados que a cuentas gotas se asoman en el perfil de la ciudad, todo ello reporta cambios físicos que hacen de la ciudad una entidad viva, por lo mismo compleja. No hay una ciudad única. La misma ciudad reporta sentimientos encontrados. Es parte de su ser.

Aún más dramáticos son los cambios humanos. ¿Será que se ha perdido la merideñidad? Y para saber si se ha perdido o no… ¿Qué es eso de la merideñidad?

Dicen los que investigan los fenómenos urbano-merideños, que en esa merideñidad hay elementos que no debemos dejar perder como, por ejemplo, el respeto, la caballerosidad, la cordialidad, un marcado sentido religioso, una pasión por las tradiciones construidas durante siglos, una inclinación hacia el saber, la academia, las luces. Son virtudes conjugadas en plural, de acento colectivo. Y por ellas hay que luchar porque, integradas a los cambios físicos de la ciudad, constituyen (o más bien restituyen) la posibilidad de ver una ciudad cambiada pero con una personalidad definida.

Pero debemos insistir en la ciudad que cambia, que se transforma, que crece, que no es estática. Podríamos decir que en esto de ver a la ciudad hay dos bandos: los que consideran los cambios como un daño en sí mismo a las virtudes urbanas, y los que estiman que la ciudad puede cambiar pero lo que no puede es traicionar su identidad. Pudiera hablarse incluso de un sector menos apegado a las tradiciones, ese que considera que la ciudad es un hecho de la gente que la hace y que si ese conjunto humano se da una ciudad sin alma, esa es la ciudad que tendrán.

Y es que, insistimos, no existe una ciudad. Puedo decir mi ciudad y en esa expresión recoger mis puntos de vista, los que pueden ser diametralmente opuestos a los de aquel que está a mi lado. Hay una “mi ciudad”, pero que depende de “nuestra ciudad”.

En todo caso, vuelvo, en la Mérida que veo como “mi ciudad” hay suficiente fortaleza como para justificar la lucha por hacerla mejor. Incluso, y esto puede sonar a paradoja, aquellos más acérrimos que intentan encontrar un camino para volver a la Mérida bucólica de décadas atrás, hay la convicción de lo rescatable. Es decir,  nadie salva a un cadáver. Se salva, o se hace el intento, a aquello que aún sigue vivo.


No somos, pues, enterradores de Mérida. Somos parte de los que escuchan su respiración e intentamos descubrir en su semblante una sonrisa vital. /Adelfo Solarte

La despedida de Don Mariano

Una imagen de Don Mariano Picón Salas...Amante de Mérida

En Viaje al Amanecer, esa joya de la literatura venezolana, y más aún, especie de monumento a la andinidad, que escribió Don Mariano Picón Salas en 1943, se puede leer el texto - más abajo - colocado como párrafo final y, por lo mismo, con el sentimiento de la despedida que siempre incluye un nudo en la garganta y unas lágrimas en los ojos. 

Lo trascribimos como un regalo más a la Mérida que tuvimos, la que vivimos y la que vendrá. Es este párrafo una comprobación de que, más allá de los apegos, el destino de la ciudad no es el de ser  estática postal, sino imágenes cambiantes, a tono con el tiempo y su gente:


Desde  donde la ruta vuelve a subir, tengo la última visión de mi ciudad y de su sosegado caserío blanco, de las torres de sus iglesias, de los árboles que despuntan tras del tapial de sus solares. ¡Adiós, Mocho Rafael, adiós Teresita, adiós Catire Bravo! Otros muchachos – como lo impone la cambiante civilización – escucharán otros cuentos y tratarán otros personajes, no conocerán el miedo al diablo, a la próxima visita del Cometa Halley, a las señales del fin del mundo, pero siempre habrán de gozar - ¿por qué no?- con las mariposas, los pájaros y la luz de Mérida. Para entonces yo estaré muerto y me gustaría que me recordasen”.

domingo, 4 de octubre de 2015

ARTÍCULO / Los vecinos: defensores del derecho a la ciudad

Me ha parecido importante darle cabida en este espacio de Mi Ciudad, a un escrito que redactó el buen amigo abogado José Gregorio Delgado, quien es Coordinador General de la Escuela de Vecinos de Venezuela y directivo de la organización social Uniandes, además de ser un hombre que durante muchos años ha sido parte activa del desarrollo de una consciencia ciudadana, no sólo en Mérida sino en toda Venezuela.

De José Gregorio Delgado presentamos el artículo “Los vecinos: defensores del derecho a la ciudad”,  texto hecho público el pasado sábado 3 de octubre (Día del Vecino). Por su aporte, le invitamos a leerlo a continuación:



1
Hoy 3 de octubre es una fecha para recordar, desde el Movimiento Vecinal se establece la conmemoración del Día del Vecino, en memoria de una lucha vecinal local en Caracas, específicamente en el sureste, en 1981, cuando las comunidades organizadas de Caracas recogieron ese día más de 20.000 firmas contra la Ordenanza AE, del Concejo Municipal de Petare: Ordenanza del Sureste o de la Hoya Baruta-El Hatillo. A la vista de este ejemplo, siempre hemos mantenido que los vecinos son los verdaderos defensores del Derecho a la Ciudad, un derecho de nueva generación, que ya tiene su propia carta de ciudadanía en el ámbito mundial, gracias a una iniciativa de la sociedad civil, organizaciones y movimientos urbanos, articulado en defensa de la calidad de vida, así surge la CARTA MUNDIAL POR EL DERECHO A LA CIUDAD, un documento que debe llevarnos a la reflexión y la acción. 
Esta Carta Mundial es promovida desde el I FORO SOCIAL MUNDIAL (2001) En defensa de la ciudad y su entorno social, desde un enfoque integral de los derechos humanos. Solo como referencia quiero destacar los principios que orientan el Derecho a la Ciudad, de interés fundamental para las luchas vecinales que encuentran su inspiración en el esfuerzo colectivo por la defensa del ambiente, es una orientación que se deriva de esta Carta Mundial, como principios y fundamentos estratégicos del Derecho a la Ciudad:
2
1. Ejercicio pleno de la ciudadanía y gestión democrática de la ciudad. 2. Función social de la ciudad y de la propiedad urbana. 3. Igualdad, no discriminación. 4. Protección Especial de Grupos y Personas en situación de vulnerabilidad. 5. Compromiso social del sector privado. 6. Impulso de la economía solidaria y políticas impositivas progresivas.
El Derecho a la Ciudad es definido como el usufructo equitativo de las ciudades dentro de los principios de sustentabilidad, democracia, equidad y justicia social. Es un derecho colectivo de los habitantes de las ciudades, en especial de los grupos vulnerables y desfavorecidos, que les confiere legitimidad de acción y de organización, basado en sus usos y costumbres, con el objetivo de alcanzar el pleno ejercicio del derecho a la libre autodeterminación y un nivel de vida adecuado. El Derecho a la Ciudad es interdependiente de todos los derechos humanos internacionalmente reconocidos, concebidos integralmente, e incluye, por tanto, todos los derechos civiles, políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales que ya están reglamentados en los tratados internacionales de derechos humanos.
El derecho a la ciudad descrito en esta Carta Mundial genera compromisos concretos para actores públicos y privados, de allí que resaltemos el listado de los compromisos propios de los parlamentarios, según el texto citado, para que los vecinos procuren su exigibilidad en el ámbito nacional, estadal o municipal, si pensamos en los posibles compromisos de la campaña electoral.
III- Los Parlamentarios se comprometen a:
1. Promover consultas ciudadanas y realizar actividades de cabildeo con el objeto de enriquecer los contenidos del derecho a la ciudad e impulsar su reconocimiento y adopción por las instancias internacionales y regionales de derechos humanos y por los gobiernos nacionales y locales.
2. Elaborar y aprobar leyes que reconozcan y consagren el derecho humano a la ciudad, en concordancia con lo enunciado en esta carta y con los instrumentos internacionales de derechos humanos.
3. Adecuar el marco legal nacional y local incorporando las obligaciones internacionales asumidas por los Estados en materia de derechos humanos, con especial atención en aquellos contenidos en esta carta.
3
En el ámbito nacional, este DÍA DEL VECINO dio lugar a decisiones parlamentarias de interés, que, insistimos en recordar a partir de un ACUERDO HISTÓRICO, seguramente, poco conocido entre los vecinos organizados, diez años después de la lucha caraqueña, se dio un reconocimiento desde el Congreso de la República. En el contexto parlamentario, es significativo el texto del Acuerdo logrado en el Congreso de la República, 3 de octubre de 1991, asociado al aniversario de FACUR, Federación de Comunidades Urbanas, que toma en cuenta el Día del Vecino y las actividades propias de la Comisión Permanente de Atención y Vigilancia de Asuntos Vecinales de la Cámara de Diputados. Hablar de los vecinos organizados, es hablar de los defensores naturales del derecho a la ciudad, personas comprometidas y solidarias con el mejoramiento de la calidad de vida en nuestras comunidades, hoy reiteramos que las asociaciones de vecinos tienen rango de personas jurídicas de carácter constitucional, artículos 182 y 184 de la Constitución venezolana de 1999.
4
Haciendo Justicia a la memoria histórica del Movimiento Vecinal Nacional, en este día del vecino, me permito destacar los componentes de este ACUERDO PARLAMENTARIO, elaborado en cuatro considerandos y seis acuerdos. GACETA OFICIAL Nº 34.815 de fecha 8 de octubre de 1991. Hoy ya FACUR no está activa entre nosotros, pero, su espíritu y razón de ser se presenta como un reto pendiente para las organizaciones vecinales, de allí la importancia de la memoria histórica en este DÍA DEL VECINO., reflejado en este Acuerdo Parlamentario. 1. Considerandos
1.1.- El cumplimiento de los 20 años de FACUR, asociación civil creada en 1971.
1.2.- El 3 de octubre la celebración del Día del Vecino.
1.3.- El objetivo fundamental de FACUR, que nace para: Fomentar y apoyar la creación y desarrollo de comunidades integradas y activas. Dar su respaldo a las iniciáticas comunitarias. 1.4.- El Congreso de la República en 1989, creo la Comisión Permanente de Atención y Vigilancia de Asuntos Vecinales de la Cámara de Diputados. En reconocimiento de la necesidad de fortalecer la participación de la sociedad civil en las instancias de toma de decisiones. Hoy espacio de los Vecinos en el Parlamento.
La Comisión Permanente en referencia, desapareció durante la gestión de la AN, pero, la participación ciudadana y de la sociedad civil es un derecho propio en la gestión del Poder Público Municipal y las restantes instancias del Poder Público. 2. Acuerdos
2.1. Felicitar a FACUR por sus 20 años.
2.2. Reconocer públicamente las labores realizadas por las asociaciones de vecinos existentes en el país en pro de la organización de la sociedad civil y del mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades.
2.3. Exhortar a las organizaciones de vecinos a participar más activamente en la formación de las leyes. 2.4. Solicitar a la Comisión Permanente de Atención y Vigilancia de Asuntos Vecinales, que inicie un proceso participativo de estudio de un proyecto de enmienda que permita ampliar las garantías constitucionales en materia de participación ciudadana.
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2.5. Solicitar a la Comisión Permanente de Atención y Vigilancia de Asuntos Vecinales, que inicie un proceso participativo de preparación de la legislación requerida para garantizar la protección de los derechos del vecino. 2.6. Dar publicidad al acuerdo y hacerlo llegar a FACUR.
Los acuerdos citados se cumplieron en parte, sin embargo, es notorio el reconocimiento y la exhortación planteada, de interés para las organizaciones vecinales.
En el contexto de las elecciones parlamentarias convocadas para el 6 de diciembre de 2015, las solicitudes puntuales, con su debida modificación o ampliación, se deben hacer efectivas para todos y todas las personas que se están postulando para integrar la AN.
Como bien lo señalamos es una ponencia que elaboramos en el 2005, a partir de la aprobación de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal en ese año, nuestro llamado en este día del vecino es ASOCIACIÓN DE VECINOS: despierta y reacciona, estamos vivos.
Desde la sociedad civil podemos promover que en cada municipio del país se establezca el DÍA DEL VECINO, en reconocimiento a las luchas y los logros de los vecinos organizados en cada Comunidad Municipal.
Este despertar debe iniciarse en cada vecino y en cada forma organizativa que aprecie sus derechos, en particular el derecho a la ciudad, para fortalecer el carácter participativo de los gobiernos municipales y el mejoramiento en nuestra calidad de vida. La reacción que hoy se espera de nosotros como vecinos, es asumirnos como defensores del derecho a la ciudad. Feliz DÍA DEL VECINO.

Abogado: José Gregorio Delgado

La Parroquia, 3 de octubre 2015

Faltan ambulancias


Muchas unidades de tipo ambulancia, están dañadas o paradas por algún repuesto. La situación del parque de vehículos de respuesta es grave.


Por buenas fuentes sabemos que en la ciudad de Mérida, la suma de todas las ambulancias disponibles no llega a 3 unidades. Eso no sólo es lamentable sino una situación de inseguridad mayúscula, dada la naturaleza de Mérida como urbe susceptible a situaciones de riesgo de distinto tipo, siendo el sísmico, el hidrometeorológico y los antrópicos, los más destacables.

Es decir, entre todos los cuerpos de seguridad que hacen vida en la ciudad (sean estos bomberos, protección civil, Inpradem, Cruz Roja, entre otros) las unidades totalmente aptas para su uso, es patéticamente bajo.

Se supone que alguien debe dar cuenta de esta situación. Pero el silencio parece ocultar la terrible realidad. Aquí no nos queda otra más que invocar al poder divino y decir: Dios nos agarre confesados.