Toda una experiencia que vale la pena vivir. Subir a nuestra Sierra Nevada en el Teleférico
Durante el
mes de agosto tuve la fortuna de subirme dos veces al nuevo Teleférico Mukumbarí. De entrada resumo la experiencia como excelente ya que, en
efecto, se trata de unas instalaciones totalmente nuevas, con equipos
igualmente recién estrenados. La atención de los trabajadores también fue digna
de admirar. El paisaje es de ensueño,
las vistas espectaculares, el clima irrepetible en Venezuela y el viaje
placentero.
El
Teleférico de Mérida, ahora renombrado Mukumbarí (“lugar donde duerme el sol”)
representa la posibilidad de ver al turismo merideño en una dimensión renovada.
Visto en su
majestad, el Mukumbarí es una clara oportunidad para lograr con el turismo de
Mérida lo que siempre se ha deseado y nunca se ha podido: que se convierta en
una industria sostenible y capaz de apuntalar el desarrollo económico de nuestro estado, potenciando las
otras virtudes que Mérida ha ido labrando a través de su historia como lo son
la agrícola y pecuaria, la académica, la cultural y la tecnológica, por nombrar
algunas de las facetas que suelen
invocarse en alusión a estas tierras de mágicas montañas.
El
Teleférico – dada su inversión e impacto nacional y mundial – debe ser el eje
de las actividades y el motor para entusiasmar a un sector que como el turismo
requiere de atractivos y atracciones de peso. En el caso del Mukumbarí, no cabe
duda de que justifica incluso un viaje desde otros países para subir a las
alturas merideñas.
Ahora bien,
su sustentabilidad económica pasa porque los usuarios cancelen una tarifa justa
y acorde a nuestra realidad. Si algo quedó claro de parte de todos los que
hemos tenido la posibilidad de subir, es que en el caso de nuestro Teleférico,
todos están dispuestos a cancelar un boleto para subir. Eso sí, se debe
mantener el incentivo para colegios y centros educativos merideños, grupos
especiales y en aquellos casos en los que no sea factible cobrar.
Como lo
mencionamos en un post anterior, de la mano de esta gran inversión debe ir la
reactivación del aeropuerto, la recuperación de plazas y parques, el incentivo
a la creación de servicios colaterales al acto de subir a nuestras montañas. Hablamos
de todo lo que sirva para moverse como taxistas, caballos, mulas, trencitos o incluso carrozas; restaurantes, posadas, ventas de artesanía,
empresas de turismo de aventura, en otros.
Creo que el
teleférico le da a Mérida y a sus habitantes, la posibilidad de verle la cara a
una posibilidad cierta de un desarrollo no pegado a lo que es norma en casi
todo el resto del país como lo es la renta petrolera. Como ciudadanos debemos apostar al éxito del
teleférico lo cual pasa por ser agentes críticos ante las situaciones que
enturbien su funcionamiento y afianzamiento.
Las estaciones son de una belleza poco vista en nuestro país. Sobrias y modernas.