La señora Carmen Rivas, una
amiga que habita en la comunidad paramera de La Asomada, me contó su
preocupación ante lo que ocurre cuando tenemos la fortuna de tener una intensa
nevada en nuestras altas montañas.
Ya todos sabemos que cuando
nieva, en la ciudad de Mérida y zonas vecinas se produce un verdadero alboroto.
Aquel que tenga el tiempo y la capacidad de movilizarse hasta el Collado del
Cóndor (o Pico el Águila) sale disparado a intentar vencer las colas y las
trancas en la angosta carretera Trasandina.
Este espectáculo natural lo
celebramos todos. Pero hay una faceta negativa de la presencia masiva de
personas en esos parajes que son, de paso, parques nacionales (o bien el Sierra Nevada o bien el Sierra de La Culata):
muchos tiran basura, pasan sus vehículos por encima de la vegetación y
destruyen avisos. Claro, no son todos, pero si muchos.
La señora Rivas cree que las
nevadas son para disfrutarlas pero pensando siempre en que el entorno se
mantenga. Y tiene toda la razón.
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