Me he puesto a analizar este asunto de las
promesas y debo admitir que la promesa, en sí misma, ha sido teñida de una mala
reputación injusta e innecesaria.
Lo que quiero decir que una promesa no le
hace mal a nadie. Cuando el gobierno nos prometió el Teleférico para el 2010,
hizo una promesa. En ese momento la promesa era como tener unos certificados de
ahorro en el banco y esperar a que el tiempo pasara para cobrarlos. Y el tiempo
pasó y... ¿Cobramos?, o lo que es lo mismo ¿Hubo Teleférico? Pues no, pero la
promesa no tiene en lo absoluto nada que ver con el cumplimiento (sino no fuese
promesa): eso es responsabilidad de quien hace la promesa pero no de la promesa
como tal. En este caso, pasó el 2011 y el 2012 y ahora se nos promete que el Teleférico estará listo en el 2013. O sea, nos hacen una nueva promesa. No es
mala en sí misma…Es perverso quien la hace.
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