Parte correspondiente al 12 de mayo de 2013
Ubicación: Avenida Las Américas con
Viaducto de la 26.
Hora: 17:30horas
Tipo de documento: secreto
Estoy grabando…Uno, dos, tres…
Cubrir esta guerra no estaba en mis planes.
Sabía que la antipatía entre los conductores de vehículos y los motorizados iba
creciendo, pero nunca pensé que podría llegar a esto. Nadie lo pensó.
Ahora estoy aquí, escondido entre unos
matorrales, cerca de lo que había sido un centro comercial, observando un panorama desolador. Tengo que
reportar lo que está pasando. No me agrada este asunto pero alguien tiene que
contar lo que ocurrió en esta ciudad tranquila. Mérida ya no existe y no por la
basura, que fue, no lo niego, un problema gravísimo pero que era, digamos
“democrático”: la podredumbre la padecíamos pobres y ricos de esta ciudad.
Pero esta guerra entre los que conducen
carros y los que manejan sus motos, nadie la había imaginado. Quedan pocos de
cada bando, es cierto, pero en número suficiente como para mantener sitiado el
centro.
Ayer escuché que unas tropas del ejército, venidas
desde Táchira y Zulia, intentaban superar la Cuesta del Ciego y la Vuelta de
Lola. Nada que ver. Los bandos en guerra saben que la intervención militar
externa puede suponer apoyo para el bando contrario, así que ambos –
motorizados y vehiculizados – se encargan, con vehemencia, de repeler a los
uniformados con frases de buscapleitos con tragos encima: “Este asunto es entre
ellos y nosotros. ¡Aquí no entra nadie más!”.
Y nadie ha entrado desde hace semanas.
Yo estoy en medio del conflicto, muy cerca
del campo de batalla. En verdad lo de campo es relativo, ya que siguen siendo
calles y avenidas pero la rabia entre unos y otros llegó a tal punto que el
asfalto es ahora territorio de muerte. O estas con unos o con los otros. Nadie
puede intentar dialogar. La gente de la Cruz Roja lo intentó y nada. Así están
las cosas.
Allá veo venir a unos conductores. Parece
que quieren embestir sus carros contra un grupo de motos. Lo de carros es mucho
decir: son pedazos de metal ambulantes que apenas ruedan. Cacharros que han
sido semi destruidos por grupos de motorizados. Igual las motos. Apenas se
distinguen por las dos ruedas. De resto, puras latas despedazadas cuya única
misión en acabar con la mayor cantidad de conductores posible.
Ahora que reflexiono en este rato de
soledad, escondido acá para que no me detecten los violentos, recuerdo que
nadie le prestó atención a la rabia. Es decir, cuando un motorizado estaba
involucrado en un accidente de repente llegaban 6,10 ó 20 y rodeaban al
desafortunado conductor. A veces el conductor tenía la culpa, otras no. Pero
eso no valía de nada. Los primeros linchamientos sucedieron a comienzos de este
funesto 2013. Y nadie hizo nada. Los conductores juraron venganza. Y allí
comenzó todo. Unos y otros se empezaron a liquidar. Se suponía que el mundo
terminará el 21 de diciembre de 2012 pero creo que será en algún día de mayo de
este 2013.
La noche cae sobre Mérida, sin luz, sin
agua, sin gente. Sólo un puñado de conductores y otro de motorizados. La ciudad
quedó para librar la última gran batalla. Si el ejército llega a entrar en
algún momento, tal vez no encuentre a quienes preguntar sobre tanta locura.
Pienso ver si puedo llegar a la Don Tulio, lo intentaré.
Ayer escuché gritos por allá, a lo lejos. Y frenazos. No quiero ir pero alguien
tiene que informar sobre esto. Tuve el infortunio de no salir cuando dieron la
última oportunidad y ahora estoy aquí escondido, pasando hambre y, lo admito,
con bastante miedo. Pero que más, soy periodista y me toca hacer lo que hay que
hacer. Si me agarran no habrá perdón. Ya ellos lo dijeron: “aquí no cabe más
nadie. O eres motorizado o eres conductor”. Escucho ruidos bajando por las
Américas. Me quedaré aquí a ver qué ocurre. Si encuentran esta grabación
cuenten lo que vi: una ciudad en la que los que manejaban carros y los que
conducían sus motos un día se declararon la guerra. Y nadie los paró.