Como parte del Proyecto Cultura Ciudadana y
Espacios Públicos, un grupo de profesionales ha sido llamado a integrar el
equipo de trabajo que analiza, diseña y ejecuta algunas acciones tendientes a
incidir sobre el concepto, a veces un tanto etéreo, de cultura ciudadana, aquí
en la ciudad de Mérida.
Específicamente este proyecto institucional
cooperativo apunta hacia la “recuperación de la identidad del merideño a partir
de sus espacios y vida pública ciudadana”.
Para ello el objetivo central se ha fijado
en “emprender un proceso coordinado de recuperación de valores identitarios
tangibles y no tangibles, vinculados a
la vida urbana de la ciudad de Mérida, a partir del uso de sus espacios
públicos para la integración y el
enriquecimiento de la vida pública local”.
Quien anima esta iniciativa es el Grupo de
Investigación del Espacio Público (conocido por siglas Gisep), una instancia de
trabajo liderada por la profesora Maritza Rangel, adscrita a la Facultad de
Arquitectura y Diseño de la Universidad de Los Andes. El Gisep recibe el apoyo
de Venezolana de Teleféricos (Ventel), del Consejo de Estudios de Postgrados
(CEP-ULA) y la colaboración de organizaciones merideñas como la Cámara de
Comercio e Industrias del estado Mérida, por citar una.
Por supuesto que esa misión de incidir en
la cultura ciudadana implica buscar escenarios concretos en los que se pueda
hacer tangible la dinámica ciudadana y, por lo mismo, definir qué elementos
coadyuvan a elevar el grado de civilidad y que factores limitan o impiden el
ejercicio de una práctica ciudadana consciente. Por cierto, en el Gisep, para
efectos de un mínimo marco conceptual, se asocia el término de cultura
ciudadana al “conjunto de costumbres, acciones y reglas
mínimas compartidas que generan sentido de pertenecía, facilitan la convivencia
y conducen al respeto del patrimonio común y al reconocimiento de los derechos
y deberes ciudadanos”.
Pues bien, una de las áreas en las que es
posible reconocer lo bien o mal que le va a una ciudad con respecto al tema del
comportamiento de los ciudadanos es la referida al manejo de los desechos
sólidos. Dicho llanamente: la forma como maneja lo que de forma genérica todos
llaman basura.
En el caso concreto de Mérida, el proyecto
que desarrolla el Gisep ha definido el tema del manejo de los desechos como un
área prioritaria de trabajo. Las razones están a la vista: Mérida ha pasado en
los últimos años ha convertirse en una de las ciudades venezolanas con mayor
grado de conflicto derivado del mal manejo de sus desechos.
Por supuesto que en nuestro caso el
problema es de muy arraigadas deficiencias, vinculadas con la poca continuidad
política de las decisiones y acciones sobre el problema, con la apatía o la
propia inconsciencia institucional, convidada con episodios de ineficiencia,
partidización política del problema, hasta falta de recursos, limitaciones
operativas y técnicas, hasta, por supuesto, una muy pobre contribución
ciudadana a mejorar el manejo de los desechos que cada quien genera.
Esta suma de situaciones coloca el problema
de la basura como una clara evidencia de nuestras debilidades como colectivo
humano – ciudadano – en aras de atacar un problema tan básico como lo es la
forma como generamos, almacenamos, recogemos y disponemos las 400 toneladas
mensuales de basura que genera la zona metropolitana de Mérida.
La meta de alcanzar una respuesta política,
institucional, académica, ciudadana, que se asiente en las decisiones técnicas
más adecuadas y que cuente no sólo con los recursos para hacer viable las
soluciones sino con la participación ciudadana como elemento fundamental, pasa
por el reconocimiento de que no estamos haciendo las cosas como debemos y que
nuestra cultura ciudadana, vinculada a este aspecto de los desechos, está
lejos, muy lejos de ser la mejor. De esa autocrítica ciudadana puede derivarse,
luego, una motivación para la acción.
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