Es falso que este año 2015 vaya a ser peor que el 2014.
O mejor dicho: no necesariamente esa sentencia es una verdad inamovible.
Ocurre que el 2015 será lo que queramos que sea, en
función de nuestros deseos pero, sobre todo, de nuestras acciones.
Nuestros deseos – aún los de aquellas personas
entregadas al pesimismo – suelen girar hacia un 2015 donde se comience a
observar que la violencia, la criminalidad, baja en sus macabras estadísticas.
Deseamos que sea un año donde la salud sea un bien accesible para la mayoría.
Queremos un 2015 con empleos seguros, sostenibles y
justamente remunerados, donde la inflación sea controlada y donde no haya
aumentos a cada rato de sueldos, sino una economía estable.
Un 2015 sin colas
por doquier, con servicios públicos
óptimos y tolerancia, respeto y armonía entre todos los habitantes,
indistintamente su pensar político.
El 2015 será mejor que el 2014 sólo si lo deseamos y
lo actuamos colectivamente. No hay varitas mágicas, ni llaves secretas. Sólo
trabajo. Por eso: ¡Feliz 2015!
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