Vino a Mérida el ministro del Poder Popular para el
Turismo, señor Alejandro Fleming, cargado de anuncios positivos para el turismo
merideño.
El ministro siempre ha sido muy optimista con respecto
al turismo merideño. Es decir, siempre habla de un futuro en el que el
teleférico estará inaugurado, el aeropuerto Alberto Carnevali estará nuevamente
de puertas abiertas, con varias aerolíneas prestando servicio, sin dejar a un
lado al aeropuerto de El Vigía que seguirá operativo, también con varias
aerolíneas funcionando.
Una Mérida con vías de comunicación óptimas y
abiertas, seguras y bien señaladas; una Mérida con empresarios del sector
(hoteleros, posaderos, operadores, transportistas, propietarios de
restaurantes, entre otros) felices por el apoyo gubernamental y trabajando mano
a mano con los entes respectivos. Una Mérida en la que el turista que llega se
va a regañadientes porque lo que quiere es quedarse y seguir disfrutando de
gente amable, precios económicos, servicios de primera, accesibilidad y
movilidad garantizada y todo en un ambiente limpio, ordenado y seguro. ¿Qué más
pedir?
En realidad de esa lista hay muchas cosas que ya
tenemos y que sin ser perfectas, funcionan bastante bien (por ejemplo la
atención de la gente, la señalización y una relativa seguridad).
Pero en lo que respecta a la parte que está en manos
del gobierno, sobre todo las relativas a las obras, la situación sigue
provocando un cada vez más robusto escepticismo.
De esa situación de incredulidad tiene mucha
responsabilidad, paradójicamente, el propio ministro Fleming con sus reiterados
anuncios que tiene el detalle de las fechas incumplidas. Puede que el alto
funcionario esté motivado por las mejores intensiones hacia Mérida, pero el
reiterado decir que algo se va a hacer en esta o aquella fecha y luego decir,
sin ningún tipo de rubor, que ya no será este año sino el otro, y así
sucesivamente durante meses y meses, deja en la boca un extraño sabor a engaño.
En pocas palabras, uno quisiera creer que es verdad
que al Teleférico lo van a inaugurar (aunque sea parcialmente) el próximo
2013, pero si tal promesa fue hecha con
redoblantes en 2010, 2011 y 2012, pues pensar que el 2013 “ahora sí va la cosa”
no deja de ser un ejercicio exigente de credulidad.
En esa misma tónica, al aeropuerto Alberto Carnevali
no hay promesa que no se la haya hecho. Incluso por allí ruedan todavía las
fotografías de una aerolínea que llegó a aterrizar un avión y todo, para emoción
de los merideños (nos referimos a LaMia). Pero con el mismo ímpetu que toma un
avión para despegar, así se han ido los anuncios de reapertura. En este ENLACE puede leer una nota publicada en un medio oficial sobre la emocionante llegada del avión de Lamia.
A estas alturas el mejor consejo para las autoridades sería suspender los
anuncios hasta tanto no se termine de hacer lo que deba hacerse. Sería una
grata sorpresa que un buen día escucháramos el ir y venir de las aerolíneas
comerciales sobre Mérida y que alguien se pregunte: Pero bueno… ¿En qué momento
reabrieron el Alberto Carnevali? Eso si sería una sorpresa grata que todos
aplaudiríamos. La foto de este post es de Luis Gabaldón.
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