La Navidad habita en el mes de diciembre. Usar agosto o septiembre Para hablarnos
de Navidad es como dar el "feliz año nuevo" en junio. Es raro, no pega. Hablo de un
asunto de tradiciones, de sensaciones, de la fijación infantil que nos produce
diciembre y su Navidad.
Lo que vemos ahora, es decir que desde agosto
se nos empieza a vender la Navidad no es más que un ardid comercial para
hacernos gastar dinero, para anticiparse a nuestras carteras. Eso no tiene, en
lo absoluto, nada de navideño, de espiritual, de lo que dicen los jingles de
las publicidades “de tiempos de amor y paz”. Para nada: es un acto de venta
adelantado que, en lo personal, me cuesta tragar.
El comentario viene a cuento porque ya
muchas vidrieras de las tiendas de Mi Ciudad se adornan con arbolitos, San Nicolás, bambalinas y guirnaldas
rojas, verdes y doradas. Es como meternos el almuerzo a las siete de la mañana.
La navidad para diciembre. ¡Por favor, no le maten el encanto!
No hay comentarios:
Publicar un comentario