El operativo- su aplicación - es una expresión
cultural venezolana. Suele mostrarse con mayor claridad en las acciones de los
entes de gobierno como recurso de último momento de las políticas públicas.
Lo dicho no intenta ser una definición ni
una defensa al operativo. Más bien, al menos desde el punto de vista práctico,
noto que el operativo nos ha condenado a ejercer un tipo de acción de gobierno
espasmódica, reactiva, circunstancial, de un extremo carácter focal o puntual,
desprovisto de entorno, de estructura, de ilación y continuidad. El operativo
es muchas veces la evidencia de la falta
de una visión integral de lo que debe ser una acción de gobierno coherente y centrada
en el beneficio colectivo, las mejoras sociales, el aumento de la calidad de
vida. Claro, hay el operativo como estrategia circunstancial que se aplica en
cualquier parte de planeta pero no es a ese operativo al que nos estamos
refiriendo sino a aquel que se instaura como la única respuesta.
Es por ello que, no ahora sino a lo largo
del último medio siglo, los operativos aparecen en la escena venezolana, ante
los ojos de los ciudadanos, como expresión del hacer público.
Por ejemplo, al no existir una política de
mantenimiento continúo de las carreteras, se debe aplicar un operativo de bacheo,
un operativo de asfaltado, respuestas que suelen llegar cuando ya la gente se
ha cansado de caer en los huecos y por lo mismo plantea un fuerte reclamo que
suele ser el activador del operativo.
Esto del operativo se evidencia en todos
los niveles de gobierno, sea este municipal, estadal o nacional. En el caso de
las alcaldías sorprende que, por ejemplo, apliquen operativos de limpieza de las aceras, jardines
o plazas públicas, y celebren estas acciones cuando en realidad su aplicación
es la comprobación de que durante meses o años tales espacios públicos nunca
recibieron la mano interesada y diligente de los trabajadores municipales que
cortaran la grama, arrancaran el monte, pintaran los postes, cambiaran
bombillos, o recogieran los desperdicios.
El operativo es, en nuestro caso
venezolano, la respuesta a todos los males. Si no hay alimentos se levanta un
operativo de abastecimiento y si lo que sobran son los delincuentes en las
calles, se activa un operativo de seguridad ciudadana. Operativo, tras
operativo, tras operativo, tras operativo. Para un hospital sin medicamentos,
una calle sin luz, una escuela sin docentes. Allí va el operativo.
Claro, tendríamos que ser un tanto
agradecidos y al menos admitir que si no fuera por esos operativos, tal vez
muchos puentes se hubiesen caído, muchos buses estarían fuera de servicios, o
sencillamente las ciudades habrían sido tragadas por la delincuencia. No se, a
lo mejor es el operativo nuestra única forma de entender la gestión pública, la
atención al otro.
A lo mejor el operativo, como los puentes
vacacionales, las mises y el petróleo, son parte de nuestra cultura pero no ya
en el sentido estrictamente negativo sino un ser y hacer que está determinado e
incluso inscrito en nuestra genética. Vaya usted a saber.