Por una nota de prensa en la que un
dirigente vecinal denunciaba la instalación de un kiosco de periódicos fijo
nada más y nada menos que en la esquina de Las Américas con viaducto de la 26 y
Cardenal Quintero, supimos que la orden para instalar el fulano tarantín partió
de la propia Alcaldía de Libertador.
El hecho no debería pasar por debajo de la
mesa. El alcalde Léster Rodríguez debería considerar el hecho de que si
autoriza un kiosco en esa franja, hasta ahora libre de tarantines, está
justificando la instalación de nuevos comercios en un punto crítico de la
ciudad. ¿Bajo qué criterios se otorgó ese permiso? Cualquiera quisiera tener un
kiosco en una de las zonas de mayor tránsito de la ciudad pero debería privar
el concepto de que esa zona es de alto interés público por lo que un solo
permiso es inaceptable.
Tal situación – la de avalar desde la
alcaldía la presencia de una instalación a todas luces inconveniente – es la
que ha generado que, a la postre, no sea uno sino decenas de comerciantes
informales los que “colonicen” un espacio de la ciudad que luego será cuesta
arriba recobrar para el uso público. Mal ejemplo da la Alcaldía de Libertador
en este caso.
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