Por las calles de la ciudad abundan las personas que no tienen techo y se encuentran al margen de la dinámica social.
El director de Política Integral de la
Gobernación del estado Mérida, Luis Omar Ditta, informó este fin de semana que
finales de septiembre “comenzarán a realizar la planificación y las
articulaciones con las instituciones” para emprender una fase de operativos
para lograr el propósito de “indigencia cero”.
Según el funcionario, hay varios puntos
críticos en la ciudad en los cuáles suelen reunirse y hasta convivir las personas
denominadas “en situación de calle”, un concepto bastante amplio que recoge a
personas que si bien viven en la calle, son expresión de una compleja gama de
problemas de salud, psicológicos-mentales y sociales. Es decir en este grupo de
calle hay desde alcohólicos, adictos a
otras drogas, enfermos mentales, hasta ancianos abandonados a su suerte. A
veces hay casos que reúnen en una sola persona toda esta dura realidad social.
El anuncio gubernamental deben ser no sólo
celebrado sino alentado por los merideños ya que pese a que las autoridades
afirmen que esta realidad de gente en situación de calle siempre se ha
atendido, lo cierto es que sólo basta con recorrer la ciudad para percatarse de
que ha habido un aumento dramático de personas que deambulan a la buena de
Dios, por calles, avenidas, plazas, inmediaciones de centros de salud y, en
general, por cualquier espacio público en los que estos seres - duramente
apartados de la sociedad - intentan sobrevivir.
Según la nota de prensa que diligentemente
nos fuese enviada desde la Dirección de Política Integral, entre las zonas
donde existe mayor incidencia en cuanto a presencia de personas en situación de
calle destacan las plazas Bolívar, El
Llano, Milla, El Espejo, así como
también los alrededores del Hospital Universitario de Los Andes (HULA) y el
Viaducto Miranda.
Convenimos con las autoridades regionales en
que estos lugares mencionados son, en efecto, muy frecuentados por las personas
en situación de calle, pero la lista, permítanme advertirles, se queda muy
corta si hablamos de alta presencia de alcohólicos, indigentes, drogadictos,
enfermos mentales, ancianos abandonados, personas entre las que también suelen
colarse delincuentes que operan en medio
de este drama humano.
Un solo ejemplo, el cual puede ser
constatado hoy mismo, si lo desean, es la situación de la avenida Cardenal
Quintero, uno de los enlaces viales más importantes de la ciudad y que permite
el ingreso al centro desde Los Próceres, pasando por una de las zonas de la
ciudad con mayor densidad poblacional.
Allí en la avenida Cardenal Quintero pueden
contarse no menos de 10 personas, entre hombres y eventualmente mujeres, que
viven de pedir limosnas y que pasan la mayor parte del día bajo los efectos del
alcohol y otras drogas.
Es un problema complejo y de difícil
atención ya que cada caso, cada persona, amerita una atención individual y no
sólo eso, un seguimiento a largo plazo. Si bien es un gesto de humanidad atender a estas
personas con operativos de aseo,
peluquería, atención odontológica, ropa y algún servicio de salud
puntual, las causas que los llevan a deambular por las calles y a terminar sus
noches bajo el precario abrigo de unos cartones o periódicos viejos, esas
causas son muy profundas e implican seguimientos que aparten el concepto de
operativo y se conviertan en servicios integrales y sostenibles de reinserción
social, cuando tal posibilidad sea viable desde el punto de vista de atención
de salud, psicológica e incluso laboral.
En suma: el problema de la indigencia es un
producto no sólo de circunstancias desafortunadas en el orden personal, sino un
problema derivado, por un lado, de procesos económicos ineficientes que llevan
a muchos a ubicarse al margen de la dinámica social; así como de otros factores
de orden psicosocial surgidos de la complejidad del actual modelo de vida que
llevamos.
Para Mérida, no es una situación que se
pueda particularizar en cuatro o cinco lugares, sino que es una realidad que se
puede ver en cada calle, cada esquina. Por lo tanto, las iniciativas deberían
partir de esos puntos críticos, como no, pero sin dejar de reconocer que la
indigencia es un lamentable signo distintivo de nuestra realidad urbana.
Para ampliar este tema, recomendamos la lectura de un artículo científico elaborado por la investigadora de la ULA Yariani Barreat, en el cual se aborda de forma científica el alcance y magnitud del problema aquí mencionado. Pueden accede a esa investigación desde el enlace: INDIGENCIA.
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