Hay una ciudad cotidiana, plagada – ya lo
sabemos – de no pocos sinsabores: Las colas, la basura, los delincuentes, los
apagones, las protestas, el caos. Por fortuna hay, en paralelo, otras ciudades,
o mejor, otras lecturas de la misma ciudad. Es como esas complejas
explicaciones que suelen dar algunos científicos cuando plantean la existencia
de varios universos (multiversos) que conviven con el que nos ha tocado en
suerte ver y observar, pero que en verdad es uno de muchos posibles. Me encanta
esa teoría porque te permite tener la esperanza de otras realidades mejores,
que están allí pero a la que no podemos acceder vaya usted a saber porque o por
quién.
Más allá de esta disertación metafísica,
los merideños sí podemos acceder a esa otra ciudad, una cultural, rica en
conocimiento, alternativa para el espíritu y los sentidos.
La Feria Internacional del Libro
Universitario, el Festival del Cine Venezolano, el Mercado de Diseño,
conciertos, caminatas (como la que ayer realizaron los padres en su día),
foros, conferencias, cursos, talleres. Es otra ciudad que de vez en cuando abre
el portal que nos permite acceder a otra dimensión. Es el espíritu de Mérida.
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