En Mérida, durante
las últimas semanas, la energía, en todas sus formas, desaparece a ratos. Luego
vuelve. Pero la energía que mueve la vida, las actividades diarias, la
economía, no debe, en un país como el nuestro, esconderse como si de un acto de
magia se tratara.
Digo no en el nuestro aludiendo al hecho archiconocido de
que Venezuela es sinónimo mundial de energía (petróleo, gas, electricidad). O…
¿Lo era?
No
es que la gasolina haya vuelto a las estaciones. Es la incógnita del porqué
desapareció. Es que el gas doméstico nos deje un fin de semana sin agua
caliente y sin cocina para los alimentos. Que vendrá un día de estos, de seguro. Pero, igual ¿Por
qué desaparece? Y no digamos de la electricidad.
La continuidad energética, la
seguridad de que tendremos el combustible para movernos no sólo es sinónimo de
eficiencia sino de independencia. A veces se nos mueve el piso con estas inesperadas ausencias.
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