Un
mal augurio me asalta al ver las colas para echar gasolina. Una amiga, que
junto a mi esperaba turno para cargar gasolina en la bomba ubicada al inicio de
la avenida Alberto Carnevali, resumió mis peores pensamientos en la pregunta:
“Aja... ¿Y si a partir de ahora tenemos que hacer cola cada vez que vayamos a
echar gasolina?” Quiero pensar que se trata de un episodio temporal y que a las
colas que tenemos, no se sumará ahora, esta nueva sobre cuatro ruedas.
Esto
me lleva a un post que escribimos un tiempo atrás y que decía así:
En
algún momento de nuestra historia reciente, las colas se convirtieron en parte
del paisaje. Me refiero a las colas
humanas frente a los supermercados, abastos y farmacias o, incluso, detrás de
un camión desde donde se despacha uno o varios productos de la lista de los más
buscados, como la leche completa en polvo, el azúcar, el aceite, el papel
higiénico y la margarina, por nombrar
unos pocos.
Uno
camina por la calle y, quiéralo o no, termina siempre pasando al lado de una
cola imponente. Y es que pese a que ya estemos acostumbrados a ver colas por
doquier, siempre nos sorprende su dimensión, lo
absurdo de su tamaño. El asunto es que las colas – en función de su
morfología - representan, ni más ni
menos, la medida exacta de nuestras desventuras económicas, sobre todo desde la
perspectiva de un abastecimiento que habla de mesas vacías, angustia y desazón.
Por
lo tanto, las colas nuestras de cada día, han
generado un micromundo – su propio sistema planetario
- en el que los ciudadanos
gravitan en post de cumplir el obligado ritual de hacerse con uno o varios
productos que necesitan.
Por
eso, comprender lo que llamaremos la tipología de las colas, que nos remite
también a la “personalidad de la cola”, resulta importante en el intento de
salir bien parados de nuestra incursión en el supermercado o en el abasto de los chinos.
Vamos
a lo básico: las colas pueden ser largas o
cortas. Pero, ¡ojo!: una cola “corta” puede ser una denominación engañosa
a la luz de las actuales
circunstancias. Si una cola llegó a tener un día 500 personas, el hecho de que otro día tenga 250
la hará ver como que, en efecto, es una cola “corta”, aunque sólo de ver la
extensión de la fila nos den ganas de regresarnos.
Por
cierto, el asunto de la personalidad de las colas no es un dato irrelevante.
Más bien aquellas personas que por necesidad u obligación se han hecho
expertas en colas - tal es el caso de muchas
doñitas amas de casa – se refieren a éstas de forma curiosamente
humana. Así, una señora conocida, que
luego de 4 horas había logrado comprar jabón Ace en Yuan Lin, me habló de la
enorme cola como si describiera
a una amiga: “Pues sí, ella es
larga, no te lo voy a negar, pero se mueve bien”. Otro amigo, muy poco dado a
hacer colas, me advirtió sobre lo que ocurría en una ocasión en
Farmatodo del centro: “Ni se te ocurra hacer esa cola. Esa bicha no se mueve y
además es violenta”.
Nuestra
relación con las colas es de un grado tan
especializado que incluso existen colas de la nada (algo así como la materia oscura que los
científicos saben que existe en el
espacio pero de la que no pueden
mostrar mayores evidencias). ¿Cómo es esto?
Sencillo: en el supermercado Ciudad de Mérida, hace unos semanas, había
unas 30 personas, más o menos, en
cola, pero dentro del local comercial no había ninguno de los productos más buscados. Un señor me
explicó la extraña situación: “Sí,
sabemos que no hay nada pero estamos
parados aquí para cuando llegue lo que tenga que llegar”. Es decir, las colas son a veces un acto de fe.
Además,
las colas están llegando a un grado tal de
protagonismo que, no lo vamos a negar, cuando alguien ve una cola es porque, como diría
una vecina “algo bueno llegó”. Y aunque
el sentimiento anti cola nos embargue, la fuerza de gravedad de las mismas cada vez va atrapando a más gente, personas
que poco pueden hacer para luchar contra
esa fuerza de atracción que nos obliga a estar parados allí, respondiendo a las reiteradas preguntas:
¿Epa, y esa cola es para qué?, a lo que
nosotros responderemos: “Para lo que
ella decida”.
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