Para los niños y jovencitos menores de 20
años la imagen de un “Centro de teléfonos monederos” debe resultar lo mismo que
para nosotros una oficina de telégrafos.
Estos
desaparecidos centros telefónicos eran, ahora vistos a la distancia, extraños
lugares de encuentros en los que se
abarrotaba la gente y en los que, como era de esperarse, se vivían toda suerte
de situaciones muy de nuestra forma de ser venezolana, con sus aspectos
positivos y negativos.
Por ejemplo, no
eran raras las colas. Así es: a veces alguien ocupaba un teléfono monedero y se
instalaba a hablar largo y tendido. Esto causaba la molestia de los que
esperaban quienes no dudaban en hacer sus reclamos entre gritos y bochinches.
Los chistes estaban a la orden del día: “Si quiere le busco una sillita para
que hable más cómodo”, soltaba alguien desde la cola al abusador que se negaba
a soltar el aparato.
Eran monederos
porque, obviamente funcionaban con monedas…Monedas que tenían suficiente valor
como para aguantar una llamada. Eran otros tiempos de un Bolívar sólido como
moneda. Esos grandes aparatos avisaban que la llamada se iba a cortar y,
nuevamente, se le insertaba una moneda… Y luego otra, y otra. Por cierto, en
muchos países los monederos aún se usan de forma regular.
Para robar
llamadas locales, nacionales o internacionales,
algunos usuarios con pocos escrúpulos y mucha creatividad, inventaban
sofisticados sistemas que los
funcionarios de Cantv tenían que descubrir pronto para evitar la ruina de la
empresa. No es exagerado decir que la mayoría de la gente estaba a la caza de
una de estas técnicas de robo. Una mujer una vez explicaba así uno de estos
métodos de robo de llamadas: “Después que descuelgue el teléfono debe apretar
fuerte el botón # mientras habla. Así queda fijo”. A veces un problema técnico,
atribuible a Cantv, dejaba un aparato funcionando de forma “directa”. Las colas
para llamar en esos equipos eran infinitas como también infinitas las
conversas.
Este extraño
mundo de llamadas en centros de monederos desapareció por la sencilla razón de
que casi todo el mundo comenzó a tener acceso a un celular y que en las
viviendas había un teléfono fijo, un lujo que no se daba todo el mundo un
cuarto de siglo atrás. Otras razones: lo volátil del valor de las monedas y la
inseguridad no hacían viable el uso de este tipo de pago.
Claro, el
servicio de teléfonos públicos siguió prestándose con la lógica evolución
tecnológica. Primero hubo un cambio a
tarjetas “magnéticas”, luego vinieron las tarjetas “inteligentes”, entre otras
variables.
Pero, al menos
esa es la sensación que me producen, ya
la gente no usa casi los teléfonos públicos. En la calle, sin embargo, Cantv
mantiene este importante servicio. Incluso la empresa Movistar está instalando
estos aparatos públicos. Los de Movistar funcionan de forma inalámbrica, son
bidireccionales, pueden hacerse llamadas a todas las operadoras y lugares,
incluso llamadas internacionales. Los de Cantv tienen las mismas operaciones.
Ambos funcionan sin necesidad de insertar nada, a no ser el código de la
tarjeta.
Creo que un
teléfono público siempre será de gran utilidad, sobre todo si tomamos en cuenta
que desde ellos podemos llamar de forma
gratuita a números de emergencia y de organismos de seguridad, y porque uno
nunca sabe cuando el celular se quedará sin saldo, sin carga, se te
extraviará, te lo robarán, se te dañará,
en fin.
Por lo anterior,
la pregunta arriba de estas líneas ¿Qué hacemos con los teléfonos
públicos?, no la planteo porque esté
promoviendo su eliminación, sino más bien su mantenimiento.
Pareciera que
Cantv desistió del mantenimiento. Viendo el estado de suciedad de estos
equipos, no me extraña que nadie los use no tanto porque no quiera sino por no
agarrar una infección.
Si Movistar
instala teléfonos públicos es porque aún quedan usuarios…Pocos pero los
necesarios como para justificar el servicio. De allí que Cantv deba volver la
miradas sobre esos equipos que hoy sirven
para colocar basura y no tanto para “unir a la gente”.
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