Una
vez más recurro a la extraordinaria claridad del Maestro Miguel Ruíz, escritas
en su afamado libro Los Cuatro Acuerdos “Un libro de sabiduría Tolteca”, en el
que hace una serie de recomendaciones fundamentales para conducirnos en la
vida.
Una
de esas recomendaciones tiene que ver con el acuerdo denominado “No hagas
suposiciones”. Al leerlo y contrastarlo con lo que estamos viviendo en el país,
no me queda la menor duda de que en un gran porcentaje, toda esta locura que
estamos viviendo, toda esta especie de “sálvese quien pueda”, todas estas
acusaciones de unos contra otros, toda esta búsqueda de culpables, toda la
rabia y la impotencia que cargamos a cuestas, todo el miedo y la desesperanza,
tienen mucho que ver con la construcción de una realidad a partir de
suposiciones que nosotros mismos hemos creado.
Permítanme
reproducir, como ya lo hemos hechos antes, un fragmento de la obra de Don
Miguel Ruíz, y ojalá esas líneas los motiven a ampliar la lectura de este
interesante punto de vista. Dice así el fragmento de la obra de “Los Cuatro
Acuerdos”:
La
manera de evitar las suposiciones es preguntar. Asegúrate de que las cosas te
queden claras. Si no comprendes alguna, ten el valor de preguntar hasta clarificarlo
todo lo posible, e incluso entonces, no supongas que lo sabes todo sobre esa
situación en particular. Una vez escuches la respuesta, no tendrás que hacer
suposiciones porque sabrás la verdad.
Asimismo,
encuentra tu voz para preguntar lo que quieres. Todo el mundo tiene derecho a
contestarte «sí» o «no», pero tú siempre tendrás derecho a preguntar. Del mismo
modo, todo el mundo tiene derecho a preguntarte y tú tienes derecho a contestar
«sí» o «no».
Si
no entiendes algo, en lugar de hacer una suposición, es mejor que preguntes y
que seas claro. El día que dejes de hacer suposiciones, te comunicarás con habilidad
y claridad, libre de veneno emocional. Cuando ya no hagas suposiciones, tus
palabras se volverán impecables.
Con
una comunicación clara, todas tus relaciones cambiarán, no sólo la que tienes
con tu pareja, sino también todas las demás. No será necesario que hagas suposiciones
porque todo se volverá muy claro. Esto es lo que yo quiero, y esto es lo que tú
quieres. Si nos comunicamos de esta manera, nuestras palabras se volverán
impecables. Si todos los seres humanos fuésemos capaces de comunicarnos de esta
manera, con la impecabilidad de nuestras palabras, no habría guerras, ni
violencia ni disputas. Sólo con que fuésemos capaces de tener una comunicación
buena y clara, todos nuestros problemas se resolverían.
Este
es, pues, el Tercer Acuerdo: No hagas suposiciones. Decirlo es fácil, pero
comprendo que hacerlo es difícil. Lo es porque, muy a menudo, hacemos exactamente
lo contrario. Tenemos todos esos hábitos y rutinas de los que ni tan siquiera
somos conscientes. Tomar conciencia de esos hábitos y comprender la importancia
de este acuerdo es el primer paso, pero no es suficiente. La idea o la
información es sólo una semilla en la mente. Lo que realmente hará que las
cosas cambien es la acción. Actuar una y otra vez fortalece tu voluntad, nutre
la semilla y establece una base sólida para que el nuevo hábito se desarrolle.
Tras muchas repeticiones, estos nuevos acuerdos se convertirán en parte de ti
mismo”.
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