Bajo el título “Siembra perdida” en esta misma columna hacíamos un comentario
días tras en torno a la reiterada práctica de los organismos de gobierno
(fundamentalmente Alcaldía de Libertador y Cormetur) de hacer operativos para
sembrar plantas ornamentales en plazas y avenidas, matas a las que, casi por
regla general, se dejaban en el olvido días después de plantadas.
El asunto es grave porque constituye no sólo una
incómoda práctica en contra de la naturaleza, sino también un evidente
despilfarro de recursos ya que unas plantas (capachos, girasoles, rosas y
palmas) que son sembradas para luego abandonar, terminan en marchita evidencia
de gastos por los que nadie responde.
En este contexto, la empresa Tromerca anunció la
semana pasada un plan de siembra, por etapas, de miles de plantas ornamentales,
cerca de las estaciones del Trolebús y el Trolcable, así con en las rutas de
estos sistemas. Muy buena noticia. Pero igual nos toca recordarle a esta
empresa que, al menos, dispensen agua a estas plantas recién sembradas. No
hacerlo sería un crimen. Sembrar implica una responsabilidad de mantenimiento.
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