Aunque
no puedo asegurarlo, estoy casi seguro que fue a comienzos del año 2013, hace
dos años, cuando los merideños comenzamos a colocar la basura en las avenidas y
calles, específicamente en lo que solemos llamar “isla” central de las
principales arterias viales.
Esa
práctica comenzó como una respuesta natural de las comunidades e incluso de
muchos comerciantes, para deshacerse de los desechos acumulados durante días, en
aquel momento en el cual el servicio de recolección de basura hizo crisis y
dejó a Mérida a las puertas de una emergencia ambiental, en los tiempos de
Léster Rodríguez como alcalde.
Es
decir – y con esto doy por sentado que hubo una razón comprensible – la gente
colocaba la basura en esos lugares que, en cierto sentido, representan una
especie de zona libre, de nadie, para reclamar la pobre respuesta municipal
ante el problema y porque allí se le facilitaba la recolección a los vehículos
improvisados que pasaban a recoger lo que pudieran. Esos espacios en medio de
las avenidas terminaron siendo las aguas internacionales de los merideños. Y
hasta allá fue a dar la basura.
Durante
meses esa fue la práctica. Luego el servicio en los últimos tiempos, logró una
clara mejoría en comparación con aquel momento de crisis. Sin ser el mejor y
sin llegar incluso a la eficiencia, está claro que ahora hay una cierta
regularidad en la recolección de esos desechos.
Entonces,
se suponía que una vez que el servicio presentara mejoras, nuestras bolsitas de
basura regresarían a los lugares en los que acostumbraban a estar: dentro de
nuestras casas hasta que pasara el camión, tiempo en el que saldrían a la
acera, frente a nuestras residencias o al punto convenido, para que fuesen recogidas
y trasladadas al lugar de disposición final.
Pero
eso no fue lo que ocurrió. Por comodidad y por inconsciencia, mucha gente sigue
llevando la basura hasta el medio de las avenidas. Está demás decir que
semejante situación es totalmente contraria al ornato, a la salud pública y
constituye una afrenta mayúscula para una ciudad con pretensiones turísticas.
Pero…
¿Por qué las autoridades públicas no han logrado resolver este asunto? ¿Por qué
se permite que la basura siga ocupando el lugar de los postes de las luminarias
o el de las plantas ornamentales en nuestras principales avenidas? Es decir, ¿por
qué las avenidas Los Próceres, Zona Norte de Las Américas, Gonzalo Picón y
sobre todo la 16 de Septiembre muestran un aspecto tan desaseado, abandonado,
insano, lamentable, por culpa de quienes creen que esa es la mejor versión de
un botadero…?
Tal
vez sea por el hecho de que a las autoridades o a las instituciones que tienen
que ver con el problema no les preocupe el tema o bien porque no saben cómo
lograr la colaboración de la gente.
El
problema es grave y en él deberían trabajar los distintos organismos en un plan
de acción común que tenga como una de sus acciones la presencia de funcionarios
que persuadan a los vecinos de seguir con la práctica de sacar la basura a
cualquier hora, cualquier día y dejarla a la buena de Dios. ¡Esa bolsita es tuya!,
quítala de allí y sácala cuando convenga.
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