La
Ciudad de Santiago los Caballeros de Mérida, una ciudad de parroquias con
historia y tradición, un asentamiento humano para repensar en pleno siglo XXI.
José Gregorio Delgado Herrera
El 9
de octubre de 1558, el Capitán Juan Rodríguez Suárez funda la ciudad de
Santiago de los Caballeros de Mérida, Rodríguez
Suárez había nacido en Mérida, España y en recuerdo de su ciudad natal, la
bautiza con este nombre. El asentamiento se realiza este día en los alrededores
del caserío indígena, meseta habitada por algunos grupos indígenas, siendo los
tateyes o tatuyes los más conocidos. Éstos dependían de la agricultura para su
subsistencia, en especial del cultivo del maíz y de algunas raíces; además
obtenían distintos rubros gracias al trueque con indígenas asentados en otros
espacios de lo que hoy día es el Estado Mérida, conmemoramos la fundación, al
recordar cuando Suárez, y un grupo de 50 a 70 soldados «clavó el rollo
jurisdiccional, eligió a los funcionarios del Cabildo y declaró ante la tropa
que fundaba una ciudad».
En
1628 los padres jesuitas abren un colegio en la ciudad, el mismo funciona
excelentemente por casi un siglo y medio hasta que los Jesuitas son expulsados
de América en 1767 por orden del rey de España, Carlos III.
A
principios del siglo XVII la población de la ciudad alcanzaba cerca de 3.300
aborígenes y unas 150 familias de origen español, cifra que para mitad del
siglo XVIII, en el año 1763 aumentaría a más de 2.000 ciudadanos de origen
español y otros miles más aborígenes.
En
1778 la ciudad fue elevada a sede Episcopal por el Papa Pío VI ante la petición
que hiciera el monarca de España. Se nombra a Fray Juan Ramos de Lora como
Obispo de la nueva Diócesis, el nuevo Obispo llega a la ciudad en 1785
procedente de México, luego de ver los problemas que presenta la región, decide
crear, sin permiso real, el Seminario de San Buenaventura el 29 de marzo de
1785 a fin de dar educación eclesiástica y de legua latina a los jóvenes de la
ciudad. El Seminario sería más tarde, la base de la Universidad de los Andes.
La
parroquia colonial penetró íntimamente en la vida económico-social de la región
donde se asentó, provocando una verdadera integración entre los agentes
constitutivos y la población; integración que funcionó tanto para la época como
para el ulterior desarrollo de la región. Como se sabe, la parroquia delimitó
el territorio de su jurisdicción. Esa delimitación, hecha por la diócesis,
marcó la pauta para la división político territorial de la etapa republicana.
De esta manera, la jurisdicción parroquial sentó las bases para la
configuración político-administrativo del territorio post-colonial.
En
el territorio parroquial, el gobierno eclesiástico tuvo autonomía dentro de su
jurisdicción, pero la autoridad estuvo compartida con el gobierno civil que, en
el caso de Mérida, estuvo representado por un Teniente de Justicia Mayor y un
cabildo, ya que la parroquia careció de Cabildo. Éste era un organismo de
carácter netamente civil que se estableció en villas y ciudades y no en las
parroquias por ser de territorio y jurisdicción eclesiástica.
En
las parroquias eclesiásticas encontramos un componente jurídico, un elemento
poblacional y un aspecto económico, valorado como el origen del gobierno local,
compartido en lo religioso y lo civil, así se reconoció desde las bases
constitucionales de la República en 1811 hasta nuestros días, donde las
parroquias se asocian al Poder Público Municipal, en los términos de la
Constitución de 1999.
El
Gobierno de la ciudad, históricamente correspondió a los cabildos,
transformados en concejos municipales, con sucesivas jurisdicciones
parroquiales y comunales, desde 1984 con la legislación nacional, el
antecedente de las actuales parroquias, se encuentra en los municipios
foráneos, administrados por las juntas comunales, a partir de la ley de régimen
Municipal de 1989, se incorporan los alcaldes y las parroquias administradas
por las juntas parroquiales, electas mediante votación popular a partir de
1992.
En
los municipios la jurisdicción parroquial, como demarcación
político-territorial, encuentra su base legal en las leyes estadales, hasta la
reforma municipal de 2005, cuando se sustentan las parroquias en la iniciativa
vecinal expresada mediante ordenanzas, con estructura y funciones propias
señaladas en la Constitución y Ley nacional.
En el Municipio Libertador, cuya capital es la
ciudad de Mérida, se establece la existencia de quince -15- parroquias, lo que
coloca a nuestro municipio en un rango importante de régimen parroquial,
comparado a nivel nacional, Existen un total de 1.136 parroquias en Venezuela,
el estado con más parroquias es el Zulia con 108 y el de menos parroquias es
Vargas con 11. El municipio con más parroquias del Distrito Capital es el
Municipio Libertador con 22 parroquias; el municipio con más parroquias entre
los estados es el Municipio Maracaibo del estado Zulia con 18.
En el Estado Mérida encontramos 23 Municipios
con 86 parroquias, cada una con su respectiva junta parroquial, de cinco o tres
miembros, según su carácter urbano o rural, en el caso de Mérida, trece parroquias
del Municipio Libertador la indican como
capital, y solo dos corresponden a El Morro y Los Nevados, poblaciones
fuera de la ciudad de Mérida.
En
relación a la titularidad, es decir, los nombres que identifican a las
parroquias podemos decir, que hay una estrecha relación con personajes
históricos de Mérida o del país -10- que resultan desconocidos para la gran
mayoría de los vecinos de la ciudad, y lugares o sectores de la ciudad,
incluyendo la referencia eclesiástica –5 – (El Llano, Milla, Sagrario, El
Morro, Los Nevados)
En
consecuencia, nuestras parroquias en el Municipio Libertador, partiendo de la
identidad histórica, reivindican el aporte de personajes a la construcción de
la ciudad, de allí la toponimia parroquial merideña, reconocida en personas como:
• Antonio Spinett Dini. Migrante
italiano. Escritor. Poeta.
• Carraciolo Parra Pérez.
Historiador. Diplomático. Abogado.
• Domingo Peña. Campesino. Baquiano
de la Sierra Nevada / Escalador del Pico Bolívar.
• Gonzalo Picón Febres. Escritor.
Poeta. Filólogo. Periodista.
• Jacinto Plaza. Campesino. Indígena
/ Comerciante.
• Juan Rodríguez Suarez. Militar /
fundador de Mérida
• Rafael Hilarion Lasso de la Vega.
Sacerdote. Doctor. Obispo de Mérida/Maracaibo. Vicepresidente del Congreso de
Cúcuta. Senador
• Mariano Picón Salas. Escritor.
Historiador. Diplomático. Académico.
• José Jesús Osuna Rodríguez.
Político / Senador. Funcionario Público.
• Buenaventura Arias Vergara.
Sacerdote. Obispo de Mérida. Doctor en Teología. Rector del Seminario /
Universidad.
Cuando
aprovechamos la fecha de los 457 años de la fundación de la ciudad, para
repensar su gobierno y administración desde las parroquias, es una oportunidad
para que los vecinos merideños presenten propuestas de gestión, atendiendo a la
demarcación territorial en parroquias, para mejorar la calidad y el contenido
de los servicios municipales, incorporando el carácter participativo para los
planes y las acciones, pero, garantizando desde la alcaldía y el concejo
municipal una apropiada política de coordinación y desconcentración en el
ámbito parroquial.
Repensar
el gobierno de la ciudad de parroquias, en estos términos, pasa por recuperar
las parroquias y las juntas parroquiales, instancias de rango constitucional,
asociadas a la participación ciudadana y la ejecución de servicios públicos y
obras locales, que, se reconocen como un factor de mejoramiento de la calidad
de vida en las comunidades de cada parroquia del Municipio Libertador, entidad
local responsable del gobierno de la ciudad de Mérida, una cumpleañera que debe
repensar su futuro como asentamiento humano. Una ciudad de parroquias que
promueve identidad, pertenencia, participación, información y organización
ciudadana.