domingo, 1 de diciembre de 2013

Diciembre nos llena





Estas últimas semanas, en las que el consumo intenta ser la medida de la felicidad, nos han dibujado un país distorsionado. No cuestiono a nadie que, en un intento por rendir el dinero, haya hecho una cola de dos días para comprar una cocina, una lavadora  o un televisor. Nadie tiene que apuntar con el dedo a los demás ¿A cuenta de qué?
Pero es claro que ese país no es real porque no es sostenible. En algún momento el bolsillo dirá “no aguanto más” o en otros, los menos, la sala de la casa parecerá más bien una vidriera de algún local de  la avenida 3. El éxtasis consumista tendrá un final o al menos una larga  pausa.  

Como diciembre nos llena de otros sentimientos, aspiro a que estos días abramos menos la cartera  y más los corazones, los  brazos para abrazar, la paz para perdonar. Diciembre nos llena. 

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