miércoles, 8 de octubre de 2008

Mérida cumple años en todos los SENTIDOS




La ciudad de Mérida, nuestra ciudad, mi ciudad, estará mañana jueves 9 de octubre celebrando sus 450 años de fundación. Es una ocasión especial para dedicarle todos nuestros sentidos. Me refiero a la necesidad de verla en todos sus ángulos...De cerca, de lejos, en detalle. Mirar la vastedad de la sierra monolítica que nos rodea. Pero también ver el esplendor de una flor que estalla llena de color en cualquier rincón de un parque. Ver la inmensidad del esquivo cielo merideño, su azul diáfano, un azul que no es azul de este mundo. Pero ver también los surcos de la mano del abuelo que se sienta en un banco en la plaza Bolívar.
Oler la ciudad. Con sus esencias de pino viejo, como esas que se desprenden de las cercas del Liceo Libertador. Pero también sentir el golpe del monóxido que abofetea. De los aires que llegan impregnados de leña (sí, aún llegan esos olores) o el que nos recuerda la violencia de la protestas, gases lacrimónegos que nos quitan el aliento y nos aturden.
Una Mérida en todos los sentidos es una Mérida que se saborea. ¿A qué sabe Mérida?. A arepa de trigo, a vino de mora. A champiñones con cilantro...Sabe a los inventos heladeros de Don Manolo, alquimista de barquillas que antes eran queso, y ahora ya no. Sabe a miche callejonero y a café mañanero. A tunga y a fresas con crema.
Y sus sonidos. Mérida aún deja escuchar la marcha eterna de sus ríos, apaciguada, más bien sometida, por el ruido de los carros y las motos, los buses y camiones. Mérida no ha perdido la costumbre de dejar que en la mañana los pájaros se asomen a los balcones de los edificios para despertar a los vecinos retrasados. Se oyen murmullos en la montaña, ecos de otros tiempos, la voz de los encantos que vigilan la ciudad. Si se hace un esfuerzo, se escucha el silencio de los páramos que llegan hasta aquí a alborotarnos los pensamientos.
Se toca. El tacto en Mérida es fundamental. Se toca la nieve. Muchos dedican sus vacaciones a lograr ese exótico gusto tropical de tocar nieve en la caribeña Venezuela. Se toca la madera de los jugueteros, se toca la cobija bondadosa que nos aleja del frío. Se toca el cabello alborotado de los niños de la ciudad, la pansa hinchada de una madre que espera al próximo merideño. Se tocan las puertas para que nos salude un rostro amigo del otro lado, se toca la corneta para que se apure el carro de enfrente. Se tocan las manos de ls madres, se besa la frente de las abuelas, se toca el cielo desde mi ciudad. Mañana Mérida cumple años. Yo lo celebraré en todos los sentidos.

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