viernes, 31 de octubre de 2008

Seres de cola





No me refiero, para nada, a los animales como perros, gatos, caballos y en general cualquier ser no humano que exhiba su colita. Para nada. Hablo de nosotros, los venezolanos, amantes, por lo visto, de las colas. ¿De dónde saco semejante conclusión?. Pues de la propia realidad. Ah! y de los comentarios de muchos para los cuales las colas no son, para nada, síntoma de problemas sino más bien de progreso. La cosa es así...Si usted va a un banco y no ve gente, pues resulta que allí anda algo mal. Eso de un banco sin colas es indicio, para los entendidos en colas, que esa entidad no es confiable. Es decir, hay que meterse en una de esas colas que salen y le dan la vuelta a la cuadra, ya que, allí sí, estamos en presencia de un robusto banco. La cola lo dice.
Ni que decir de un restaurante - lujoso o de comida rápida - donde no tengamos que esperar. Si no hay nadie o hay poca gente, la conclusión - para la cultura local - es que la comida es mala o hay gato encerrado (o asado, con el perdor de los defensores de los animales).
Y por allí sigue la cuenta. Una ciudad sin colas es un pueblo perdido.No señor, ciudad que se respeta tiene que tener sus buenas colas, porque si no...Bueno, no es ciudad. Colas en el supermercado, en el centro de comunicaciones, en el Colegio, en el cajero, en el consultorio del médico.
Nada de esto fuese malo sino fuera por nuestra irremediable tendencia de maldecir la cola cada vez que le vemos la cara.

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