Aunque la crisis nos mantenga cuadrando,
calculadora en mano, los números para intentar ganarle al menos una a la inflación, a la
especulación y a la falta de oferta y producción - que está detrás de ambos males - estoy
convencido que en medio de tantos problemas, los venezolanos sacaremos
tiempo para tomar algunos días de vacaciones. Además, los chamos no son
precisamente aliados de quedarse en casa durante el largo asueto y aspiran al menos
una semana de vacaciones, con todo lo que ello supone para el malogrado
bolsillo.
Mis suposiciones de que la crisis no
frenará del todo el afán venezolano por las carreteras y los paseos, se basa en
una imagen que advertí este pasado fin de semana en el aeropuerto de Maiquetía,
principal centro de tráfico aéreo del país, en el que los vuelos salían hasta
el tope pese al brutal aumento que han registrado los pasajes.
Sencillamente, a
los venezolanos nos gusta viajar y parece que no hay crisis que los detenga. ¿O
habrá otra explicación para los vuelos saturados?
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