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domingo, 4 de mayo de 2014

¿Un alivio en las estadísticas?



En una interesante nota periodística elaborada la semana pasada por el colega periodista Jordin Morales - del portal de Noticias ¡Extra! – se informaba que durante el pasado mes de abril en el estado Mérida hubo 39 decesos atribuibles a distintas causas, entre las que sobresalen los accidentes viales, los homicidios, suicidios y otros hechos violentos.
Debo decir que en principio me sobresaltó esa cantidad ya que llegué a pensar que esas 39 fatalidades correspondían sólo a homicidios. Sin embargo, la precisión de la nota dejó en claro que en Mérida son más peligrosas las calles no tanto por la inseguridad que generan los antisociales sino por los conductores (de motos y carros)  que se desplazan  por nuestras calles y avenidas. En concreto, de los 39 decesos, 18, es decir casi la mitad, fueron por  accidentes viales.
Lo esperanzador -  si cabe el término - de la nota es que las cifras reflejadas apuntan a la baja, al menos para el caso merideño. En enero del 2012, por   ejemplo, 20 merideños fueron víctimas de homicidio.

Además en 2013 ocurrieron en Mérida 60 muertes, “lo que se traduce en una disminución del 53,8 por ciento de personas fallecidas en la entidad con relación al mismo mes del año 2014”,  según destacó en su nota el periodista Morales.
Por supuesto, aunque la situación en Mérida aún no alcancen cotas críticas, estos datos locales deben verse en el contexto nacional en el que el año pasado (2013) murieron casi 25 mil venezolanos, una cifra escandalosa e impresionante, aún en países en guerra. Datos sobre esa realidad nacional  pueden verse en esta nota de Infobae.   

martes, 14 de enero de 2014

La misión de “hacer turismo”




Tanto se ha escrito del asesinato, brutal y despiadado, de Mónica Spear y su ex esposo, Berry Thomas Henry, que no vamos a agregar más a lo que ampliamente se ha dicho sobre este despreciable acto de violencia y salvajismo. Cada venezolano, indistintamente su credo político, debe estar consciente de que ese homicidio no es más que la continuación de un relato cotidiano de zozobra que debemos enfrentar cada día los venezolanos. Lo único que piden las calles de Venezuela para que la historia termine en drama es que estemos vivos. De allí para adelante todo puedo ocurrir.
Usaré, sí, en este primer escrito de 2014, la historia de Mónica para referirme al turismo, a ese turismo que para estados como Mérida representa, en gran medida, la fuente de progreso económico que puede permitir tiempos mejores en cuanto a encausarnos hacia una sólida y efectiva la calidad de vida. Y es que Spear, al momento de su asesinato, era, ni más ni menos, una turista.
El turismo se basa no sólo en la disponibilidad de atractivos turísticos y atracciones erigidas por el ser humano, sino también un contexto que permita suponer el disfrute de esos  atractivos y atracciones.
A lo que me refiero es que en teoría debe ser una verdadera aventura conocer, por ejemplo, a la ciudad de Damasco, capital de Siria, pero dado el conflicto que vive ese país, un paseo por esa urbe milenaria no resulta viable para la mayoría. Existe un contexto desfavorable para el turismo.
En  nuestro caso, a varios problemas evidentes que incluyen la falta de una política coherente en cuanto  a la acción turística, debemos sumar la creciente inseguridad como una pesada carga con la que debe lidiar el turismo nacional.
La inseguridad espanta a quien desea conocer, recorrer, visitar. Incluso, la percepción del peligro en las calles, logra disuadir en muchos  casos  a aquellos que sólo desean salir a pasear en su propia ciudad. ¿Cuántos de nosotros han preferido cambiar el destino  a donde iban o la visita a un amigo, por temor a la inseguridad? No digamos lo que puede tener en mente un turista que lee en internet las noticias del drama venezolano en cuanto a la inseguridad.
Lo de Spear, Berry y su sobreviviente hija Maya, es la   cruda expresión de lo que puede ocurrirle a cualquiera  de nosotros,  quienes  nos   lanzamos   a  conocer   el país, con la certeza de nuestras bellezas como  nación pero con la convicción de que en cada esquina puede  estar esperándonos unos delincuentes dispuestos a  ponerle fin a nuestra aparentemente osada pretensión de hacer turismo en Venezuela.
Nuestras historias trágicas en el sector turismo son muchas, demasiadas para un país que más bien se merece estar abarrotado de visitantes.
Esos episodios incluyen desde robos individuales  y   colectivos en hoteles, aeropuertos, aviones, restaurantes, taxis y autobuses, hasta  secuestros,  maltratos, golpes, heridas graves infringidas por los asaltantes, hasta la muerte en todos esos mismos espacios. 

Aunque no sea su competencia, las autoridades del   turismo deben sumarse a  una alianza necesaria para ponerle freno a la violencia y la criminalidad. Decir  esto no es  mala propaganda. Mala propaganda es que unas vacaciones terminen en el cementerio.