domingo, 21 de julio de 2013

Había una vez una policía…








No sólo aquí sino en cualquier parte del mundo, son típicos los chistes sobre la ausente presencia policial en momentos cuando la gente más la necesita. En esas mismas escenas lo funcionarios regularmente suelen llegar cuando ya no hay mucho que se pueda hacer. Claro, estas son sólo bromas para hacer mofa de algunos momentos en los cuales la autoridad llega a destiempo. Sabemos que en algunos casos – pocos, de seguro -la policía llega en el momento exacto e incluso nadie tiene que llamarlos porque, sencillamente, ya ellos han llegado. Por lo tanto, no demos dar por absoluto ni uno ni otro escenario - a favor o en contra - de los agentes del orden.

Lo mismo da para algunas labores específicas de los cuerpos policiales. En el caso de Mérida sabemos que el Instituto de Policía Vial pasó a ser ahora la Policía Municipal del Municipio Libertador, extendiendo sus labores del control vial a otras áreas de la seguridad en el contexto del municipio Libertador.

Es decir, ya la policía vial de otrora no es la que era debido a esos procesos de adecuación que la han llevado a asumir nuevos retos y responsabilidades.

Pero aún aceptando esta realidad, digamos evolutiva del referido cuerpo policial, nos cuesta aceptar que uno de los fundamentos de la existencia del órgano haya quedado casi reducido a cero.

De las labores de resguardo vial nos enteramos en Mérida sólo cuando vemos una grúa remolcando un carro mal estacionado. Entonces uno dice: “Allí va la Policía Vial”. Por ende, existe.

Pero en el otro 99 por ciento de los casos donde la situación del tránsito requiere de un agente  con competencia vial, no vemos ni la gorra.

Allí están, por ejemplo, los trabajos que Aguas de Mérida realiza en una de las intersecciones viales más dinámicas de la ciudad, como lo es la de la avenida Las Américas con el Viaducto Campo Elías. En los días que lleva la obra no hemos visto aún a un solo efectivo policial colaborando con despejar el caos que se forma en ese lugar, sobre todo a las horas pico (vale recordar: sobre el mediodía y al final de la tarde).

Y ese escenario de ausencia no es el único: si alguien cierra la vía por una protesta, una marcha, un reclamo, la Policía Municipal no da la cara para el control del tránsito circundante.

Hablo desde la visión de un ciudadano que confronta varias veces al día el centro de Mérida y buena parte de la ciudad como conductor y no pocas veces como peatón y cómo usuario del transporte público.

Dado el aumento del parque automotor, de la ahora presencia casi desproporcionada de motorizados, de la existencia de varias obras de construcción y de una ciudad más conflictiva en lo social ¿No será necesario rescatar la autoridad vial que la policía municipal una vez tuvo? Mérida, dada sus características urbanas y espaciales, seguirá requiriendo de un cuerpo especializado en ayudar a la ciudad a no colapsar y evitar que tal crisis de movilidad nos amargue la existencia.


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