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domingo, 2 de noviembre de 2014

Basura y hora pico





El viernes 31 de octubre, a las 7:00pm, subiendo por la avenida 8, una extraña cola de vehículos llegaba hasta la calle 26. Pensé en un accidente, en un operativo policial, incluso en una protesta vecinal por algún problema puntual. Pero no era nada anormal... ¿O a lo mejor sí?
Se trataba de un camión del aseo urbano que hacía su ruta de recolección de desechos, subiendo por la avenida 8 a esa hora de tarde-noche, un fin de mes, un viernes y en hora pico.

Las caras de los conductores lo resumía todo: una mezcla de rabia, desespero y resignación. Creo que todos en su sano juicio se hacían la pregunta: ¿A quién se le ocurre recoger la basura a la hora de mayor tránsito en la ciudad? No es la primera vez que este abuso ocurre y, por los vientos que soplan de esa cierta inconsciencia de las autoridades municipales y también de la Gobernación, parece que no será la última.

domingo, 1 de junio de 2014

Vienen más motos



Pese a que algunos de mis amigos dicen estar hastiados de la presencia de motorizados – y se enfurecen cuando en las esquinas o frente a los centros comerciales ven amontonadas decenas de motos – en lo personal no tengo ningún sentimiento en contra de las motos como vehículo.
Estar en contra de las motos (de la máquina) es como estar en contra de los cuchillos. Un cuchillo, su existencia, no implica necesariamente que su destino será, de forma inexorable, la garganta o el pecho de algún desafortunado, como tampoco una moto significa que su poseedor es una persona con intenciones de chocarnos o robarnos. Como decía mi difunta abuela: “una cosa no lleva a la otra”.
Lo que sí está claro es que mientras más motorizados perciban que tienen puerta franca para cometer ciertos excesos por las calles, avenidas, aceras y hasta plazas de la ciudad, seguirán aumentando su influencia en la mala vida que ahora nos toca vivir en los espacios públicos.
Es decir,  si las condiciones sociales, institucionales, de gobierno, lo permiten, la moto - como máquina - será usada como el criminal que usa el cuchillo para delinquir.
En el fondo no es, pues, la moto e incluso tampoco el motorizado,  los responsables del caos (aunque suene desconcertante decirlo de este modo) sino las condiciones urbanas creadas que llevan a que tales niveles de incivilidad se perciban en el tránsito de las ciudades venezolanas, Mérida incluida de forma cada vez más protagónica.
Debe sumarse, adicionalmente, una extraña y a veces injustificada empatía política entre los motorizados organizados, y ciertos sectores del gobierno central,  relación que parte de la premisa de que mientras más libertad (libertinaje) se permita entre los motorizados, más apoyo político ganarán los que ostentan el poder. Allá ellos con sus relaciones en las que, si a ver vamos, no gana el pueblo, sino ciertos sectores que imponen su postura- en este caso una evidente anarquía vial – sobre los demás.
El tema de los motorizados debe estar en las discusiones urbanas del momento porque constituye un factor determinante de las relaciones actuales y futuras en el espacio público.
Para no ir muy lejos, en algunos conjuntos residenciales, donde funciona la figura de condominios, uno de los temas que toma forma en las conversaciones de los copropietarios es el relacionado con la motos, su ubicación y disposición, en espacios construidos hasta hace un par de años, para vehículos. Ahora, en no pocas residencias, varios copropietarios hablan de cómo colocar las motos en sus puestos: si delante del carro, si atrás o si a los lados. O si las motos deben ir en otro lado…
Si eso es así en los espacios residenciales, en la ciudad el debate es igual, o debería serlo.
Es decir, se debe discutir el papel de la moto y por ende del motorizado en la trama de la ciudad.
Hay varios aspectos a considerar para este tema: todo el mundo es libre de tener moto, así que cualquier intento por ir en contra de los deseos de alguna persona de poseer su moto es, de entrada, inconveniente y atenta contra la libertad de cada persona de comprar el vehículos que le venga en gana (carro, moto, bicicleta, caballo, etc.)
Otra cosa: todos pueden tener más de un vehículo. Aquel que tiene un carro, puede, si ese es su antojo o necesidad, comprase una moto.
Tampoco estoy de acuerdo con regulaciones extremas como aquella que limita a un pasajero por moto: ¿Qué decir de las cientos de madres que ahora pueden buscar a su hijo en el colegio con más comodidad y rapidez?
Pero por otro lado están las evidencias de un problema mayúsculo generado por el uso de las motos en ese ambiente de “dejar hacer, dejar pasar” que se ha construido gracias a la falta de acción gubernamental, de los organismos y, porqué no, de la poca reflexión ciudadana.
Allí están las revelaciones del Ministerio del Interior, Justicia y Paz, que indican que el 70% de los delitos urbanos son cometidos por personas que se desplazan en pareja y en moto.
Ni que hablar de los accidentes viales: hasta un 80% de los traumatizados en los hospitales son motorizados.
Lo cierto de este panorama es que ante la crisis económica y el deterioro de la capacidad adquisitiva de  muchas familias, la moto se asoma como un medio de transporte al alcance de quienes no pueden aspirar a un vehículo, de esos que no existen en los concesionarios.
Añádale usted las cada vez más precarias posibilidad de transito en las ciudades y tendrá mayores justificaciones para que la moto termine apareciendo como la extraña de la película.
Y lo otro, y que es lo que por cierto le da título a este escrito, es el anuncio que hizo el Ministerio del Poder Popular para Industrias de aupar la producción de motos de la empresa Bera, de 548 motos diarias a por lo menos mil 200 por día, con la idea de llegar a 2 mil diarias en un mediano plazo.

Vienen más motos y por ende deberían venir más discusiones para que las motos no sean un cuchillo para nuestras gargantas.

domingo, 21 de julio de 2013

Había una vez una policía…








No sólo aquí sino en cualquier parte del mundo, son típicos los chistes sobre la ausente presencia policial en momentos cuando la gente más la necesita. En esas mismas escenas lo funcionarios regularmente suelen llegar cuando ya no hay mucho que se pueda hacer. Claro, estas son sólo bromas para hacer mofa de algunos momentos en los cuales la autoridad llega a destiempo. Sabemos que en algunos casos – pocos, de seguro -la policía llega en el momento exacto e incluso nadie tiene que llamarlos porque, sencillamente, ya ellos han llegado. Por lo tanto, no demos dar por absoluto ni uno ni otro escenario - a favor o en contra - de los agentes del orden.

Lo mismo da para algunas labores específicas de los cuerpos policiales. En el caso de Mérida sabemos que el Instituto de Policía Vial pasó a ser ahora la Policía Municipal del Municipio Libertador, extendiendo sus labores del control vial a otras áreas de la seguridad en el contexto del municipio Libertador.

Es decir, ya la policía vial de otrora no es la que era debido a esos procesos de adecuación que la han llevado a asumir nuevos retos y responsabilidades.

Pero aún aceptando esta realidad, digamos evolutiva del referido cuerpo policial, nos cuesta aceptar que uno de los fundamentos de la existencia del órgano haya quedado casi reducido a cero.

De las labores de resguardo vial nos enteramos en Mérida sólo cuando vemos una grúa remolcando un carro mal estacionado. Entonces uno dice: “Allí va la Policía Vial”. Por ende, existe.

Pero en el otro 99 por ciento de los casos donde la situación del tránsito requiere de un agente  con competencia vial, no vemos ni la gorra.

Allí están, por ejemplo, los trabajos que Aguas de Mérida realiza en una de las intersecciones viales más dinámicas de la ciudad, como lo es la de la avenida Las Américas con el Viaducto Campo Elías. En los días que lleva la obra no hemos visto aún a un solo efectivo policial colaborando con despejar el caos que se forma en ese lugar, sobre todo a las horas pico (vale recordar: sobre el mediodía y al final de la tarde).

Y ese escenario de ausencia no es el único: si alguien cierra la vía por una protesta, una marcha, un reclamo, la Policía Municipal no da la cara para el control del tránsito circundante.

Hablo desde la visión de un ciudadano que confronta varias veces al día el centro de Mérida y buena parte de la ciudad como conductor y no pocas veces como peatón y cómo usuario del transporte público.

Dado el aumento del parque automotor, de la ahora presencia casi desproporcionada de motorizados, de la existencia de varias obras de construcción y de una ciudad más conflictiva en lo social ¿No será necesario rescatar la autoridad vial que la policía municipal una vez tuvo? Mérida, dada sus características urbanas y espaciales, seguirá requiriendo de un cuerpo especializado en ayudar a la ciudad a no colapsar y evitar que tal crisis de movilidad nos amargue la existencia.


domingo, 17 de marzo de 2013

Trolcable y peatones





Alegra mucho que las autoridades de Tromerca sigan trabajando en el entorno de la Estación Los Conquistadores, espacio donde debe llegar el Trolebús para empalmar con el trolcable que da servicio a las comunidades de la Cuenca del Chama. Finalizar esta obra es fundamental ya que se trata de uno de los nodos de mayor impacto en el sistema que, aunque lentamente, sigue su marcha en la construcción.
Un punto delicado de todo esto es la atención al usuario, en tanto peatón. Desde este espacio sugerimos un apoyo permanente de la Policía Municipal no tanto a la salida del trolcable – donde efectivos militares normalmente custodian – sino en la intersección de la calle 26 con avenida 8 donde el tránsito es anárquico y potencialmente peligroso para los transeúntes.

martes, 29 de julio de 2008

Hacedores de "colas" y otros inhumanos





Con atención y hasta solidaridad leí el artículo Trampas Urbanas que escribió Andrés García Lorca, habitante de la muy añeja ciudad de Almería, en España. En su escrito, casi que un testamento de impotencia, García Lorca se queja de la proverbial incapacidad de los administradores de esa ciudad en lograr asumir el corte (o cierre) de vías, como un asunto que merece atención y planificación, y no como un mero acto de colocar vallas, y vaya usted a saber que hace con su vida cuando bajando por la avenida se consigue conque está cerrada porque están haciendo un trabajo de reparación de la calzada, del agua, de las líneas telefónicas, obras que invariablemente llevan el cartelito "trabajamos para usted", especie de cruda broma espetada en el rostro. Amigo Andrés: del otro lado del charco es lo mismo. En nuestra Mérida, Mi Ciudad, algunos funcionarios son hacedores de colas. Sin notificar mucho cierran una vía. El sufrimiento para los merideños es aún más rancio ya que debemos aguantar la cola de vehículos, sin la posibilidad de tener una alternativa a la mano, una vía que nos lleve a escapar de la cola, de los hacedores de colas y de los inhumanos que ven la ciudad como un territorio que de vez en cuando en visitado por seres humanos.

sábado, 19 de abril de 2008

El Trolebús ¿amigo o enemigo?


En Mi Ciudad no hay día en el que los ciudadanos no se despierten pensado en el suplicio de las colas que produce el pesado tránsito vehicular. Una encuesta realizada por la Universidad de Los Andes reveló que entre las preocupaciones principales de los merideños se cuenta el congestionamiento del tránsito. El asunto es grave: la ciudad de Mérida, de forma estrecha está asentada en una meseta surcada por ríos y quebradas, lo cual deja poco espacio útil para el uso urbano. Al final hay pocas posibilidades físicas de ampliar o construir nuevas vías para drenar el intenso tráfico. Las autoridades públicas pensaron que una opción para paliar este grave problema era instalar un sistema de transporte masivo basado en la tecnología del Trolebús, es decir un autobús que funciona con electricidad, la cual toma de un tendido de cables que se extiende sobre el trayecto o ruta. Hasta ahora, luego de 9 penosos años de obras civiles, eléctricas y paisajísticas, apenas se ha cumplido con un 40 por ciento de la ruta 1, que tiene un recorrido de 18 kilómetros. La ruta 2 aún no ha comenzado y de la tres, de la cual hablaremos en otro comentario, apenas se asoma el movimiento de tierra. Siendo un sistema construido a medias, aún no puede dar la respuesta para la cual fue diseñado y parcialmente construido. Eso lleva a los habitantes a preguntarse si valió la pena haber apostado por el Trolebús o si, por el contrario, estamos a las puertas de un infierno vial mucho mayor. En la sección de video podemos observar el funcionamiento del trolebús construido hasta ahora. La fotografía que acompañada este post es de la Estación Alto Chama, una muy bonita estructura que en su momento ganó un premio internacional de diseño.