viernes, 6 de febrero de 2015

La basura es nuestra elección





La complicada naturaleza humana tiende a ser aún más difícil de descifrar cuando la asumimos en el ámbito colectivo. Si cada cabeza es un mundo, entonces comprender a toda una población es aún más complejo.
Por ejemplo, si usted aplica una encuesta para saber sí los habitantes de Mérida creen que su ciudad está sucia, es muy seguro que ese estudio arroje altas cifras que confirman la percepción que vivimos en una ciudad alejada del ideal de limpieza. Pero si le pregunta a esas mismas personas cual es el origen de toda esa basura, apuntarán con el dedo hacia quien tienen al lado o hacia el gobierno.
Es como si los desechos tuviesen vida propia y durante las noches salieran  de las papeleras y depósitos para irse a acumular en calles, plazas, parques y avenidas.
Es suma: vivimos en una ciudad construida a la medida de nuestro comportamiento colectivo. Está comprobado que un comportamiento ciudadano en favor de la limpieza de la ciudad, que puede significar algo tan sencillo como no arrojar desperdicios en los sitios públicos, puede replicarse cuando el entorno obliga a los que ensucian a mejorar su comportamiento.  Pero, por el contrario, si todos ensucian es muy poco probable que los que aún mantienen la promesa de no ensuciar, la mantenga. Sencillamente porque la elección colectiva fue ensuciar, vivir entre la inmundicia.
Así es: si Mérida está sucia no es solamente porque nuestras autoridades hayan sido históricamente incompetentes para arreglar ese problema, sino porque la sumatoria de mentalidades contrarias a la limpieza son más que los que sí deseamos vivir en una ciudad que intente acercarse a ejemplos mundiales de pulcritud como Calgary, Kobe, Honolulú, Otawa, Helsinki o Montreal.
En el caso de la ciudad de Calgary, esa ciudad es según todos los estudios, la ciudad más limpia del mundo. Según una nota de prensa “Calgary es una ciudad ecológica con agua purificada y una excelente distribución de sus recursos. Dispone de un centro de tratamientos de aguas usadas que recicla y purifica 100 millones de litros de agua al día. El 75% de la energía de la ciudad proviene de energías renovables con un programa puntero en el ámbito de reciclaje de desechos”.
Aún con el gobierno más ineficiente en materia de recolección de desechos, si los ciudadanos asumen su sencillo rol de “no ensuciadores” la ciudad mostraría un rostro limpio y aseado. Claro que es importante que el aseo urbano limpie y asee de forma constante y eficiente, pero, repetimos, eso es solamente una parte de la historia y no precisamente la más importante de aquellas ciudades que se ubican en el sitial de más limpias del mundo.

Lo bueno es que esa elección que en Mérida ha ido ganando terreno, como es la de vivir entre calles llenas de basura, puede revertirse de forma progresiva, paciente. La educación a los niños es la base sobre la que debe construirse una mentalidad más amable para con el entorno. Pero la información hacia la ciudadanía, las campañas y la organización social, pueden enrumbarnos hacia la elección correcta. Todo ello con una presencia nítida de la autoridad y las sanciones que estructuren un entorno en favor de la limpieza.

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