domingo, 12 de abril de 2015

¡Qué viene la lluvia!





Ante todo partamos de lo más básico: ¿Qué  es la lluvia? La definición más elemental nos indica que la lluvia es un fenómeno atmosférico. Lo de atmosférico es porque se produce allá arriba, en la atmósfera, esa capa de gas que rodea nuestro planeta.
Ahora bien, la lluvia es un fenómeno atmosférico de tipo acuático y  aunque parezca una necedad decir que es acuático (relativo al agua) la precisión es absolutamente necesaria ya que en vez de gotas podemos tener copos de nieve o incluso granizo.
Lo que sí es cierto es que en todos los casos es una   precipitación  -  caída -   de agua en forma de gotas. Estas gotas han sido medidas para tener el honroso   título de gotas de lluvia: deben tener un diámetro mínimo de 0,5 mm. Con este tamaño caen a la tierra por la gravedad a una velocidad superior a los 3 metros por cada segundo, es decir unos respetables 33 kilómetros por hora, más o menos.
Por cierto, se sabe de unas  gotas (o gotas gigantes, o mega gotas) que llegaron a medir un centímetro, o sea 20 veces el tamaño de una gota promedio. Pero lo normal es que con sus  0,5 mm tengan el peso suficiente para precipitarse a tierra. Lo demás es lluviosa obesidad.
Estas  gotas aparecen por la condensación del vapor de agua contenido en las nubes.
La lluvia es fundamental para la vida. Un año sin   lluvia en el planeta y la hambruna acabaría con   buena parte del planeta. Dos años sin una gota de lluvia,  ni hablar de lo que pasaría.
Pero  pese a su importancia fundamental  para la vida, la lluvia por lo general suele ser polémica. A los  poetas, románticos y melancólicos les suele agradar. Los niños por lo general gozan un mundo corriendo bajo la lluvia.
Otros, sin embargo, la odian. Incluso cuando llueven  dicen que hay “mal tiempo”.

Parece que lo que más enfada es la cantidad y la duración, cuando ambas son excesivas para el gusto de la mayoría. Una lluvia muy fuerte o una muy prolongada, aunque sea suave,  suelen disgustar a muchos. Algo así como “bueno es el cilantro pero no tanto”.

¿Y cómo medirla para saber si es mucha? La cantidad de lluvia que cae en un lugar se mide con unos aparatos llamados pluviómetros. La medición se expresa en milímetros de agua y equivale al agua que se acumularía en una superficie horizontal e impermeable de 1 metro cuadrado durante el tiempo que dure la precipitación. Un litro caído en un metro cuadrado alcanzaría una altura de 1 milímetro.  Si un   pluviómetro recoge más de 30mm en una hora o   incluso si supera los 60 mm (es decir 60 litros de agua  por metro cuadrado) estamos en presencia de una lluvia muy fuerte o torrencial. Como dijo alguien en una  película: “Houston, tenemos un  problema”. 

Es decir, sí  estamos en el lugar equivocado en el momento menos recomendable, como por ejemplo el cauce de un río, en  las  riveras  de  una  torrentosa quebrada o en    una zona propensa a las inundaciones, entonces cada gota de lluvia nos puede saber amarga.

En Mérida, ya abril muestra de que estará hecho. Las lluvias han empezado a exhibir su presencia necesaria para la vida pero, en medio de una ciudad y una sociedad que sabe que la lluvia llegará pero a la cual nunca espera como es debido, las consecuencias negativas no se harán esperar.


Basura en los drenajes, alcantarillas repletas de desechos e improvisaciones, empiezan a ser la nota recurrente. Y apenas comienza. Muy tarde para llamar a San Isidro.

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