martes, 13 de diciembre de 2011

Nada por sentado


Adelfo Solarte

La punta del obelisco

Manejaba por la avenida 8, en el centro de la ciudad. Subía rumbo a Belén y cuando pasaba frente al Cementerio de El Espejo noté algo que me llamó mucho la atención, al punto que detuve el carro unos segundos para verificar que realmente lo que veía era lo que veía.

No se trababa de una aparición, por cierto. Se trataba del obelisco ubicado allí en la plaza de El Espejo frente a la capilla y al cementerio del mismo nombre.

El asunto era que la placita había sido arreglada. Digamos que recibió una dosis de cariño (creo que de parte de Cormetur). Lo curioso es que el obelisco estaba pintado de impecable blanco. Bueno, en realidad no todo. Cuando faltaba algo así como dos metros para llegar a la punta el obelisco, éste quedó sin pintura. Sucio y mohoso, esos dos metros de estructura, la punta del obelisco, no fue pintada.

¿Por qué?... ¿Se les acabaría la pintura?, ¿Lo dejarían para luego?, ¿Van a colocar allí algún ornamento nuevo?

Días después pasé y el obelisco seguía mostrando su punta sin pintar. Comprobé que así se quedaría, que quien lo pintaba, o su supervisor, decidió que no importaba dejarlo a medio camino.

Me causó cierta tristeza comprobar que en muchos casos, no estamos dispuestos a buscar la excelencia de las cosas, a cuidar los detalles. Cuando viajamos a otras ciudades, a otros países, tal vez los que nos llama más la atención - y con lo que venimos echando el cuento - es la limpieza, el ornato, el orden… El buen vivir. Para mí esos son los detalles.

Dice Miguel Ruiz en su famoso libro Los Cuatro Acuerdos – en realidad una interpretación de la filosofía de los toltecas – que siempre debemos hacer el máximo esfuerzo. Escribe lo siguiente en el acuerdo número cuatro: “Haz siempre tu mejor esfuerzo. Bajo cualquier circunstancia, haz siempre tu máximo esfuerzo, ni más ni menos. Pero piensa que eso va a variar de un momento a otro. Todas las cosas están vivas y cambian continuamente, de modo que, en ocasiones, lo máximo que podrás hacer tendrá una gran calidad, y en otras no será tan bueno.

Cuando te despiertas renovado y lleno de vigor por la mañana, tu rendimiento es mejor que por la noche cuando estás agotado. Lo máximo que puedas hacer será distinto cuando estés sano que cuando estés enfermo, o cuando estés sobrio que cuando hayas bebido. Tu rendimiento dependerá de que te sientas de maravilla y feliz o disgustado, enfadado o celoso. En tus estados de ánimo diarios, lo máximo que podrás hacer cambiará de un momento a otro, de una hora a otra, de un día a otro. (…) Independientemente del resultado, sigue haciendo siempre tu máximo esfuerzo, ni más ni menos. (…) Limítate a hacer tu máximo esfuerzo, en cualquier circunstancia de tu vida. No importa si estás enfermo o cansado, si siempre haces tu máximo esfuerzo, no te juzgarás a ti mismo en modo alguno. Y si no te juzgas, no te harás reproches, ni te culparás ni te castigarás en absoluto. Si haces siempre tu máximo esfuerzo, romperás el fuerte hechizo al que estás sometido”.

Con respecto al obelisco, estoy seguro que allí no se hizo el mayor esfuerzo, tal vez porque no se consideró necesario. ¿Quién va a notar que faltó por pintar la punta del obelisco, por Dios?...Pero se nota, como se notan los detalles que sumados nos hacen un mejor o un peor país, una mejor o una peor ciudad, mejores o peores personas.




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