lunes, 19 de diciembre de 2011

Nada por sentado



Adelfo Solarte

Salud y saludos a todos

El año que nos faltaba

Allá se ve, a lo lejos, asomando su corona como un sol brillante. Como astro a las seis de la mañana, como viajero que baja la montaña.

Allá viene el 2012. Llega cargado de proyectos, ideas, planes y, por lo mismo, de esperanzas.

Tenemos razones para creer en el 2012. Como país, como estado, como ciudad, como comunidad, como familia, como individuos. Por eso acá estamos, parados al frente de nuestra casa, con las puertas abiertas, de par en par, con una fe serena y un abrazo esperando que el 2012 se instale entre nosotros.

Viene con paso ligero, luego de un largo andar. Como quien arrecia la marcha cuando ve que el destino está cerca. Como quien quiere lavarse la cara y sentarse a conversar de todo lo bueno y lo malo que encontró en el camino. El 2012 no es sólo una promesa: es también un eslabón atado a situaciones, unas duras, otras generosas, que lo trajeron hasta acá.

Por eso tal vez veamos cicatrices en su rostro de año nuevo. Marcas que de seguro nos acompañarán durante el próximo trayecto por andar. No son recordatorios para atarnos en el dolor del pasado sino para darnos fortaleza en todo lo que se abre frente a nosotros.

El 2012 trae guardada una canción. Aunque no ha llegado, desde acá se escucha su sonido. Es un año alegre como Venezuela. La música anima sus pasos y ha sido combustible para lidiar con las etapas más inciertas del viaje. Trae guardada una canción. La que nos gusta.

El 2012 trae en su maleta más cosas. Trae un papel tan blanco que encandila. Con un lápiz de punta de azabache. Está claro que debemos escribir nuestra mejor historia con tan especiales presentes. Trae guardada la posibilidad de escribir una mejor historia. La que hemos pensado.

El 2012 también trae las manos abiertas. Como un acto de ofrecimiento. Como si nos pidiera tomarlas y andar con él. No cabe duda que nos invita a no quedarnos en los primeros días de enero, quiere que lo andemos de cabo a rabo, hasta cuando sus últimas hojas de 2012 se desprendan de apoco, como en esas fotos del otoño que discurre empujado por el viento en algún lejano país. Trae guardada una invitación. La que aceptaremos.

El 2012 es el año que nos faltaba. Todos los demás ya los tuvimos entre nosotros. Para bien o para mal es el 2012 el último invitado a nuestras vidas, al que le debemos todas nuestras expectativas. No hay otros más allá. Los que llegaron antes ya se fueron. Sólo nos queda este retazo de 2011 al que, igual, dejaremos ir, unos con lágrimas, otros entre sonrisas.

No hay otro año por ahora: es el que nos toca. Por eso estamos aquí esperándolo, a punto de estrechar su mano y escuchar de cerca su corazón. Es el año que esperábamos, el que nos faltaba completar lo único que se necesita para seguir adelante…Tiempo futuro. Luego sí, luego de que el reloj marque las 12, empezaremos a vivirlo en plenitud.



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