martes, 31 de enero de 2012

Dejar hacer, dejar pasar




NOTA: Este material es parte de mi columna semanal Nada por sentado publicada todos los lunes por el Diario de Los Andes: www.diariodelosandes.com.


¿Qué hace a una ciudad un espacio “bueno para vivir” o “grato para la vida”? La respuesta puede ser compleja y tener múltiples aristas en función del ojo de quien la mire. Es obvio que la respuesta también pudiera estar emparentada a ese listón (alto o bajo) o umbral (alto o bajo) del cual hablábamos en una columna precedente: el estándar que cada urbe quiera darse depende del grado de conformismo o no de sus habitantes.
En http://laboratorioarquitecturaperu.blogspot.com
(blog que recomiendo ampliamente) presentaron una entrevista hecha a un grupo de arquitectos holandeses. El título del post es "Una buena ciudad es mejor que una buena casa". La entrevista buscaba establecer los actuales enfoques de la arquitectura en el llamado país de los tulipanes.
Ante una de las preguntas de cómo se vive la arquitectura en un país como Holanda, uno de los entrevistados respondía: “Somos afortunados. En Holanda la arquitectura es algo normal, importante. No porque se hable de ella sino porque está para usarse. Y hay mucha. Por eso hay mucho trabajo. Tenemos clientes profesionales que no buscan a sus arquitectos en las revistas. Buscan relaciones a largo plazo, calidad, servicio, atención. El ayuntamiento es clave en la arquitectura de las ciudades holandesas. Apuestan por ciudades para los ciudadanos. No por monumentos para mayor gloria de los políticos. La gente es exigente, está acostumbrada a exigir, y las leyes reflejan esa exigencia”.
En esas palabras podemos ver reflejado el punto que nos trae a cuento: “la gente es exigente, está acostumbrada a exigir”. Claro, también “las leyes reflejan esa exigencia”.
En Mérida, decíamos en la columna anterior, pareciera exhibirse un estándar que tiende a hablar de una “comunidad exigente”. No obstante mi optimista percepción debe vérselas con una cotidianidad dura y perenne en la que sobran ejemplos de una especie de lento pero seguro aniquilamiento de la calidad,el buen gusto,la estética,el ornato,la belleza…Para mí:la calidad de vida. Nos quieren quitar la expresión “vivo en una ciudad donde vale la pena vivir”.
Ejemplos, decíamos, sobran, pero recientemente vi uno que debe ser suficiente para hacer patente la cotidiana lucha que debe librar Mérida contra sus agresores los cuales, para sorpresa nuestra, somos los propios merideños acompañados de unas autoridades a las que pareciera no movérseles la fibra por esta aún hermosa ciudad.
En plena avenida 4, la Bolívar (históricamente la más importante) cada día los buhoneros van ganado espacios. Claro, en un país en el que el empleo es un problema sin resolver, es obvio que las ciudades deben dar cobijo a un ejército de personas que deben sobrevivir de alguna manera.
Ese es ya un problema mayúsculo. Pero la fotografía que acompaña esta nota (ojalá pueda apreciarse) lo que muestra es a un buhonero ocupando el espacio que hasta hace unos días pertenecía a un árbol. El árbol fue cortado (no sabemos la razón) y esta persona – el buhonero – supongo que dijo: “bueno, allí está ahora mi sitio de trabajo”, y, sin pensarlo dos veces, se instaló en “la jardinera”, convirtiéndose él con sus mercancías en una emblemática siembra de nuestras desventuras urbanas.
¿Tenemos autoridades que reflejan la exigencia por una mejor ciudad? La respuesta es NO. Y tal vez lo sea porque de a poco vamos dejando hacer, dejando pasar. En ese ablandamiento progresivo de la mano de la autoridad se van viendo ejemplos como el descrito y otros horrores que de seguro están por venir.

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