domingo, 8 de enero de 2012

Nada por sentado





Adelfo Solarte

Salud y saludos a todos


El limpio cielo de enero

Esto se cuenta de nuestros campesinos: dicen que el primero de enero, con el regusto del miche todavía en la boca y la cabeza zarandeada por la parranda de año nuevo, se asomaban por la ventaba de sus cuartos. Con los ojos entreabiertos, de seguro encandilados por el intenso sol de enero, nuestros campesinos tomaban nota de lo que veían. Cielos despejados o no, nubes blancas, bajas o arremolinadas allá en las alturas. El brillo del azul, el viento, el frío…En fin: notaban incluso si volaban los pájaros y si una que otra gota los sorprendía.
Así lo hacían el día 2 de enero, así como el 3, el 4…Hasta el 12 de enero.
Una vez cumplido el ritual de ver los 12 amaneceres, nuestros campesinos se sentían ya en capacidad de vaticinar cómo serían los meses que estaban por venir. Cada día, cada amanecer y su situación atmosférica, le daban los datos esenciales para trasladar lo que veían a todo un mes. Es decir, el estado del tiempo que observaban cada mañana, les indicaba cómo se suponía iba a ser el mes al cual ese día representaba.
De esta manera, el primero de enero representaría al mes de enero. El 2 de enero representaba a febrero y el 3 de enero a marzo. Así sucesivamente hasta llegar al 12 de enero que vislumbraba cómo sería el mes de diciembre de ese año.
Nuestros campesinos estaban convecinos de que esa técnica, llamada “Las pintas de enero” era precisa y que, por ende, les permitía, de alguna manera, prever incluso cómo se debían manejar las decisiones previas a las siembras y los cultivos.
He leído que “Las pintas de enero” es una tradición incluso del campesinado latinoamericano ya que en Nicaragua, México, Guatemala, Colombia y Perú, por ejemplo, los habitantes del campo, sobre todo los de mayor edad, suelen recurrir a la observación de los primeros días del año para augurar el estado del tiempo durante todo el año que se inicia.
Más allá de lo curioso, folklórico o simpático que pueda sonar el tema de “Las pintas de enero”, está claro que por su pervivencia en el tiempo y por su arraigo en buena parte del continente, el asunto sigue inspirando a muchos campesinos en torno a lo que proyecta el año.
Yo me apoyo en una gran verdad para establecer mis propias predicciones no tanto del tiempo – ya de por sí impredecible por tantos factores humanos que lo alteran – sino de nuestras posibilidades como ciudad, como estado, como país… Como humanidad.
Este enero de 2012 he visto mañanas diáfanas. He visto, en estos nueve primeros días, el “azul bruñido” que vio Mariano Picón iluminando el cielo. Un viento leve y un frío escondido entre la intensa claridad. He visto hermosos amaneceres y pienso que si debemos refugiarnos en algún pronóstico, debemos escoger el mejor.
Este 2012 – más allá de lo sólo electoral – será un buen año para Mérida ciudad, para Mérida estado y para todo el país. Lo será siempre y cuando no nos quedemos a mirar por la ventana sino nos atrevamos a abrir la puerta de nuestras iniciativas y a caminar ese campo que se nos muestra iluminado. Lo será si así lo queremos.



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