lunes, 12 de marzo de 2012

Una semana para creer


NOTA: Este material es parte de mi columna semanal Nada por sentado publicada todos los lunes por el Diario de Los Andes: www.diariodelosandes.com.


Normalmente hay muchos temas negativos de los cuales hablar. Allí están, frente a nuestros ojos, paseándose orondos, haciéndonos muecas para amargarnos la existencia. La inseguridad, la escasez de productos, la marginalidad, la corrupción política. Son solo algunos. Saque usted la mano por la ventanilla y se le enredará uno de esos males entre los dedos.

Pero a estas alturas estoy persuadido de que todo acto humano, toda expresión de la realidad – de este entorno nuestro – es moneda de dos caras y que es posible encontrar, en todo, una semilla de optimismo, un gesto de bondad, un grano de esperanza, una ración de humanidad. Recuerdo, sólo como rápido comentario, a aquel muchacho “cuidador de carros” (ese popular empleo de borrachines, indigentes y otros desamparados) que en su rostro mostraba las marcas y cicatrices de una vida penosa y desafortunada. Alguien que lo conocía le saludó con el típico “Entonces… ¿Cómo está la cosa?”, y recuerdo que este muchacho respondió con la cara iluminada: “Bien, echándole gracias a Dios”. Estoy seguro de que, en verdad, la vida no andaba bien para esta persona. Pero una cosa es esa realidad, obvia y aplastante, y otra muy distinta era- al menos para esta persona – que esa crudeza le quitará la posibilidad de sentirse bien en un algún momento de su vida y, más aún, de manifestar ese sentimiento aunque todos los que estábamos alrededor dudáramos de la certeza de sus palabras. Cuestión de actitud.

Precisamente, apartando esa cortina áspera de los males de primera mano, esta semana pudimos asomarnos a una ventana que nos mostró posibilidades de optimismo para un estado que, como Mérida, se resiste a ser aplastado por la inoperancia y otros actos de lo que bien puede llamarse tercermundismo mental.

Acto positivo fue, por ejemplo, la entregada del Plan de Ordenación del Territorio del Municipio Zea de manos de un equipo de investigadores del Instituto de Geografía de la Universidad de los Andes, hacia la Alcaldía de Zea. Esta acción le otorga a la municipalidad cedeña y a los habitantes de esta zona de Mérida, una herramienta científica que solidifica las bases para la toma de decisiones vinculadas al desarrollo, tales como la organización del crecimiento urbano, poblacional, actividades agrícolas e industriales, planificación del turismo y otras actividades económicas y establecimiento de orientaciones para áreas fundamentales como salud, educación y deporte. El documento contiene datos referidos a los riesgos naturales, y da pista a las autoridades y población de cómo conciliar desarrollo con la naturaleza circundante y sus manifestaciones.

Productiva también fue el encuentro entre la Dirección de Ingeniería de la ULA y la Alcaldía de El Vigía, con miras a diseñar en conjunto un proyecto de mejoras viales para el sector La Pedregosa del municipio Alberto Adriani.

Los dos hechos anteriores – cuyo registro quedó en la prensa – hablan del traspaso del conocimiento universitario hacia los actos políticos que pueden marcar la utilidad de las ideas en un contexto ciudadano.

Vimos también un Teleférico avanzando, una Alcaldía de Libertador atendiendo a los sectores populares de Los Curos, a la Policía presente en el centro.

En verdad: no se trata de ponerle buena cara al mal tiempo. Se trata de ver que el mal tiempo es sólo un plato sobre la mesa y que hay ocasiones en las que no nos apetece probarlo.

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