martes, 3 de abril de 2012

Algo pasa en los cielos


"Hoy, 29 de marzo, a las 5:15 horas (AM), se precipitó a tierra helicóptero Superpuma 2216 de la Aviación Militar en Chaparralito Apure". Así anunciaba la oficialidad el doloroso accidente en el que fallecieron 7 efectivos de nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana.

Recientemente una nota de prensa del gobierno afirmaba que se habían disminuido los accidentes aéreos. Pese a esa información, aparecida un día antes de este último desastre, las estadísticas apuntan a que por diversas causas Venezuela es uno de los países con mayor tasa de accidentes e incidentes del continente.

En la prensa se publica hoy un resumen que da cuenta de lo común de los accidentes aéreos en el segmento militar (5 en 8 meses). Si ha eso añadimos los que ocurren en el mundo de la aviación civil venezolana, no hay la menor duda de que estamos frente a un problema grave.

Como especie de consecuencia de lo que se presume son graves situaciones vinculadas con la seguridad y la falta de protocolos serios de mantenimiento, la Unión Europea decidió suspender los vuelos de nuestra línea emblema, Conviasa, alegando que nuestros aviones no cumplen con el estandar de seguridad que exige Europa.

La respuesta local ha gravitado en torno al silencio, por un lado, y las represalias, por otro (algo así que si no nos dejan aterrizar allá, nosotros haríamos lo propio por acá).

Más allá de la respuesta oficial (cónsona con la defensa de nuestros intereses) lo que devería privar en paralelo es una seria revisión de lo que pasa en nuestros cielos. Las estadísticas son claras al indicar la existencia de problemas de mantenimiento o procedimientos que han cobrado la vida de decenas de venezolanos en los últimos tres años. La respuesta no sólo debe ser diplomática sino de acción efectiva en el mantenimiento de las eronaves criollas.

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