domingo, 19 de mayo de 2013

La responsabilidad del anfitrión





Pongamos un ejemplo sencillo: usted construye una posada porque el negocio de la atención turística es algo que le apasiona y porque, además, todo indica que con una buena administración la suya será una empresa que puede llegar a generarle importantes recursos económicos a partir del trabajo intenso y constante.
Siendo esa su intención, no cabe duda de que se esmerará porque sean muchos los huéspedes que elijan su posada. Usted sabe que hay mucha competencia así que pondrá especial cuidado en que cada detalle de su posada, dentro de la austeridad económica, esté pensado para hacer que el turista se sienta cómodo, seguro, bien atendido, agradado y relajado.
Lo anterior implica un arreglo de las instalaciones que propicie la comodidad y la calidez. La limpieza será punto de honor así como la higiene. Tendrá en cuenta aspecto como las comunicaciones (teléfonos, acceso a internet, planta eléctrica) y de accesibilidad, es decir que las personas puedan entrar y salir de la posada sin ningún conflicto. Por supuesto, los servicios de agua, limpieza en las habitaciones, comedor, paseos y recreación, estarán dirigidos a que todo aquel que llegue a su posada quiera venir una y otra vez y que cada vez que regrese se consiga con una novedad.
Pues bien, esa lógica estrategia es la misma que debería aplicarse a Mérida como destino turístico. Pero ocurre que en la “Posada ciudad y estado Mérida”, ocurren hechos que llevan a pensar que nuestra madera de buenos anfitriones se ha ido desgastando o que debe ser renovada.
Apuntemos inicialmente a todos los entes del estado (Cormetur, Gobernación, Alcaldías, Consejo Legislativo, entre otros). Debemos saber si en la conciencia de estos entes está claro el punto inicial de estas reflexiones: ¿Consideran al turismo como una prioridad social, económica y política? Y siendo así ¿saben qué tal decisión implica un compromiso de buen anfitrión – anfitrión responsable- que debe asumirse mediante una serie de acciones que delatan el cumplimiento de esa responsabilidad?
Por otro lado las mismas preguntas pudieran recaer en el sector privado,  no ya hacia lo que pueda hacer con los negocios particulares de posadas, hoteles, restaurantes, agencias y otros, sino en la suma armónica de visiones y acciones que busquen elevar el estatus de Mérida en el concierto de las opciones para el turista que desea, como no, aceptar la invitación pero sabiendo que deben ofrecerle las mejores condiciones para efectuar esa visita.
Por ejemplo, hemos visto como el monte y los desperdicios se acumulan en las principales avenidas de la ciudad. Y entonces cualquier se podría preguntar por el hecho de que si no hay eficiencia para mantener el monte  fuera de las zonas verdes de nuestras calles ¿Habrá capacidad para entender que ese gesto de desatención implica una ruptura de nuestro rol de anfitriones?
El tema es delicado y obviamente no se agota en estas elucubraciones pero creo que muchos estarán de acuerdo que puede ser un acto de gran irresponsabilidad pedirle a unas personas que vengan a alojarse en nuestra posada, si para llegar a la misma hay que sortear huecos y derrumbes, si al llegar no hay baños ni camas limpias, si la comida es un desastre y si no hay de parte de nuestros anfitriones el más mínimo gesto de que las cosas mejoren. Entonces ¿Por qué no empezar cortando el monte, recogiendo la basura, limpiando las paredes, iluminando la oscuridad?

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