domingo, 15 de septiembre de 2013

Hiroshima: progreso desde las cenizas





La semana pasada mencionamos el caso de una ciudad ejemplar ubicada en Alemania. Se trataba de Dresde, actualmente una encantadora urbe que demuestra con trabajo e ingenio que un feroz bombardeo no alcanza a detener los deseos de progreso de un pueblo.
En medio de tantos problemas que cargamos a cuesta en nuestras ciudades (recolección de desechos, inseguridad, violencia, deterioro del patrimonio, precariedad de los servicios públicos, entre otros) es bueno saber que ciudades que hoy vemos convertidas en ejemplos de buen vivir, sortearon en el pasado situaciones inimaginables que sorprenderían por lo crudo. Y sin embargo, allí están esas ciudades: de pie, como ejemplos de que no hay problema que  no pueda ser superado por el deseo de los ciudadanos.
Hiroshima, es, con mucho, el ejemplo más palpable de lo que comentamos. Ver la ciudad hoy, para alguien que no esté enterado de la historia, supone encontrarse con una metrópolis moderna, eficiente y próspera.
Y sin embargo Hiroshima fue escenario del primer bombardeo atómico de la historia, el 6 de agosto de 1945, en el final de la Segunda Guerra Mundial. Cifras: 120 mil muertos, 360  mil heridos, 90% de la ciudad hecha escombros.
Hiroshima no enterró su pasado. Su principal monumento urbano es un edificio en ruinas, recuerdo del ataque atómico. Cada día tal vez la gente se acuerde del bombardeo nuclear. Pero esas cicatrices han sido cambiadas por trabajo y esfuerzo. La ciudad es el resultado de la voluntad de sus habitantes.

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