domingo, 8 de septiembre de 2013

Un ejemplo desde Dresde







Dresde es una ciudad ejemplar. Es la capital del estado de Sajonia, en Alemania. Su historia ha estado plagada de grandes desgracias que en vez de someter a esta urbe, la han llevado a mostrar uno de los mejores ejemplos de resiliencia urbana, tal vez comparables con Hiroshima, la ciudad japonesa arrasada por la primera bomba atómica.
Dresde sufrió el que se considera uno de los más mortíferos bombardeos aéreos de la historia. Casi no quedó un bloque en pie.
Y, sin embargo, hoy Dresde es una ciudad con una de las mejores adaptaciones a las exigencias de la impredecible economía europea y mundial. Llaman a Dresde “Ciudad Cultural”, un título que debe decir algo en una Europa repleta de otras ciudades con esa característica destacable.
De las ruinas ha surgido una ciudad hermosa, renovada. Casi no quedan cenizas de aquel fantasmal lugar post  Segunda Guerra.
Dresde es una inspiración para otras ciudades que no han sido pulverizadas. Allí debe verse toda urbe que crea que no hay nada que hacer ante unos problemas que consideramos sin solución. Desde Dresde llega la inspiración.


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