lunes, 4 de mayo de 2015

Un túnel para el futuro




Mérida tiene la fortuna de contar entre sus habitantes con gente de mente amplia, abierta, diríamos que ilimitada en cuanto a los sueños, entendidos éstos no como utopías o ideas estrafalarias sino como guías para transitar caminos cuesta arriba pero que llevan lejos, muy lejos. Podríamos decir que el destino de las naciones, de los pueblos, está determinado por la existencia de personas que se preguntan: ¿Y por qué no hacerlo?

Una de esos merideños que colocan alto el listón de las metas que nos debemos proponer con vista al futuro es Germán Monzón Salas quien en su Blog MiradorElectrónico GMS se define como agricultor, gremialista y político, pero quien además fue gobernador del estado Mérida en un breve tránsito por allá en 1983. De su preocupación por Mérida han surgido propuestas, ideas, planteamientos y hasta proyectos dirigidos a potenciar la presencia de Mérida no sólo en el contexto nacional sino mundial. 

Monzón Salas es, precisamente, un hombre para quien los límites hay que medirlos en términos globales, no de lo que hizo el vecino más cercano.
Recientemente, el día 30 de abril, Monzón Salas presentó una vez más, esta vez en el Colegio de Ingenieros, su idea de construir un túnel que, pasando por debajo de la Sierra Nevada comunique a la ciudad de Mérida con Barinas. Cierto, apenas uno oye esa propuesta se escuchan preguntas como ¿Es posible hacerlo?, ¿Cómo hacerlo? Y aún más ¿Con qué hacerlo?, por no decir que pueden asaltar otras dudas como ¿Es necesaria semejante propuesta? Y… ¿Qué ganaría el país – y Mérida en especial – asumiendo este reto de ingeniería?
Para Germán Monzón Salas la repuesta netamente técnica e ingenieril se encuentra en proyectos en distintos rincones del mundo.

Por ejemplo, allí está el Túnel Seikan que tiene el título de túnel ferroviario más largo del mundo. Está en el muy sísmico Japón, se extiende por más de 53 kilómetros  de los cuales 23 corren bajo el lecho marino. También el Eurotúnel es una obra legendaria. Este túnel une a Francia con el reino Unido y se extiende por  50,5 km, de los cuales 39 son submarinos.
Es decir, la ingeniería moderna tiene la capacidad de asumir retos monumentales y convertir en obras tangibles lo que en principio eran ideas posiblemente descabelladas.

Pero alguien dirá: “Perfecto, pero las obras mencionadas fueron construidas en Japón, una y entre Francia e Inglaterra, la otra. Esos son países desarrollados. Nosotros no”.

Sin embargo,  en su propio Blog, Germán Monzón Salas se apoya en una obra que sirve de ejemplo concreto y motivador para los merideños y para el cual sólo tenemos que abrir la ventana de nuestras casas para verlo…El Teleférico de Mérida.

Así lo explica Monzón Salas: “El teleférico de Mérida fue promovido por el Club Andino venezolano en el año 1952. Para ese año Mérida era sólo la parte central y en su breve territorio apenas estaban colocando las cloacas y poniendo pavimento rígido a algunas calles. Todavía teníamos la Electricidad Parra y La Picón, no había empresa pública. No había vías asfaltadas para llegar a la ciudad, apenas los hoteles La Sierra y El Cordillera en la Plaza Bolívar, no obstante Pérez Jiménez aprobó el teleférico. Se hizo en tiempo récord, las mulas de Mérida no alcanzaron para subir los agregados para las bases del teleférico de carga, trajeron cientos de Colombia”. Remata el exgobernador afirmando: “A pesar de las limitaciones se construyó el teleférico más largo y alto del mundo; los túneles propuestos pueden ser equivalentes a esa monumental obra”.

En esencia la obra de ingeniería vial propuesta por Monzón Salas sumaría 70 kilómetros de túneles más 94 de vialidad superficial (autopistas) para un total de 164 kilómetros que permitirían unir a Mérida con barinas en 1 hora y 47 minutos. Un tercio del tiempo actual.

Demás está decir que la propuesta tiene como trasfondo la trasformación económica regional, apuntalando nuestros puntos fuertes en turismo y agricultura, pero no ya a una escala local sino internacional.

Vuelvo: ¿Cosa de locos?... No. Más bien cosa de visionarios, valientes y de gente que, como Germán Monzón Salas, tal vez crea más en nuestras capacidades que nosotros mismos.

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