Aunque
lo parezca, eso del reino de la oscuridad no es el título de alguna película de
terror. Se trata de otra película, eso sí, con final ingrato para los
habitantes de Mérida: la que cada cierto tiempo muestra las acciones de las
bandas que roban los cables de electricidad instalados en las principales
avenidas, cables a los que luego, para la venta, les extraen el cobre.
Está
demás decir que el cobre es un metal con gran valor en el mercado. En países
como España, Argentina, Uruguay y Colombia, por ejemplo, se han hecho
verdaderas cruzadas para intentar frenar el robo de cables. Es una lucha tenaz
ya que, si bien la policía suele estar alerta, las bandas siempre esperan que
los agentes del orden bajen la guardia para atacar.
Y
así lo han hecho en Mérida en reiteradas ocasiones. Debemos recordar que en una
oportunidad la empresa Tromerca dispuso de un plan de reposición de las líneas
robadas y rescató de la oscuridad a varios tramos de la avenida Andrés Bello,
en la ruta del trole. Pero una vez más
la oscuridad ha vuelto.
Pero
eses tinieblas no son admisibles en una ciudad como Mérida, en la que el
turismo se tiene como norte. La iluminación no es accesoria: es una prioridad.
Además, tomemos muy en cuenta que no hablamos sólo desde el punto de vista de
la estética urbana sino de un elemento crucial para poder alcanzar la
seguridad.
Así
las cosas, no sabemos si la gente de Tromerca podrá hacer frente una vez más a
la oscurana que cubre nuevamente tramos de la ruta del trole, como por ejemplo
en la zona de El Carrizal.
La
Alcaldía de Libertador ha venido también haciendo reparaciones y arreglos en
distintos sectores de la ciudad (fundamentalmente en Los Próceres) pero tales
esfuerzos no serán suficientes si los cuerpos de seguridad no buscan maneras
más efectivas de controlar el robo de cables que, de forma campante, sigue minando
recursos, dinero e imagen a la ciudad.
No
se trata de colocar un policía en cada poste del alumbrado para pillar a los
delincuentes. Se supone que ante la insistencia de estos individuos en el
negocio del cobre, ya deben saber cómo opera la policía (horarios, rutas,
operativos) y por lo tanto las estrategias convencionales parecen estar
alejadas de la efectividad que se aspira.
La
Policía y otros organismos de seguridad, sabrán qué hacer al respecto. Sólo que,
como ciudadanos, debemos advertir del problema y solicitar que la actuación se
produzca antes de que el robo de cables llegue incluso a la más humilde de las
callecitas.
No
es un trabajo para lanzar dos operativos, tres paseos nocturnos, a ver a quién
se captura. Se trata de una acción sostenida en el tiempo que demuestre que hay
efectiva presencia policial y cuyos resultados logren disuadir a aquellos que
persisten en quitarnos la claridad y traernos la oscuridad como si fueran los
verdaderos hijos de las tinieblas.
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