domingo, 12 de octubre de 2014

La especulación: todos contra todos





Cuando se trata de adquirir un producto (no importa cuál) al famoso “no lo tenemos” – que en los últimos meses se ha vuelto una oración en boca de los comerciantes – hay que sumarle una ola de especulación que golpea sin piedad a aquellos que intentan el milagro de acceder a un bien de forma más o menos normal.
La especulación es la guinda perversa que algunos le colocan a un contexto económico ya de por sí duro y atroz.
Por ejemplo, si usted desea comprar, digamos, una nevera, el primer reto que debe superar es conseguir un comercio que tenga ese producto, una misión cuesta arriba según lo que los mismos comerciantes han informado. Pero supongamos que usted buscó, caminó y encontró en un remoto almacén una nevera, deberá entonces enfrentar el segundo reto: comprar lo que existe, no lo que usted busca.
Olvídese de colores, condiciones, especificaciones…No señor. Si la nevera es amarilla y usted quería una plateada, si hay que descongelarla y usted quería una sin escarcha, olvídese de esos pensamientos de lo que a usted le gusta o necesita: si encontró una nevera es esa y no otra.
Si usted traga grueso puede que acepte que, al fin de cuentas, esa nevera rosada con luces de neón interna y de dos metros de alta no está tan mal después de todo, y bueno, que se le va a hacer “con tal y enfríe” todo bien, entonces usted debe prepararse para la tercera fase de la situación de compra: el precio. Aquí es donde hace su aparición el mazo doloroso de la especulación: si el comerciante o el vendedor es una persona inescrupulosa, ya sabrá, a estas alturas, que usted es una persona vulnerable, cansada, desesperada por ponerle fin a la odisea de comprar algo que se suponía sencillo, deseosa de llegar a casa con aquel equipo necesario para el cual ahorró y que su familia requiere de verdad.
Ese ser inescrupuloso – que parece pertenecer a una estirpe de gente que se reproduce por obra y arte de nuestra incapacidad para denunciar los abusos – le clavará los dientes en el cuello, como una presa fácil capturada por una hiena en medio de una solitaria sabana en la que de vez en cuando aparecen inocentes corderos.
Le dirá que por tratarse de usted esa nevera (de la que ese unidad es la última …siempre es la  última) le será vendida al solidario precio de 150 mil bolívares, 10 veces más que los 15 mil que hace cuatro meses atrás se pedía por un producto de similares condiciones.
Usted sabe que le quieren dar con el mazo y esquiva el ataque con una cándida solicitud de rebaja, la cual es rechazada porque, según este personaje “yo más bien estoy perdiendo con esta venta”.
Usted saca algunas cuentas mentales y sabe que es una locura poner en la cuenta del mercader semejante fajo de dinero por un producto que no los vale. Pero en su mente queda muy claro que esa será, ciertamente, la última vez que vea algo parecido a una nevera.

La especulación es un sentimiento de ataque directo a las personas, una cruel forma de justificarse por los problemas económicos por los que atraviesa el país. Cierto, los valientes comerciantes – los honestos – deben hacer malabares para poder mantenerse a flote en una economía totalmente dislocada. Pero saben que no le pueden poner al pobre y sufrido consumidor más peso sobre la espalda. Propondrá un precio que permita su sobrevivencia como comerciante y que acerque al consumidor a la posibilidad de pagar un precio alto pero sólo el que las circunstancias dictan y no aquel construido en base a la maldad.

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